El cambio verde

Cómo consumir sin agotar los límites del planeta

Un estudio publicado en 'Environmental Science & Technology' calcula la cantidad de comida, ropa o acero que es necesaria cada año para que cada individuo vida de una forma digna

Una gran redistribución o  una drástica reducción del consumo podrían ser imprescindibles para evitar el colapso ambiental.

Una gran redistribución o una drástica reducción del consumo podrían ser imprescindibles para evitar el colapso ambiental. / Shutterstock

Michele Catanzaro

Seis toneladas de comida, ropa, cemento, acero, electrónica…: esta sería la cantidad de materia necesaria cada año para que un individuo viva una vida mínimamente digna, según un estudio publicado en 'Environmental Science & Technology'. Proporcionar estos materiales a los 1.200 millones de pobres del mundo sería compatible con los límites del Planeta, según los autores, De hecho, implicaría aumentar solo un poco el consumo global de material, dominado por el de los países ricos, cuyos habitantes gastan diez veces más de ese mínimo. 

Sin embargo, la estimación levanta sospechas. El número podría ser más alto, según cómo se defina una vida digna y en función de las enormes cantidades de materia que están detrás de los objetos que usamos directamente. Una gran redistribución o incluso una drástica reducción del consumo de materiales, podrían ser imprescindibles para evitar el colapso ambiental.

Vida digna

“Hay muchos estudios sobre la energía mínima necesaria para una vida digna y pocos sobre la materia”, afirma Andrew Fanning, investigador en sostenibilidad de la Universidad de Leeds, no implicado en el estudio. Sin embargo, el consumo de materiales es responsable de una cuarta parte de las emisiones y de la casi totalidad de la pérdida de biodiversidad

Para llenar este hueco hay que definir en primer lugar qué es una vida digna. Para ello, los autores usan los estándares de vida digna” (DLS en las iniciales inglesas), desarrollados por la Universidad de Yale. Estos incluyen 2.100 calorías al día de comida, 15 metros cuadrados de espacio de vida, medios para ir al trabajo y dispositivo como un móvil, un ordenador o un sistema para cocinar. 

“Es un intento de definir lo mínimo para escapar de la pobreza, basado en diversas estimaciones. No es el objetivo a perseguir, sino el mínimo imprescindible”, afirma Johan Vélez, investigador de la Universidad de Friburgo (Alemania) y coautor del trabajo. 

Flujos de materiales

El estudio usa una gran variedad de bases de datos para estimar el material necesario para cumplir con los DLS. Eso incluye los materiales que se adquieren de una vez y duran años (la parte proporcional de viviendas, escuelas, hospitales, calles, trasporte, etcétera) y los que se consumen sobre la marcha (comida, fertilizantes, etcétera).

Los investigadores intentan tener en cuenta no solo las existencias que un individuo usa directamente, sino también los materiales necesarios para construirlas. “Para producir un ordenador se necesita una fábrica, una central que alimente a esa fábrica, medios de trasporte, etcétera”, explica Vélez. El cálculo arroja el resultado de 6 toneladas por persona y año, dominadas por nutrición, movilidad y edificación

Dando por buena la estimación, para sacar de la pobreza absoluta a los 1.200 millones de personas que la ONU sitúa en esa franja , se necesitarían 7.200 millones de toneladas de material al año.  El número parece enorme pero es mucho menor de lo que se consume en la actualidad. Las 6 toneladas por año y persona están por debajo del umbral de insostenibilidad, estimado entre 8 y 14 toneladas

“Sacar a las personas de la pobreza requiere relativamente poco y no se asociaría con una degradación del material que tenemos en la Tierra”, asegura Vélez. 

Pero el cuadro podría ser más complejo. En primer lugar, el cálculo de las 6 toneladas lleva una amplia barra de error, entre un mínimo de 3 y un máximo de 14. En segundo lugar, ramas enteras del consumo no se tuvieron en cuenta por falta de datos. “Por ejemplo, sabemos muy poco sobre el volumen de la infraestructura de telecomunicaciones”, advierte Vélez. 

A eso hay que añadirle que el consumo en países comos Estados Unidos ronda las 70-80 toneladas por personas y año, muy por encima del mínimo identificado. Vélez insiste en que el mensaje del trabajo no es que haya que consumir menos, pero queda la duda de que cierto nivel de redistribución sea imprescindible. 

Mario Giampietro, investigador del Institut de Ciències i Tecnologies Ambientals (ICTA-UAB) cuestiona el implante general del estudio. “Son cálculos aproximados, testimonio de la situación patética en la cual se encuentra la ciencia de la sostenibilidad”, afirma. Giampietro destaca los amplios márgenes de aproximación: por ejemplo, “no son lo mismo 2.100 calorías de arroz y 2.100 calorías de langosta”, afirma.

Es complejo tener en cuenta toda la red de infraestructuras que están detrás de cada objeto. “Lo que importa Europa requiere el trabajo de 140 millones de trabajadores equivalentes a uno europeo", destaca como ejemplo del volumen de esa contribución. 

El experto también subraya que hay imponderables en juego, cómo la disponibilidad de energía, la seguridad internacional (el rearme asociado con la guerra de Ucrania, por ejemplo, representa una subida inesperada de consumo de materiales), o el nivel de complejidad de la sociedad futura en términos de actividad y servicios. “Estos cálculos pueden cambiar radicalmente en tan solo 10 años”, observa. 

Fanning reconoce las limitaciones, pero afirma que al menos el estudio es un punto de partida para empezar un debate.

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