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Fernando León de Aranoa: «‘‘El buen patrón’’ es una cinta que se defiende sola»

El cineasta Fernando León de Aranoa. | EUDARDO PARRA/EP

Bromea el director Fernando León de Aranoa cuando afirma que lleva bebidos «unos cuantos litros de agua» desde que esta semana se anunciara que El buen patrón entraba en la lista de los quince filmes preseleccionados al Óscar a mejor película internacional, una cinta en la que confía porque «se defiende sola».

En una entrevista telemática, el madrileño sostiene que esta elección es la primera señal de que esta sátira sobre relaciones laborales, protagonizada por un empresario de balanzas de precisión, al que da vida un convincente Javier Bardem, se está recibiendo «muy bien» en Estados Unidos.

También asegura que los primeros que la han podido visionar allí han entendido «lo que se cuenta, cómo se cuenta, el humor, los personajes, que les son familiares», algo que ya percibieron en las primeras proyecciones que se llevaron a cabo en Estados Unidos, sentado el equipo «al fondo de una sala».

Muestra el director su total confianza en la película y cree que los académicos se darán cuenta de que «tiene armas y se defiende sola. Entronca con una tradición de un tipo de comedia adulta, a la italiana, que ha sido muchas veces reconocida en los Óscar».

A su juicio, en El buen patrón hay «esos reflejos, esa familiaridad» que él tanto aprecia de las películas de los años sesenta, setenta, incluso ochenta, de determinado cine italiano y norteamericano, «una manera de contar que allí comprenden muy bien y gusta, por lo que eso también me hace ser optimista».

En las primeras proyecciones en Nueva York y Los Ángeles notó, satisfecho, «cómo de bien se entiende al personaje de Bardem, que provoca unas risas incómodas» de «me hace gracia este tío, me río con él, pero a la vez, ¿de qué me estoy riendo? Porque es capaz de cualquier cosa, como se va comprobando», destaca el realizador que ya trabajó con Bardem en Los lunes al sol.

Para Fernando León de Aranoa, «esa empatía con el personaje es fundamental, creo que es muy sana, aunque sea un canalla que abusa de su poder, pero es sano que todos sepamos o busquemos identificarnos, porque algo de eso hay en todos».

De lo que más ganas tenía allí era de escuchar la sala. «Eso es lo mejor, porque es donde sientes que la percepción de la película es más cálida. El público norteamericano es más expresivo y hubo una recepción muy buena no solo con las situaciones cómicas, sino también con el personaje. Eso me hizo sentirme muy tranquilo desde el minuto cinco», afirmó.

Para el director madrileño, el espectador se acaba cuestionando: «¿En qué tren me he subido? ¿En qué estación me bajo», generando, en su opinión, en torno a la película un interesante debate. «Es la película -prosigue- de la que más me está interesando hablar después de haberla rodado porque es de las que recibo la contradicción de los espectadores, de hasta dónde llega la contradicción de la película».

«No hay peor abuso que el que es aceptado y eso ocurre a veces. Se ejerce el poder, como ocurre en algunos momentos de la película, de una manera excesiva, pero hay también una relación de vasallaje por parte de algunos trabajadores con respecto a ese poder», apostilla León de Aranoa.

Pero a la vez, destaca la importancia del humor. «El humor es la mejor forma de acercarse casi a cualquier cosa; en mis películas siempre ha habido humor, pero es verdad que en esta película sentía la necesidad de no contenerlo como en otras», señala el director de dramas intensos, como Barrio (1998) o Princesas (2005).

De hecho, afirma que «el punto de partida casi me lo regalaba el personaje: el modo en el que se desempeña el patrón, metiéndose en la vida de sus empleados para intentar arreglar pequeñas cosas, cada vez un poquito más..., pero la manera en la que lo hace es tremenda, hay humor ahí».

«Hay algo catártico en reírte de las cosas, en coger cosas que son terribles y subirlas a un escenario: es una manera de derrotarlas. Humor es uno de los nombres de la inteligencia y forma parte de la vida», asegura.

Preguntado por lo que puede ocurrir en las próximas semanas con esta película, que a día de hoy ya han visto medio millón de espectadores, el día 7 de enero cuando la película se verá en el Palm Springs International Film Festival, certamen de referencia para los académicos, y donde Javier Bardem recibirá uno de los reconocimientos, reconoce que el actor es un motor fundamental de la cinta.

León de Aranoa confiesa que no ha visto todavía las otras preseleccionadas, pero cree que tanto la japonesa Drive My Car, la noruega The Worst Person in the World o la islandesa Lamb están bien posicionadas.

El director no quiere pensar en el 8 de febrero, cuando se conocerán las cinco películas finalistas, ni mucho menos en el día 24 de marzo, cuando se entregarán las doradas estatuillas más codiciadas de Hollywood.

Lo que tiene claro el cineasta es que, si acaba pisando la alfombra roja, lo hará sin una corbata apretándole el cuello.

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