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Un cura singular, por Francisco Esquivel

Decir Antonio Vivo es decir Alicante. Está tan imbricado en infinidad de aspectos de la ciudad y de su geografía humana que, con su ausencia, costará reconocerla. Ir con él por la calle era echar el día. Lo paraban, le consultaban, lo agasajaban... Pese a la enorme tarea desplegada en el orden educativo, sacerdotal, investigador, asistencial, movilizador y espiritual aún le parecía poco. Con la décima parte de lo impulsado a lo largo de su fértil y prolongada andadura, cualquier mortal estaría hecho unas castañuelas. Él, no. Él seguía pensando en lo que quedaba por rematar. Ése era don Antonio. Un caso.

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