El legionario idiota le pinta los cuernos de oro al carnero y le mete una bellota de haschís en el culo. Mierda redonda de cabra dirá luego en la Castellana, cuando el animal suelte sus cagadas personales. Así son estos, un puñado de anormales autómatas que vienen a desfilar con su camisita y su canesú. Millán Astray, el parco criminal de guerra, los guía en la fatigosa tarde de Madrid, oh la capital, toma petaca, tío, ahora no nos mira el capitán Tan. Lo cuento a toro pasado. Era el día de la victoria fascista y había que desengrasar la cacharrería castrense. Eso venía bien a los convidados, luego te daban tres o cuatro días de permiso. Era, ya digo, el día de la victoria fascista, cuando cautivo y desarmado el ejército rojo, alcanzaron las tropas nacionales sus últimos objetivos....... Pura bazofia, principio del holocausto impreciso, la purga y la yenka. Pero estábamos con que el lejía le pintaba los cuernos de dorado al carnero. La bellota de haschís bueno estaba colocada a un colega, detrás de las vallas amarillas. Toma, dame, y pillaban guita, era raro el que no traía tres o cuatro huevos, dinero extra del moro. A mayor número de regulares y legionarios, mayor trapicheo de hasch. Luego, con marcialidad, repasaban los manguitos, se abrochaban las braguetas, y nada, a marcar el paso ante un enjambre de espectadores con banderitas. Vivas y aplausos, que chulos somos, caballeros legionarios. Que chulos somos, tremendo morado, hermano que te vas a california en el vuelo 121 de panam, pura bazofia somos, Castellana abajo.