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Javier Cercas: «No basta con contar la verdad, también hay que desmontar las mentiras»

El autor abre el jueves el ciclo literario «La dignidad de la palabra» en Elche

El escritor extremeño Javier Cercas en una imagen promocional de su último libro, Terra Alta. Arduino Vannucchi

¿Qué le sugiere el título «La dignidad de la palabra»?

Con las palabras se puede hacer lo mejor y lo peor. Nuestra obligación es hacer lo mejor con ellas. Sobre todo, porque tienen un poder extraordinario.

En esta época de redes sociales, ¿la palabra está en peligro?

La palabra siempre está en peligro. Se puede usar mal y eso es letal, catastrófico. ¿En qué consiste usarla mal? En contar mentiras. Hoy no se cuentan más mentiras que antes, el problema es que el poder de difusión es mayor que nunca. Los medios también tienen más poder que nunca y ese es el hecho definitorio de nuestra época. La verdad crea hombres y mujeres libres, la mentira solo crea esclavos. Eso lo dice el Evangelio, el lenguaje siempre ha estado en peligro.

¿Cuál es la receta ideal para combatir las fake news

La respuesta es muy sencilla, se combaten con la verdad. Ya no basta con contar la verdad, también hay que desmontar las mentiras que nos inundan. Sobre todo las más peligrosas, las que se construyen con medias verdades. Tienen el sabor de la verdad y pasan, por tanto, por ellas. Sobra decir que la responsabilidad de los periodistas es mayor que nunca. Es una responsabilidad de todos pero del periodismo aún mayor. El bueno, no el malo, es necesario.

Ganó el último Premio Planeta, ¿cómo recibió la noticia?

Con alegría y gratitud. Hay muchos tipos de premios en España y fuera y a mí me han dado más fuera. El Planeta tiene la particularidad de que es extraordinariamente popular y eso es muy bueno. Lo mejor que le puede pasar a la literatura, en general, y a la novela, en particular, es ser popular, decir cosas relevantes para la gente. Salir de las catacumbas y de las manos de la universidad, los especialistas y los críticos. Luego, se premian novelas buenas, malas y regulares.

Al protagonista de Terra Alta le salva leer Terra AltaLos miserables

La literatura es más que útil siempre que no se lo propone. En el momento en el que aspira a ser útil se convierte en propaganda o pedagogía y deja de ser literatura. Sirve para vivir más, de manera rica, compleja e intensa. Nos permite volver a apropiarnos de nuestra vida. Y nos ayuda a ser lo que queremos ser, que es la máxima ambición que puede tener el ser humano.

Su personaje es un policía con pasado complejo, ¿le gusta moverse en esas dualidades?

Es lo que más me interesa. Puedo responder con un verso del gran poeta inglés Robert Browning de La apología del obispo Blougram: «Nuestro interés está en el lado peligroso de las cosas, en el ladrón honesto, el asesino afectuoso, el ateo supersticioso». Me gusta mucho este poema. Me interesa explorar el lado peligroso de las cosas, los seres humanos somos muy complejos. Así es Melchor Marín, también muy rico, y yo lo adoro porque es limpio de corazón.

Si tuviera qué hacer una anatomía del instante actual de nuestro país, ¿cuál sería?

Estoy a la expectativa. Siento curiosidad porque tenemos un Gobierno nuevo, inédito en la historia de la democracia. En ningún país de Europa ocurre algo similar. Deseo que suceda lo mejor. Hay un aspecto que es muy importante, vivimos en Europa. En España, gracias a Dios, dependemos de Europa: moneda, parlamento, gobierno, leyes, justicia? Es lo mejor que tenemos, nuestro seguro de vida. Si no fuera por eso, la crisis de 2008 y 2009 hubiera acarrado consecuencias terribles.

¿Qué consecuencias imagina si no ocurriera lo que dice?

Esta crisis fue un terremoto monumental, comparable a la de 1929, que provocó el surgimiento de los totalitarismos y la Segunda Guerra Mundial. La crisis del siglo XXI ha provocado la aparición del nacional-populismo. Como ocurre en los fascismos, que la gente ya no sabe lo que es, simplemente se usa como insulto, se manifiesta de manera distinta en cada país. La manifestación más visible es Donald Trump pero también tenemos el Brexit, Salvini, la reaparición de la extrema derecha en Alemania o la crisis catalana.

¿Y qué papel tiene Europa?

Pertenezco a la primera generación de europeos que no conoció una guerra entre grandes potencias. Vivimos la tiranía del presente y olvidamos el pasado. Europa ha logrado un avance descomunal pero lo de mil años no se arregla en dos días. El nacional-populismo ya destruyó dos veces el continente el siglo pasado. Lo que no podemos es vivir pegados al griterío de las redes sociales y las pequeñeces de nuestros partidos políticos.

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