El premio nobel de la paz declara la guerra a cachitos, selectivamente, ataques aéreos de Estados Unidos en Irak para proteger al personal norteamericano en este país e impedir un genocidio de las minorías religiosas perseguidas por los yihadistas del Estado Islámico. Ser Nobel de la paz te concede esa dualidad: decir no y sí al mismo tiempo..... ¿ataques aéreos de EEUU a Israel para impedir el... genocidio en palestina?.... no, eso no, claro.

La historia está repleta de síes y noes, dependiendo como, cuando y de qué manera. Como andamos de cápsula informativa en cápsula informativa, todos los idiotas del mundo andan emocionándose de vez en cuando, por épocas y tiempos, según cada cual se entere de la película.

De cuando fuimos idiotas un simple recordatorio: Kurdos, cachemiros, pakistaníes, birmanos, indonesios, indios, colombianos, naxalitas, filipinos, senegaleses, gambios, ugandeses, congoleños, sudaneses, centroafricanos, nigerianos, libaneses, egipcios, ucranianos, rusos, sirios..... México lindo......

Es solo a vuela pluma, vulgar ocurrencia. Entre todos suman no se cuantos millones de muertos, pogromos, éxodos, campamentos, expolios. No se cuantos niños machacados, convertidos en soldados, adictos al pegamento, con ojos llenos de moscas... niños muertos en brazos de sus madres secas, niños sicarios con fusiles de asalto de nueva generación.

Sí y no. Idiotas idiotizados, verano por doquier en esta parte del ecuador, premios nobel de la paz que bailan canciones de Frank Sinatra, el chef máster de la mafia cancionil que todos quisimos ser algún día.

La guerra capsulada está ahí. Píldoras y charcos de sangre a diario, nadie mira por el retrovisor, acaso para apartar al mosquito tigre que amenazador te crea un haba terrible en la piel: ébola y ácaros, protocolos y dinero, inoportunas ocurrencias en el despacho oval de todos los despachos del mundo. El premio nobel de la paz se rasca sus pelotas en paz. La paz del dinero.