Fijaos en estas dos fotos. La primera es de febrero de 2014, cuando acudió al juzgado a declarar. La segunda es de hoy mismo, en que acude al juicio por el caso Noos en calidad de imputada.

Parece que hoy la Infanta Cristina no tenía tantas de sonreir. De hecho, recuerdo que me llamó mucho la atención cuando la vi en los periódicos en 2014. ¿Quién se va tan sonriente a declarar a un juzgado, sabiendo lo que se le puede venir encima? Obviamente, lo normal es que vayamos con cara de preocupación. Por muy inocente que uno sea, no deja de ser un gran motivo de preocupación el que te llamen a declarar como presunto culpable de algo. La Infanta estaba entonces echando mano de su dominio del lenguaje corporal. Dominio que se aprende a base de miles de actos oficiales a lo largo de toda una vida. Ese dominio le permitió en su día esconder una emoción negativa (puede ser la ira, la rabia, el miedo, el desprecio...) detrás de esa aparente felicidad por ir a declarar. Y es que la sonrisa es la primera expresión facial que aprendemos los seres humanos a hacer de forma articifial, sin sentir alegría de verdad. Y nos es muy útil, porque nos sirve para ocultar emociones que no queremos que se nos noten. Todos tenemos anécdotas con una expresión facial de alegría fuera de lugar. Y la Infanta tiene ésta.

La cuestión es que hoy ya no tenía tantas ganas de sonreir. Si bien ha llegado al juzgado con una medio sonrisa, ésta se ha esfumado en la sala.

Al comienzo del juicio, sólo se oían los flashes de los fotógrafos. Iban haciendo fotos a todos los imputados, y todos ellos intentaban mantener una cara de poker. Se notaba el control de la emoción en todos ellos. Muy interesante es la posición de los imputados de la primera fila (y algunos de las de atrás, aunque no puedo ver a todos). Se estaban protegiendo de los fotógrafos, cruzando manos y/o piernas.

Lo cual también es normal; había más de 80 medios acreditados. La situación no debe ser agradable ni amable para nadie.

Estoy deseando ver en estos días las declaraciones de los imputados, para poder desvelaros los aspectos (y, ¿quién sabe?, las incongruencias) no verbales.