Que las hamburguesas que se venden en las grandes y pequeñas superficies son pura porquería todos lo sabemos. Incluso las consideradas "buenas" siguen siendo basura. Seamos sinceros, si usted no ve lo que se pica, todo vale. Carne equina, grasas sobresaturadas, tocinos descartados, colorantes artificiales, sal a mogollón, y un poquito de ternera llena de nervios. Empaquetadas, ofrecidas en un mostrador con un tipo de luz determinada, esas empanadas perniciosas se muestran gustosas, lujuriosas. Hamburguesas de mentira con tomate de mentira, mostaza de mentira y lechugas de mentira. El primer mundo mantiene un escaparate de falsedades que de vez en cuando, sólo de vez en cuando, se muestra:

el subsuelo de los Alcampos, Corte Inglés, Eroskis y Carrefoures está cruzado por la calle Fleet, dónde Sweeney Todd corta en rebanadas a la gente con su navaja barbera y su cómplice la Sra. Lovett, convierte los cadáveres en pasteles de carne.