El viento subió a mi cama y no me dejó dormir en toda la noche. Zumbidos para zumbados revuelto en el fuego de los contenedores de la zona norte, tan parecidos a las protestas de Kiev, al proto fascismo kosovar, a las cartas perdidas y encontradas de Himmler en Israel.... maldito viento de Enero, maldito sonido contra los flecos del toldo..

Apoyo el vaso con café sobre una revista doblada y... acaricio el labio inferior cortado. Son restos de la batalla, microsurcos arañados a bocados en la pelea vespertina. ¿Hasta dónde la necesidad cruenta?, ¿hasta cuando?, ¿qué camino tomar sin resultar herido de muerte?, ¿qué muerte adoptar para fundirnos en uno, ahogados en amarras, vendas, látigos, esclavizados en la vereda de los sofás, revolcados en los jugos de la sangre cuando ya nada se espera, asidos en lid, en esta guerra imperial de galaxias...

Vaya cielo rojo de más viento, mediterráneo puro, levante invernal diluido entre las montañas que bostezan. Una vez avisaron de restos atómicos al lado de las praderas de Wounded Knee, restos emanados por los cadáveres de los indios sioux exterminados en la carga del 7.º Regimiento de Caballería en 1890, ciento treinta y cinco muertos, (sesenta y dos mujeres y niños). Desde los restos putrefactos en la nieve del jefe Big Foot, un hongo atómico voló hasta la cara oculta de la luna y la hizo naranja, mandarina arrugada de mares secos y conspiraciones paranoicas pseudocientíficas..... tonos rojos de fiebre de viento huracanado........

Es sábado, la radio sigue entre cuñas publicitarias hablando del déficit público, de la reforma laboral y del empobrecimiento de la población. Por cierto, el sonido es deficiente, habrá que cambiarle las pilas, comprar baterías nuevas, o directamente tirarla a la papelera, radio plegable en tres dimensiones. Me duele el cuerpo entero, no hay paz para los viejos guerreros lakota, no hay paz en el salón de la televisión apagada, sólo prendas destinadas al despojo, carne cruda, cruda.....