Apología del ocio electrónico
No son pocas las personas que todavía no entienden el alcance e importancia del sector del videojuego. No se han parado a pensar en la cantidad de puestos de trabajo que genera esta industria, ni en los enormes presupuestos que mueven las grandes compañías para crear sus videojuegos insignia, o en la gran incidencia que tienen en el desarrollo cultural de una sociedad como la nuestra. El ser humano siempre ha buscado la mejor manera de expresarse a través de los diferentes medios artísticos de los que disponía en cada época histórica, lo que a su vez ha supuesto una palanca de cambio que le ayuda a alcanzar una mejor comprensión del mundo que le rodea: partiendo de las primeras pinturas en cuevas y pasando por la arquitectura renacentista, la fotografía analógica, la música clásica, el cine en color o la pintura postmoderna. Cada una de estas artes ha seguido su propio camino y ha creado su particular idiosincrasia.
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El videojuego no es otra cosa que un medio expresivo más; la única diferencia es que ha sido el último en llegar. Siguiendo el ejemplo de países como Alemania, en el año 2009 España le concedía la categoría de bien cultural, equiparándolo así con industrias tan establecidas como la del cine o la música. Por ello es importante que cambiemos el chip y miremos al ocio electrónico con otros ojos. Ya no es un entretenimiento para niños. El medio ha madurado mucho desde sus inicios y es capaz de contarnos grandes historias de forma magistral. Incluso directores de cine consagrados como Guillermo del Toro han tratado de adentrarse en él. Por algo será.
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