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Arte

El bullicio en NY

Las evidencias, las soluciones en la obra de un artista, constituyen los argumentos que rebaten, imitan, contradicen, hacen propios los argumentos de otros artistas que toma como referencia en el diálogo imprescindible del arte. Esto forma parte de lo asimilado, de lo visualizado, de lo vivido por el artista y como tal pasa a su obra. No cabe duda que Xavi Carbonell, actualmente en la Casa Bardín, está inmerso en el expresionismo abstracto, pero sobre todo, en el informalismo de Saura, y esto, lejos de ser un demérito, según aquellos que piensan que el arte empieza solo con ellos, es un signo de entendimiento y de sensibilidad: sensibilidad para buscar una voz propia y para no caer en el elogio fácil al autor admirado. Saura es uno de los hitos no solo del arte español sino en el mundial. Seguir su estela es muy conveniente para un temperamento tan esponja y tan productivo como el de Xavi. La aventura de Nueva York, en la que está inmerso desde hace más de una década, lo sitúa en un espacio artístico que vive completamente fuera de las convenciones y cortapisas españolas. En Nueva York se vive la pintura con la misma pasión con la que se vive las últimas tendencias o se revisa a los clásicos, para ser completamente moderno, es decir de nuestro tiempo. Es lógico que Xavi haya encontrado este interlocutor válido en esta ciudad, que le sirve para desarrollar su arte. El artista siempre busca un entorno en el que su trabajo tenga una crítica, una valoración, una repercusión, para seguir en ese diálogo, evolucionando en el conocimiento de la pintura y en la expresión de sus inquietudes. En la obra de Xavi Carbonell nos encontramos con ecos de Pollock, Basquiat, De Kooning, autores que están presentes en esta ciudad que aún busca dar sentido a la pintura. NY supone desde hace muchos años el centro neurálgico del arte plástico y sus artistas proyectan su influencia al resto del mundo.

En esta exposición que nos muestra la obra de los últimos años, repite de manera convulsa, rítmica, unos personajes, caracterizados por el trazo infantil. Algo que Xavi viene ya definiendo desde hace tiempo, en ese gusto por la creación espontánea del niño, de la que parte para reelaborar todo un mundo que circula alrededor de esos gestos muy definitorios, directos, expresivos. Xavi traza sus gestos y goteos sobre superficies blancas, buscando ese efecto de dibujo primario, intentando crear una escritura lúcida de sus experiencias plásticas, traducidas, en este caso, desde la sensación del bullicio de la ciudad de NY, de su multiplicidad.

En Xavi Carbonell, como en Saura, hay una voluntad en la rapidez de la acción, una gestualidad, una inmediatez que surge de un estado de concentración y de libertad. Xavi es un pintor que se siente capaz de traducir sus vivencias en el lienzo y con ese material intenta entablar el dialogo con la cultura. Juego y sensibilidad, aprendizaje desde la mirada: lo visual tiene conocimientos que solo se trasmiten desde lo visual, ahí están para quien los quiera leer.

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