Ya es primavera, dice el eslógan de una gran superficie especializada en burguesìa incipiente. También es primavera para parte de nuestra divina juventud, estación que celebran al grito y sms de gran botellón, gran colocón. Estudiantes, adolescentes, jovencitos imberbes y jovencitas de media tinta reúnen ánimos para libar fuera de las cadenas de alterne... ¿fuera?. Desplazados de parques a playas, de playas a escolleras y de escolleras a recintos en polígonos indutriales. La gran manada de ñus llena bolsas de gasolina- alcohol, repitiendo de esta forma una cuadrícula contínua. Porque en el fondo, (ver imágenes del macrobotellón universitario), lo único que hacen es imitar el modelo social que los alimenta. Nada de rebelión o revolución de pautas sociales. Buscan sexo, alcohol y música fuera de los circuitos que encarecen el producto. Al hacerlo, sin contradición, consiguen repetir el rol, alimentar el modelo social conductista, aceptando la norma establecida y contribuyendo a la misma. Asunto aparte son las miserias que provocan. Suciedad, ruidos, vómitos, peleas, etc.. Obligan de este modo a que las autoridades competentes cierren el círculo buscando alternativas que son las deseadas, interesadas sobremanera en que la pauta se repita.

En definitiva: la alienación es mayúscula. Consumidores que huyen de circuitos para introducirse en otro tan nuevo como antiguo. La primavera ya viene y los botellones están atrapados en las mismas redes que sus espejos: golondrinas, vencejos, y grandes superficies esperando a que esa clase media efervescente se haga adulta. (Consumiblemente adulta).