La humedad empapa el cuerpo. El insecto que vive en mí aparece de repente. Kafka lo sabía, Kafka habitaba en su seno, era el mismo y repelente coleóptero que aprisionaba su alma.....

Esa tormenta interior asola el territorio con huracanes violentos. No sabría especificar si arranca toldos y tejados del músculo cardiaco o árboles y sendas sanguíneas, autopistas interiores dolidas.......

Apoyo el vaso con café sobre una revista doblada. Suena música, prefiero oír jazz tenue mientras el vendaval destroza toda la ciudad- pánico que invento. Dice Kant en su Critica de la razón pura: "dos cosas llenan mi mente con creciente asombro y perplejidad, y con mayor frecuencia e intensidad el pensamiento se concentra en ellas: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí". ¿A qué responden mis leyes morales?, ¿acaso esa norma con mayúsculas no abate a la propia naturaleza?, ¿el caos absoluto, la catástrofe de los vientos machacando la condición de pensador atormentado....?......

Los pájaros invaden la escena. Mucho antes que ambulancias y equipos de socoro. Los pájaros se alimentan de carroña a semejanza de nosotros humanos.... pájaros carroñeros con picos llenos de vísceras, charcutería procedente del desguace......

Y entonces ya, sin más, la metamorfosis anunciada y tantas veces escrita, produce su efecto........