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Tribuna

Adrián Espí, un cuidador del patrimonio cultural

El que fuera director del Instituto de Cultura Juan Gil-Albert durante ocho años, historiador, profesor de la UA y una persona muy vinculada a las fiestas de Alcoy, falleció ayer a los 81 años

Adrián Espí, un cuidador del patrimonio cultural JoséFerrándizLozano

Con Adrián Espí se va un historiador, un crítico de arte, un docente universitario, un académico, un cronista, una persona vinculada al mundo de la fiesta -especialmente a los moros y cristianos de Alcoy-, un gestor cultural, un colaborador en prensa, un ciudadano que hasta tuvo su incursión institucional en la política, un especialista y un divulgador. Su legado sociocultural queda depositado en libros, artículos e imágenes.

La pandemia y el distanciamiento forzado nos han ocultado historias recientes y de pronto nos sorprenden noticias como la de su fallecimiento ahora, a los 81 años. Y eso provoca que las evocaciones se remonten a tiempo atrás. En mi caso, tendría que regresar a hace tres años con su participación como ponente en el Congreso internacional sobre Juan Gil-Albert para verle en una actividad cultural en abril de 2019, el año del 25 aniversario de la muerte del escritor alcoyano que da nombre al organismo que dirigió de 1995 a 2003. El Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert nos creaba complicidad, y puedo decir ahora que cuando llegué a la dirección de esta institución en 2015 me encontré una carta sobre la mesa del despacho. Era la primera que recibía y la remitía Espí para transmitir su felicitación.

Pero este episodio era anecdótico. Nuestros vínculos venían de antes y se debían curiosamente a un suceso medieval: el Tratado de Almizra. Su biografía ofrece sin duda otros perfiles más conocidos -no pueden omitirse sus estudios e investigaciones sobre arte y su conocimiento de los grandes pintores alcoyanos del siglo XIX y XX-, pero también es justo subrayar su mérito, menos conocido por vivirlo en la trastienda, en otro capítulo. Porque no es exagerado afirmar que fue el gran artífice de que en noviembre de 1976, año del VII aniversario de la muerte de Jaime I, se pusiera en escena por primera vez la representación teatral al aire libre del Tratado de Almizra en Campo de Mirra, un evento que se quedó después en la programación anual de este pequeño pueblo y en el patrimonio cultural de la Comunidad Valenciana.

La comisión local y las autoridades municipales que lo promovieron hallaron en la Diputación de Alicante, presidida entonces por el también alcoyano Jorge Silvestre, la institución clave para llevar a cabo el proyecto gracias a su patrocinio económico. Y Adrián Espí fue el diputado, o por decirlo de otro modo el hombre del presidente en la efeméride, encargado de la coordinación e impulso de la iniciativa, incluido el empeño de que Campo de Mirra tuviera también un monumento al Tratado, que realizó el escultor Vicente Ferrero y se inauguró en diciembre de ese mismo año. Su colaboración también se percibió en el discurso que pronunció Silvestre resaltando estas acciones ante los reyes de España en el Puig durante la clausura del VII Centenario.

Quienes desde jóvenes mantenemos la relación con la representación del Tratado y con su proyección siempre hemos tenido claro lo mucho que debe su vigencia a la implicación entonces de Espí. La última prueba de cómo perduraba aquella experiencia en sus vivencias culturales se evidenció en julio de 2016, día en el que el ciclo «Descubre una obra de arte» del Gil-Albert celebró su sesión en Campo de Mirra con Vicente Ferrero para hablar del monumento al Tratado. Y allí estaba Espí cuarenta años después.

El velatorio de Adrián Espí es en el Tanatorio Servisa de Alcoy. El funeral tendrá lugar en la iglesia de Santa María, hoy a las 11 horas, y el entierro a las 13 horas en el cementerio de Alcoy.

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