Decir, como hizo Andreu Buenafuente en uno de sus monólogos, que el papa Benedicto XVI "no ha estado muy católico"; o escuchar a Luis Piedrahita que va a hablar "de la parte más sensible del ser humano, el capó del coche"; asegurar que alguien es "el rey del mambo" o que se ha "cubierto de gloria". Todas estas expresiones manifiestan una gran carga de ironía. Unas, simplemente al leerlas en el contexto y otras, al utilizar una marca tipográfica, como las comillas o, en su caso, las cursivas.

Esto, reducido al máximo, es el punto de partida del estudio que ha realizado una decena de profesores de la Universidad de Alicante, dentro del Grupo de Investigación para la Ironía y el Humor (Griale), para desgranar y marcar las pautas que definen el uso de estas herramientas, tanto en la comunicación cotidiana, como en la escritura, la prensa, el espectáculo y, también en su aplicación a las clases de español para extranjeros.

Griale, bajo la coordinación de la catedrática Leonor Ruiz, quiere poner en común todos los resultados de su investigación y para ello ha organizado un Simposio Internacional sobre la Ironía y el Humor, que se celebra mañana y el jueves en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras de la UA, en el que se dan cita algunos de los mejores investigadores a nivel nacional e internacional en torno a esta temática.

El proyecto surgió en 2002, dentro de la iniciativas I+D del Ministerio de Educación y Ciencia. Entonces la investigación se centró en la ironía y se desarrolló hasta 2008, para analizar cómo funciona este recurso en contextos reales, tanto escritos como orales. A la ironía se sumó el humor en un segundo proyecto, que se ha ejecutado entre 2008 y 2011, una ampliación que complica el estudio, ya que "es mucho más complejo, más general", apunta Leonor Ruiz. "El humor puede utilizar la ironía o no, igual que puede haber ironía sin humor", y lo que se ha estudiado son "las marcas e indicadores, los elementos lingüísticos que están en el discurso y que todos usamos para hacer ironía o humor".

Los resultados de esta investigación, en la que cada experto ha analizado un aspecto como el chiste, el monólogo, la viñeta gráfica o la conversación espontánea, apuntan que en España "tenemos sentido del humor y utilizamos la ironía, además hemos observado que en las conversaciones cotidianas somos bastante irónicos, hablamos con sarcasmo pero lo hacemos sobre todo para establecer lazos con los demás, como un elemento de integración social, para pertenecer al grupo".

Para la coordinadora de Griale, hay diferencias entre unos países y otros, "aunque no lo hemos analizado en profundidad". Lo que está claro, afirma, es que "hay culturas que de por sí son irónicas y humorísticas, como la británica; en España también, pero hay diferencias radicales entre la moralidad y la escritura".

En su opinión, estos recursos "enriquecen el lenguaje". El procedimiento básico "es la entonación que es la que confiere a una frase ironía o humor" y en la comunicación escrita "una locución o si escribes comillas o cursivas o negrita".

El monólogo, una de las modalidades de humor que se han estudiado en esta investigación, "da para mucho" porque ahora está en las televisiones, pero también se ha recogido en libros y se realiza en locales nocturnos. "Hay una cultura que se está imponiendo muy interesante porque el que va a escuchar un monólogo ya está predispuesto para el humor".

Salvatore Attardo y Kurt Feryaerts, en corrientes opuestas

El simposio, que inaugura hoy el decano de la Facultad de Filosofía y Letras, Jorge Olcina, contará con ponentes de renombre internacional, "aunque no es una parcela que esté muy estudiada", asegura Leonor Ruiz. El que abrirá las ponencias será Salvatore Attardo, de la Universidad de Texas, "uno de los grandes expertos, ya que lleva 20 años trabajando en la teoría lingüística del humor". También Kurt Feryaerts, de la Universidad de Leuven, "que precisamente ha abanderado una de las corrientes que se opone a la de Attardo". Asimismo, se darán cita en Alicante Patrick Charaudeau, de la Universidad de París Norte; Javier Muñoz-Basols, de la Universidad de Oxford; Elena Méndez, de la Universidad de Sevilla, o Amadeu Viana San Andrés, de la Universitat de Lleida. C. M.