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Imágenes de primera mano

María Moldes, afincada en Alicante, formará parte del primer photobook de Instagram

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Teniendo en cuenta que Instagram cuenta con más de 100 millones de usuarios activos y que cada segundo se suben desde el móvil alrededor de 700 fotografías en todo el mundo, el hecho de que María Moldes, gallega afincada en Alicante, haya sido uno de lo 100 elegidos para el primer photobook sobre esta red social es, cuando menos, sorprendente. Pero es así. Esta artista en ascensión, que nunca estudió para serlo, que no se marcó esa meta, pero que ha conseguido salir hasta en The Guardian, huyó de la estresante vida rutinaria de un trabajo que cualquiera envidiaría y rompió con todo. Se trasladó a Alicante y «empecé a hacer lo que me gustaba». Y lo que le gustaba era la fotografía.

Diez años viajando por el mundo hizo de la fotografía un hobby, que se convirtió en algo más cuando estuvo seis meses recorriendo Asia y solo se separaba de la cámara «para dormir». «Es es el mejor máster que pude hacer». Sin embargo, no era lo que ella quería. Así que empezó a hacer fotografías con el móvil y a subirlas a Instagram. Ahí se creó su propio rincón de seguidores, sobre todo norteamericanos y australianos, incluidos un fotógrafo de la Agencia Magnum y Daniel Arnold, considerado el mejor de Instagram. El caso es que son ya 2.000 seguidores los que ha conseguido, «que son muchos para mí».

Y uno de ellos fue el editor de Out the phone, el primer libro que recoge una selección de 100 fotógrafos que suben sus imágenes a Instagram. «Se puso en contacto conmigo hace poco más de un mes y me propuso participar. Envié una de mis fotografías y el libro ya está en imprenta».

La repercusión de esta publicación ya ha sido grande a pesar de que aún no ha visto la luz. El periódico británico The Guardian ofrecía el mes pasado un reportaje sobre este libro y entre las cinco imágenes que reproducía y de las que hablaba estaba la de María Moldes, la de una mujer dormitando en la playa de Levante de Benidorm.

Pero no es cualquier fotografía. Benidorm se convirtió en uno de sus objetivos. Buscaba gente mayor y quería acercarse lo más posible. Como reflejo de una realidad que, asegura, pocas veces vemos. «Intento reflejar lo que veo en la calle y es es un país envejecido, por eso hago mucha foto de gente mayor», asegura, «pero me gusta». Así, aprendió a sacar partido de eso que veía. «Me hace gracia la forma estrambótica de vestir, sobre todo las mujeres mayores, cómo se cuidan el pelo, las uñas... me parece muy tierno».

Todas estas imagenes de la playa de Benidorm forman parte de la serie Escenas de la vida radioactiva, con las que el jueves inaugura en Alicante una exposición en Mistos, con una veintena de estas fotografías, la mayor de 40x40 y gran parte de 30x30. La particularidad de sus trabajos es la cercanía, el detalle y que «saturo un poco el color pero no las edito mucho, elijo días con luz potente y más que editarlas busco gente que tenga colorido en sí misma».

Precisamente en Mistos empezó todo, cuando tras llegar a Alicante le dieron una beca y tuvo un año de formación gratuita. Ahí fue cuando se decantó por el móvil porque la réflex le quedaba «grande» para sus proyectos de cercanía y su carácter surrealista. Después llegó su participación en PhotoAlc y después la residencia en el proyecto A Quemarropa del Colectivo Cristal en Parking Gallery, algo que marcó un antes y un después.

La próxima serie, «sobre gente que va por la calle». En Alicante.

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