Escribe acertadamente Romàn Gubern en "El eros electrònico",Taurus, 2000:

"El ejemplo de los reality shows, cuya emoción pasional autentificada ha desbancado en parte para las audiencias la tradicional emoción pasional fingida de las telenovelas, -calificadas a veces como "pornografìa femenina"-, permite obviar cualquier comentario acerca de la prioridad sensacionalista. La crueldad selectiva del zapping anima a las polìticas de programaciòn sensacionalistas y trata de evitar las caìdas de la tensiòn emocional. El sensacionalismo tambièn ha afectado a la programaciòn eròtica, aunque la pornografìa dura, (hard-core) suele reservarse todavía, en casi todas partes, para los canales codificados o de cable. Y desde que en 1992, debido a una iniciativa macabra de Tele Montecarlo, se iniciò la polémica sobre la transmisiòn de ejecuciones de pena capital, algunos canales estàn tanteando con escaramuzas con los reglamentos y la tolerancia social las nuevas cuotas de permisividad que se pueden autorizar progresivamente para subir el techo de las audiencias. Aunque han invocado la coartada de que durante siglos las ejecuciones se han llevado a cabo en público, su estrategia de tanteo se basa en realidad en la certeza de que las imágenes prohibidas, a largo plazo, acaban por ser autorizadas. Así, a la pornografìa del sexo sucederà la pornografía de la muerte."

Es un hecho que esto ya ocurre "per si". En la ùltima década el auge de internet ha supuesto una relaciòn no codificada de degollamientos, fusilamientos y ahorcamientos con multidinarias visitas.

Este gusto por la muerte real on line tiene que ver con el morboso entretenimiento que produce la muerte del otro, una cuestiòn de puro entramado filosófico que se traduce en dinero limpio para los productores televisivos merced a la publicidad que sostendrá la inversiòn. La cadena británica BBC rompió uno de sus últimos tabúes al retransmitir un suicidio asistido. El documental "Choosing to Die" (Eligiendo Morir) muestra el fallecimiento de un hotelero multimillonario de 71 años que decidió quitarse la vida el pasado diciembre en la clínica suiza Dignitas. Peter Smedley padecía una enfermedad neuronal motora irreversible desde hacía dos años. Lejos del bien y el mal, una inyecciòn econòmica reversible gira en torno a la muerte televisiva. Ignoro si este tipo de grabaciòn va ser definitiva. Parece que, independientemente de solucionar las finanzas de la cadena , el circo mediàtico continúa una etapa donde, al servicio del solìcito televidente, la pornografìa de la muerte se convertirà en un nuevo y multimillonario formato. Pues vaya asco.