El 20 de marzo es el día Internacional de la Felicidad. La felicidad lleva estudiándose a nivel científico, desde hace relativamente poco tiempo. Tradicionalmente, la Psicología se ha ocupado de los trastornos y enfermedades mentales, para curar a quien está mal. Pero una nueva corriente de estudio dentro de la Psicología se ocupa de ayudar a que las personas que no sufren ninguna patología mental se encuentren mejor. Es la Psicología Positiva.

Pero ¿qué es exactamente la felicidad? Algunas personas dirán que es viajar o ir a la playa, o ver un atardecer. Otras dirán que es no tener que preocuparse del dinero, o no tener preocupaciones en general. La felicidad, como concepto estable, a largo plazo, puede asociarse al bienestar, y es más bien una disposición del ánimo que una emoción puntual en el tiempo. Así que debemos distinguir entre la felicidad hedónica, la que consiste en tener un momento puntual de placer o alegría, y la felicidad eudaimónica, que se refiere a un estado de bienestar constante. Ya en el siglo XVII, John Locke dijo “los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias”.

La felicidad pues tiene dos componentes: la predominancia del afecto positivo sobre el negativo y la satisfacción vital.

En realidad, ahora se sabe que las circunstancias sí influyen en la felicidad, pero sólo en un 10%. El 50% tiene que ver con la genética (hay personas más predispuestas a ser felices que otras), y el 40% restante depende de las actividades voluntarias, es decir, de lo que nosotros hacemos para ser felices.

Se ha estudiado también si el dinero da la felicidad. La respuesta es que, a partir de una cantidad, en la que, no sólo tienes cubiertas las necesidades básicas, sino que te puedes permitir algún capricho, no por tener más dinero se es más feliz. Ahora mismo, esa cantidad está en torno a los 60.000 euros anuales.

También se ha estudiado si hay perfiles de personalidad que tienen mayor o menor predisposición a experimentar la felicidad. La respuesta es sí: las personas extravertidas con un bajo neuroticismo son más felices que las personas introvertidas con alto neuroticismo.

Más arriba, he mencionado que uno de los componentes de la felicidad es la predominancia del afecto positivo sobre el negativo: pero ¿cuánto deben prevalecer esas emociones positivas sobre las negativas? Los estudios arrojan esta fórmula: por cada emoción negativa que se experimenta, se deberían vivir tres emociones positivas. De esta forma, no se niegan las emociones negativas, que son necesarias en determinados momentos, pero sí se prorratean respecto a las positivas. Vamos, que por cada enfado o molestia, tienes que tener tres alegrías.

¿Y qué tiene que ver la comunicación no verbal en todo esto de la felicidad? Muy a menudo, el comportamiento no verbal es un reflejo de nuestros estados de ánimo y nuestros rasgos de personalidad. Por ejemplo, una persona extrovertida con bajo neuroticismo no tiene las mismas conductas que una persona introvertida con alto neuroticismo. Una persona con una emoción positiva tendrá un comportamiento no verbal muy diferente a una persona que está experimentando una emoción negativa. Al final, la comunicación no verbal es el reflejo de nuestra personalidad, nuestras emociones, nuestras actitudes y nuestras motivaciones. Si somos capaces de leerla correctamente, podremos entender cómo están las personas que nos rodean y, en definitiva, que de eso se trata en la vida, podremos ayudarles mejor.