En el PP han asumido que no pueden sacar a relucir sus diferencias territoriales frente al Gobierno de Pedro Sánchez en cuestiones relevantes como la financiación autonómica, la condonación de la deuda o el agua. Lo escenificaron en el Consejo de Política Fiscal y Financiera este lunes y lo reafirmaron un día después la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el jefe del Consell, Carlos Mazón, durante la segunda cumbre Madrid-Comunitat Valenciana que se celebró ayer en la capital.
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Ayuso es vista con recelo en algunas autonomías por mantener públicamente posturas que pueden entrar en contradicción con los intereses de otras comunidades ahora gobernadas por el PP, pero ayer mantuvo el foco apuntando al presidente del Gobierno y delante de Mazón respaldó buena parte de los puntos clave de la agenda valenciana. Algunos, como la quita de la deuda, era la primera vez que los secundaba. «No nos van a dividir», resumió la madrileña.
Uno y otro enfatizaron repetidamente que esta alianza política tendrá efectos en las relaciones comerciales, enfriadas durante los ocho años de Botànic, y que estas trascenderán a ambas autonomías. «La beneficiada es España», repitieron. El ejemplo más repetido, el del Puerto de València, cuya ampliación pusieron de ejemplo de una iniciativa orientada al «bien común». Mazón defendió su «urgentísima» necesidad y subrayó que la obra será «sostenible y compatible».
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Ambos dirigentes se esforzaron en dejar claro que estas dos comunidades empiezan una nueva etapa de colaboración tras los años de la izquierda en la Generalitat. El primer gesto lo lanzó Mazón, que nada más comenzar su intervención se distanció de la visión que su antecesor Ximo Puig tenía de las políticas de Ayuso: «La Comunitat Valenciana no ve a Madrid como foco de arrase turístico, con ojos de ‘dumping’ o que esté buscando prohibirle crecer o competir. Cuando otro territorio de España compite no se llora, se compite con él». Aseguró también que su Consell no pedirá a Madrid que renuncie «a su papel central». «No queremos una Madrid disminuida en su fortaleza».
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Luego llegó el turno de los guiños de la presidenta del Gobierno madrileño, que mostró por primera vez en público su apoyo a la quita de la deuda que pide la Generalitat pese a ser una de las primeras dirigentes en denunciar el agravio que supondría que la condonación solo llegara a Cataluña. «Sí vemos bien ayudar a la Comunitat Valenciana y sí vemos bien ayudar a las demás», dijo Ayuso.
Pero como su posición ha sido contraria a cualquier quita, incluso si afecta a Madrid, lanzó un segundo mensaje que desviaba la atención de su colega Mazón. «La C. Valenciana ha heredado una deuda inasumible», dijo en referencia a los gobiernos del Botànic. «No es posible que nadie se haga responsable de eso, no hay derecho», dijo omitiendo que buena parte del pasivo valenciano proviene de épocas del PP.
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No fue el único tema en el que ambos dirigentes mostraron conexión. La financiación autonómica, que divide a los populares en función de la autonomía de origen, fue el segundo asunto en el que coincidieron. El punto de fricción, otra vez, lo situaron en Cataluña. Ayuso advirtió que ambas comunidades están «infradotadas» por el sistema y señaló que cada territorio «tiene sus peculiaridades» y que es necesario tenerlas en cuenta para buscar una nueva fórmula.
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Y por último, el agua. Ayuso decidió entrar en esta guerra hace semanas y los criterios sobre el uso de las cuencas son diferentes también en función de la comunidad. «Con la política hidráulica es igual, no podemos permitir que los dogmas sectarios de los mismos supuestamente en pro de una ecología que no les importa, mermen la capacidad de crecimiento con informes que no existen, expertos que no están y que se mueven por el sectarismo».