Es costumbre sostener que el hombre es el único animal capaz de hacer daño a individuos de su misma especie. Semejante apreciación es cierta sólo en parte. Tan dudoso honor no es exclusivo de la especie humana. Si acaso el hombre es un ser capaz de razonar en torno al daño causado a sus semejantes, de torturar con pleno conocimiento de causa, de actuar con sevicia. Pero en la naturaleza la evolución define la crueldad, (es un concepto humano), como eslabón cuasi necesario. Y ocurre con igual prontitud, tanto en el reino animal, como en el vegetal. Este segundo apartado merecería un artículo aparte, por eso hoy me centraré en los actos violentos de unos contra otros en el reino animal.

Infanticidio, regicidios, violencia de género, canibalismo, y hasta intentos genocidas alimentan por igual a mamíferos, ovíparos, carnívoros, insectívoros, ictiófagos y vegetarianos.

Los cuclillos y otros pájaros similares, emplean la técnica de la cría parasitaria, poniendo sus huevos en los nidos de otras especies. El indicador hace lo mismo que el cuclillo. Ambos sobreviven a los tiempos gracias a la extrema crueldad que sus genes definen. El polluelo del indicador está dotado de un pico puntiagudo y encorvado. Tan pronto sale del cascarón, mientras aún está ciego, desnudo y desvalido, segará con su agudo pico, como una guadaña, la vida de sus hermanos y hermanas menores, (los hermanos muertos no compiten por la comida). El cuclillo tiene un periodo más corto de incubación. Se las arreglará para nacer antes que el resto de la pollada, (una pollada de otros pájaros). Tan pronto como nace, de forma ciega y mecánica, devastadoramente arrojará fuera del nido a los demás huevos. Se desliza hasta quedar debajo de un huevo, lo ubica en el hueco que tiene en la espalda, retrocede lentamente hasta un costado del nido manteniéndolo en equilibrio entre los huesos de sus alas y lo deja caer al suelo. Hará lo mismo con todos los demás hasta lograr apoderarse del nido y, por lo tanto, de la atención total de los padres adoptivos. Alguien voló sobre el nido del cuco.

Un gran felino como el león se igualará a las ratas chinas en su comportamiento sexual. Y a los osos, a los elefantes marinos, y otros seres de la creación. El infanticidio está servido, a veces con dosis de canibalismo incluido. El león, después de pelear, vencer y expulsar (incluso herir mortalmente) al dueño del harén, castigará a todas las hembras recién paridas. Al apoderarse del harén de leonas y del territorio cumple el designio de sus genes: la reproducción de su especie. Asesinará a todos los cachorros nacidos del anterior macho dominante, ante el horror y el enfrentamiento de las madres . En algunos casos con crueldad sanguinaria y asesina. Al poco, la hembra entrará en celo. Un celo que él dominará, para perpetuar sus genes. El mismo comportamiento tendrá el oso y el elefante marino: sin contemplaciones, a la menor oportunidad asesinarán a la anterior camada.

Las ratas chinas, (yo las he observado durante años), en cautividad se reproducirán a velocidad vertiginosa. Apenas tres días después del nacimiento, el macho matará y devorará a sus crías ante los chillidos de la hembra mater. Sobre el chimpancé y los ataques a otras bandas congéneres hay un tema amplísimo a desarrollar. Matarán con extrema violencia y se apoderarán de los cuerpos muertos para devorarlos.

El caso es que todo está lleno de tópicos. Es evidente que el hombre es dañino para con sus congéneres, (homo hominis lupus), pero no es, en su naturaleza, necesariamente el peor de todos los seres vivos. ¿O quizás si lo sea?.