Efe cuenta que mea mucho y está preocupado. Le digo que las cosas de la próstata son al contrario, máximas ganas y ni gota que manche la tapadera del váter. Así que tranquilo. Efe tiene mi edad, eso significa que posiblemente también yo mee mucho, aunque, por suerte, conozco los motivos. Normalmente, en mi caso, la culpa es de la barra de una cervecería y la historia universal, en concreto la egiptología, que descubrió, y ahí me quedé, el lúpulo y la cerveza, alimento de dioses, faraones e incluso momias, que cosas.

Efe, amigo del ánima atea, se preocupa por todo, por la economía nacional e internacional, los corralitos disfrazados, la sobrexplotación del mundo y las meadas considerables, eso sabiendo que no es, como éste que les habla, un gran bebedor.

Yo pienso, y así se lo explico, que la base de los problemas está en los colgajos. Cuando las células envejecen, mueren, entonces su envoltorio tiende a colgar apresuradamente. Cuelga la nuez, el buche gargantil, la vegija, cuelga la grasa de la barriga en los hombres, las tetas usadas y sin usar en las mujeres. Los colgajos son reiterativos, se pierde musculación, aliviando todo lo que la naturaleza tendía a expasionar. Cambio climático ortopédico mismo. Le pregunto, así a lo bruto, si le cuelgan los cojones. Èl dice que no, que què coño, que lo que pasa es que mea mucho. Los cojones y las últimas gotas de amoniaco úreo tienen bastante que ver, aunque nadie se lo crea.

Al final pasa de mí, opción asegurada de no estrujamiento cerebral. Por cierto, el cerebro también cuelga en algunos individuos. Y gotea. Hay cantidad de tapas de váteres llenas.