Los cineastas alicantinos Rafa G. Sánchez y Álex Cuéllar buscaban los más difícil en la sinergia de cine y guerra civil: relatar los hechos sin partidismos políticos y, sobre todo, abordar el contexto desde un prima original que también innovador.
Para ello, entendían que nuestra goyesca «muerte a garrotazos» debía aprisionar un grado de experiencia, un punto que fuera más allá del simple relato. Por eso, desde los refugios antiaéreos de Alicante, sobre el ruido incesante, el sonido que aterra sobre el cielo, comprendieron que había una nueva narrativa que contar y, sobre todo, compartir.
Así nace pues el corto-documental R31, que se ha convertido, en los últimos meses,en la exportación cultural de un retazo de nuestra historia reciente cuando su visionado recorre festivales de Argentina, Colombia, Eslovaquia, Italia y Estados Unidos. Es más, los próximos días 10 y 11 de noviembre también se exhibirá en uno de los certámenes con mayor prestigio como el DocsValència.
«Teníamos claro que queríamos contarlo de una manera diferente a como se cuenta siempre nuestra memoria histórica. Queríamos hacer partícipe al público de la sensación que estas personas vivieron durante la Guerra Civil con los bombardeos, metiéndose en los refugios, así como también destacar la importancia de estos refugios para toda la población civil porque la nuestra fue un ensayo para el resto de contiendas bélicas», explica Rafa G. Sánchez respecto a los bombardeos-pruebas sobre la población civil a modo de sometimiento y presión que servirían, tiempo después, para las practicadas durante la II Guerra Mundial.
«Con el corto no queremos ser partidistas, sino contar unos hechos sobre los bombardeos y, al final, ver qué es lo que queda de todo esto, sobre el absurdo de la guerra, porque quienes más la pagan son siempre los que menos tienen», aclara el cineasta alicantino Rafa G. Sánchez, de la productora Runtun Films.
R31, que en su rodaje contó con la ayuda del IVC de la Generalitat, encierra pues «una experiencia sensorial» encaminada a involucrar al espectador en las «voces y sonidos» que acontecen en los refugios antiaéreos de Alicante. «Hemos querido transportar al público lo que sentían esas personas», concluye Rafa G. Sánchez.
