La penumbra es un lugar inhabitable. Considerada cementerio de frases inacabadas, de nulas interpretaciones, del ocaso casual de lo verbos, acabamos cientos de veces tomando copas entre sus mesas verdes y grises. Hablamos sobre faltas de ortografía y sobre personas fallecidas, aquellos muertos que alumbran el camino. Todos ríen cuando explota la conversación como explotan las ollas exprès mal cerradas. Conocí a una vecina que le arrancó media cara un cocido exprés. La penumbra es así, sórdida y cáustica, a veces aburrida y tantas transcedental. La vida es el tema estrella, porque la vida, tan desgastada, sòlo nos ofrece el misterio del fin.