El otro día leí un artículo de mi primo Monzó donde hablaba de las enfermedades de las palomas. Palomas urbanas con garrapatas gigantes. Decepcionante porvenir en nuestras ciudades el de estas aves. Su mierda degenera cornisas, gárgolas y estatuas insignes. En muchos lugares, incluido el ayuntamiento donde habito, se multa a los que las alimenten.

Por real decreto de 8 de marzo las palomas mensajeras dejan de tener funciones militares. Las nuevas tecnologías terminan con el monopolio mensajeril, que desde 1879 venía sucediendo. La defensa nacional prescinde de ellas. Total: castradas, enfermizas, vigiladas y prohibidas sólo quedan destinadas a la columbicultura y su peculiar protección y mercado, (por cierto, es un "deporte" curioso y sujeto al imperio del macho). Las palomas definitivamente abandonan su misón icónica. Ni bucolismo, ni paz, ni pico con olivo, ni noé, ni hostias. Palomas pedorretas infecciosas servidas estofadas en albergues y asilos, penitenciarías o casas de pobres. El arte se despide de ellas, y la literatura romántica, (un enamorado intenta acaricar las blancas plumas por donde trepa hasta su codo un parásito chupasangre). Palomas mensajeras que ya no tienen mensajes, torcaces, con su zureo característico, acabarán inexorablemente en jaulas de exterminio. Rip.