No es de extrañar que el film "Truman", de Cesc Gay, haya obtenido el Premio Feroz Zinemaldia 2015, premio que otorga la prensa a la mejor película de la sección oficial del festival de cine de San Sebastián. Y es que durante la proyección de la película se sentía uno en presencia de algo grande, una comedia con tintes de drama ó un drama con tintes de comedia. Poco importan las etiquetas cuando uno disfruta a tope. No fuí la única en gastar un paquete y medio de clínexs, y lo más importante, no perdí ni un segundo de interés durante la hora y cuarenta y ocho minutos que duró el film.

Sin duda alguna, con esta película, el director barcelonés Cesc Gay se consolida como uno de los directores y guionistas con más talento y sensibilidad del panorama actual.

Los personajes de Julián y Tomás, dos amigos que se enfrentan a una dura situación acompañados de "Truman", el perro de Julián, están magistralmente interpretados por Ricardo Darín y Javier Cámara respectivamente. Ambos actores logran enamorar al espectador desde el minuto uno de la película.

La honestidad y naturalidad con la que Julián (R. Darín) se enfrenta al final de su vida, lleva al respetable a momentos de máxima emoción en los que risa y llanto se entrelazan con ritmo y agilidad.

Un guión sobresaliente y una dirección de actores matrícula de honor. Y perdonad que sea tan explícita pero es que rara vez salgo tan entusiasmada de una película como me ocurrió con ésta.

Javier Cámara ejerce de amigo, acompañante, observador atónito de tan valiente batalla. La batalla contra el cáncer terminal de su mejor amigo. Cierra el triángulo actoral la actriz argentina Dolores Fonzi que protagoniza con determinación y credibilidad a la sobrina del protagonista. Dolores es una talentosa actriz recientemente galardonada con el premio Biarritz por su interpretacióne en la película La Patota, de Santiago Mitre.

Pero uno de los temas principales de "Truman" y que tocan la fibra del público es la estrecha relación que puede llegar a establecerse entre un ser humano y un animal. La afecto que el protagonista siente por su mascota hace lo de menos sea su muerte y lo de más, encontrarle un nuevo hogar.

Truman, el perro en cuestión, un viejo Bullmastiff que llena la pantalla con su sola presencia. Sin a penas interactuar. Acompaña a Julián y para éste, lo es todo; su compañero de vida y cómo le cuesta darlo en adopción. Pero este asunto se convierte en la prioridad de la película. Conociendo las tasas de maltrato animal, es emocionante ver cómo un hombre puede desvivirse por su perro.

A modo anecdótico: (Parece ser que Truman murió poco después del rodaje. Ricardo Darín pisó la alfombra roja acompañado de un perro, de idéntica raza, que parece ser era la hija del auténtico Truman).

"Acostúmbrate a pensar que la muerte no es nada para nosotros puesto que el bien y el mal no existen más que en la sensación, y la muerte es la privación de la sensación. (...) Así pues, el más espantoso de todos los males, la muerte, no es nada para nosotros porque, mientras vivimos, no existe la muerte, y cuando la muerte existe, nosotros ya no somos" (Epicuro de Samos, carta a Meneceo). Esta premisa parece inspirar la actitud hedonista de Julián que vivirá y disfrutará de cada segundo de su corto tiempo, a la vez que irá alicatando todos los detalles de su partida.

Cuando uno se tiene que ir, la máscara se rompe, desaparece la necesidad de quedar bien, aparece la urgencia de reconciliarnos con nuestro pasado, y aunque sea un proceso árduo y doloroso, el recuperar la autenticidad de nuestro ser, nos sana anímicamente.