Una vez más vuelvo a fracasar en el amor. Ya estoy en los cuarenta y me embarga la amarga sensación de que nunca seré la protagonista de un cuento con final feliz. Esas historias están sólo reservadas para mujeres que poseen algo de lo que yo probablemente carezco, y si os digo la verdad, no sé qué es exactamente. Tal vez sea sólo suerte, o tal vez sea una paciencia aun más infinita que la mía.

Cuando una vuelve a sufrir un fracaso amoroso, todo se tambalea. Es momento de cuidarse, de descansar, y de no tomar demasiado en serio lo que se nos pase por la cabeza.

Si quieres llorar, llora, y luego ponte un par de bolsas de manzanilla que relajen tus párpados y un poco de crema hidratante.

Invita a tus amigos a cenar contigo, es momento de recuperar esas relaciones para las que no te quedaba tiempo cuando estabas en pareja. O bien personas a las que tu pareja no quería ver y en cambio para tí eran importantes. Aunque probablemente termines explicando tus penas. Abre las puertas de tu casa. No tienes porque ser fuerte, no tienes que aparentar que controlas la situación. Una situación dolorosa es una situación dolorosa. Tu gente valorará el hecho de que seas auténtica.

Todo lo que pienses en un momento así estará teñido de cierta negatividad. Escucha mucho a tu cuerpo y desoye a tu mente racional. No des bola a esas ideas que tratan de confirmar lo desastrosa que eres. No eres desastrosa. Eres maravillosa! Un ser vivo lleno de amor y experiencia. Simplemente, aunque le has querido muchísimo esa no era la persona con la que seguir compartiendo. Acepta la derrota, agradece que lo intentaste con todas tus fuerzas. Agradece todo lo bueno que te ha dado, lo mucho o poco que hayas aprendido de esa persona, guárdalo como un tesoro.

Cada ser humano que pasa por nuestra vida nos deja una huella. No todos pasan para quedarse. De hecho pocos son los que se quedan y nos acompañan durante todo el camino. Y tanto si esa huella es buena como si no, transfórmala en algo positivo. Todo es aprendizaje. Llora la pérdida, y aprende. Recuerda la lección del desapego. No podemos quedarnos con nadie ni con nada de forma definitiva porque estamos de paso. Viajamos solos y sin equipaje. El equipaje lo llevamos dentro.

Que las creencias populares no te arrastren, que las etiquetas no te encierren. Eres un ser libre con una profunda responsabilidad; vivir, conocerte, aprender a querer y quererte. ¿Puede haber algo más bonito en la vida? Tienes la suerte de que has podido elegir. ¿Cuántas mujeres no pueden?

¿Qué es lo normal y qué no? Lo que no es en absoluto deseable es perder la vida por adaptarse a la norma. No te adaptes a las reglas que imperan en la sociedad si ellas no van contigo. Los cementerios están llenos de mujeres mártires que sacrificaron sus vidas por sus esposos e hijos, mientras éstos se desvivían por otras. Sé generosa pero también un poco egoista, y agradece que éste no sea tu caso.

Y no pierdas la esperanza. Hay tantos tipos a de parejas por ahí. Gente variopinta y maravillosa que nos recuerda que el amor con mayúsculas existe. Tú también puedes encontrar a esa persona que te comprenda, a esa persona que valore lo que eres, y que no te juzgue, ni te trate con rivalidad e indiferencia. La rivalidad y el orgullo bloquean el amor. La indiferencia, lo hace añicos.

Estás en la flor de la vida, eres hermosa aunque no seas perfecta, y bondadosa aunque a veces el orgullo te ciegue. Reconoce tus defectos con humildad. Pero también reconoce tus virtudes sin reparo. Tienes mucho potencial pero a veces ese potencial despierta la envidia de los demás, y algunos tratan de desmontarte. Eso hace que seas más tímida y cortada de lo que en realidad eres. No lo permitas. No permitas que los pseudo amigos (ésos que dicen ser tus amigos pero que en realidad no lo son) tengan demasiado protagonismo en tu vida. Busca gente que te mire con amor. Que no se sienta amenazada porque seas sensible e inteligente, que no cuestionen, ni desconfien de tí por ser quien eres.

Si te planteas una nueva relación, dáte tiempo. Encontrar una pareja que respete tu ritmo no es fácil. Adaptarse al ritmo de una posible pareja tampoco lo es. No hay que precipitar las cosas y más aun si eres madre. Tampoco es bueno tapar una relación con otra. Ya lo sabes. Pero no te inhibas, no te encierres en casa. Estás en la flor de la vida. La mujer a partir de los cuarenta florece sexualmente. Una amiga ayer me confirmaba que los cincuenta, en ese aspecto, también son una pasada. Estoy convencida de que los sesenta también son fantásticos aunque ninguna mujer de esa edad se ha atrevido a confirmármelo. Así que te quedan, como mínimo, más de veinte años para amar y ser amada con pasión. Dáte tiempo para recuperarte de este nuevo golpe, y sigue adelante.