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5.000 años enterrados en la Cova del Randero

Hallan restos humanos neolíticos de al menos tres individuos en las primeras excavaciones de la cámara funeraria del yacimiento de Pedreguer. También aparece un hueso de caballo del Paleolítico

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Galería: 5.000 años enterrados en la Cova del Randero

Irene alza la voz a través de la mascarilla. Acaba de extraer de la tierra un hueso. Parece de caballo. No como los que conocemos ahora. Un caballo del Paleolítico Magdaleniense, es decir, de unos 17.000 años antes de Cristo. Este hallazgo ocurrido el pasado jueves en la Cova del Randero de Pedreguer se suma al de huesos de al menos tres humanos de unos 2.700 años a. C. aparecidos en los últimos días en la primera excavación que se realiza en la cámara funeraria de este emplazamiento, dentro de la campaña que desde el MARQ se está desarrollando en este yacimiento único.

El director de Exposiciones de la Fundación MARQ y experto en Prehistoria, Jorge Soler -recién nombrado director del Mubag-, y la técnico de Colecciones del MARQ, Consuelo Roca de Togores, dirigen estos trabajos que afrontan ya la cuarta y última semana de esta campaña, con un equipo reducido a ocho personas a consecuencia del covid. «Esta campaña es magnífica por la cámara funeraria; estamos cerrando temas que empezamos hace ya 14 años cuando excavamos por primera vez y entendemos más la cueva y qué se hacía ahí dentro, y sobre todo hemos encontrado huesos humanos», apunta Soler.

Un yacimiento que define como «único». «Hay restos del Paleolítico con unas cronologías muy interesantes». El registro más antiguo es de unos 17.000 años a.C. y el siguiente corresponde al Neolítico, en torno al 5.100 a. C., «de gente que llega a la cueva, entra y no se queda, pero deja un vestigio, una estructura de combustión». Después, los restos aparecidos son del 4.400 a.C., momento en el que la cueva se utiliza regularmente durante más de dos siglos como lugar para el ganado. «Tenemos un espacio de más de 200 metros y conocemos su funcionalidad, podemos entender la vida cotidiana».

La arqueóloga, con el hueso de caballo del Paleolítico encontrado. David Revenga

Restos humanos

La cámara funeraria se descubrió al final de la cueva en la campaña del pasado año, pero se empezó a excavar el 17 de agosto con la apertura de un pequeño acceso que obliga a entrar arrastrándose por el suelo durante un par de metros. En estas tres semanas han aparecido restos óseos de al menos tres individuos, datados sobre el 2.700 a.C . El último, una costilla que salió a la luz esta semana. «Hemos visto, gracias al topógrafo, que esos huesos tienen una conexión anatómica y, además, hay rasgos de una artrosis tremenda en algunas vértebras que nos hacen ver que son de la misma persona», destaca Consuelo Roca de Togores. «Es muy difícil saber si son del mismo individuo, pero al tener esta patología está claro». Además, han aparecido dos maxilares superiores, «con lo cual ya tenemos a dos individuos».

El siguiente paso será comparar estos restos con los que se encontraron en los 80, en la sala anterior de la cueva y que están depositados en Gata de Gorgos. «Son huesos de dos personas y si coinciden con los que hemos sacado ahora pues pertenecerían a las mismas personas».

Las investigaciones también se centrarán ahora en saber si los huesos encontrados en la cámara funeraria son de enterramientos originales o si fueron trasladados allí desde otro lugar.

La doctora Elisa Domenech en una de las zonas de la cueva. David Revenga

Una carnicería del Neolítico

La Cova del Randero, que en los años 70 estuvo a punto de que sus propietarios la convirtieran en una bodega, no fue un lugar utilizado como vivienda durante el Neolítico, sino que era un espacio para la estabulación de ganado. «No vivían aquí -afirma Roca de Togores-, la utilizaban para meter el ganado de forma estacional».

Por los restos animales encontrados, «el volumen cárnico es enorme, por lo que no era solo para consumo propio sino que también comerciaban con otras comunidades». En el interior se ha documentado que una sala se usaba para el ganado adulto y otra para ovejas y cabras jóvenes» y después de cada campaña se quemaban los excrementos en la sala de la entrada.

El proceso de preparación de la carne queda patente también por la gran cantidad de huesos en una de las salas, convertida en basurero. «Una de las galerías estaba colmatada de huesos de animales y entre los primeros niveles y los últimos hay unos 200 años de diferencia, que coincide con el último momento de uso, unos 4.400 años a.C., que es la fecha del gran vaso cerámico encontrado hace unos años».

Un aspecto importante de los hallazgos de esta campaña está en algunas cerámicas neolíticas que presentan decoraciones con motivos desconocidos. Así lo asegura el catedrático de Prehistoria de la UA, Mauro Hernández, en su visita al yacimiento. «Es excepcional, con materiales únicos que presentan unas decoraciones que abren nuevas perspectivas al estudio de las culturas neolíticas del levante peninsular».

Algunas de las vértebras aparecidas. David Revenga

Vestigios paleolíticos

La que sí habitaba la cueva, aunque de forma estacional, era la comunidad de cazadores y recolectores que se instaló en este espacio unos 17.000 años a.C. Lo sabe bien la especialista en Paleolítico Elisa Domenech que participa en las excavaciones para investigar ese periodo. «Hice un pequeño sondeo al principio de la cueva y empezó a salir material de esa época», destaca. «Hemos encontrado colgantes, conchas, unas láminas que usaban como proyectiles y fauna en gran cantidad, pero de animales grandes». Como el caso del hueso de caballo aparecido esta pasada semana.

El equipo que dirige Jorge Soler trabaja desde las ocho de la mañana hasta las dos y media en la cueva, y después se traslada a El Campell, la casa donde viven y donde han instalado el laboratorio con todos los materiales, gracias a la cesión del Ayuntamiento de Pedreguer. «Aquí estamos trabajando hasta las nueve o las diez de la noche con el inventario, la topografía, el dibujo... Esto es una cadena de aprendizaje porque la gente de 30 aprende de los de 40, y los de 20 de los de 30, y eso es muy interesante porque se va transmitiendo el conocimiento».

Detalle de la cerámica que presenta motivos desconocidos. David Revenga

Una exposición futura

Realizar una exposición en el MARQ con todo este material es uno de los objetivos que se ha marcado la diputada de Cultura, Julia Parra. «Esperamos que algún día esta investigación se vea plasmada en una exposición para trasladar a la sociedad los resultados de este ambicioso proyecto pluridisciplinar».

Parra, que reconoce el gran apoyo que recibe en este proyecto la Diputación del Ayuntamiento de Pedreguer desde hace 14 años, resalta «la paciencia y la tenacidad del equipo de investigación» y remarca la apuesta del organismo provincial «por la investigación de calidad, haciendo ver que su desarrollo es la mejor base para fomentar el respeto por nuestro pasado y nuestro patrimonio».

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