La apología del presente de Placebo rompe el termómetro del Low

El segundo día del festival toca máximos con el directo de los londinenses y con los conciertos de Lori Meyers o Xoel López uMiles de personas llenan el estadio en una jornada récord

Un tipo avanza de lado a lado por los callejones empedrados del Benidorm de toda la vida mientras, desde una ventana anónima, le cae un botellín de cerveza a un palmo de su sombra. El vidrio se rompe en mil pedazos; el ciudadano, que no sabe ni de dónde viene ni a dónde va, aminora el paso, que ya es difícil, y gira su cuello hacia arriba. No ve nada, por el sol, por la carga psicotrópica que aparenta llevar encima, y porque a las cuatro de la tarde la ciudad duerme. A su manera, pero duerme. Ni rastro de su potencial asesino involuntario. Si leyera los periódicos podría pensar que un batallón de ovnis le quiere aniquilar. Porque todos sabemos que ya están aquí. Los extraterrestres, digo. Lo dice U.S.A.

El público entregado en el Low Festival.  | JOSE NAVARRO

El público entregado en el Low Festival. | JOSE NAVARRO / RAMÓN PÉREZ

Lo cierto es que él no lo sabe. Deambula hasta que le atrapa una multitud de piernas que le siguen o a las que sigue él. Ya no se puede saber quién fue primero. Un acorde del «Bitter End» de Placebo le sitúa. Estoy en casa. Hoy y ahora.

En torno a esas dos palabras, (hoy, ahora) construyó anoche la banda londinense su discurso de hora y pico sobre el escenario Vibra Mahou del Low 2023. En medio del reguero de nostalgia desmedida en el que respira la peña, Brian Molko dijo en su castellano del profesor Maurer que no le interesa el pasado. No me hago fotos ni guardo papel de mí, que decía Jaime Urrutia.

Placebo apenas hizo un par de guiños a su trayectoria de élite como abanderados del grunge, del rock progresivo, del rock alternativo. De la música cojonuda, para entendernos todos. Sonó «Bionic», de su disco debut, pero ni rastro de «Every you every me», «Pure morning» o «Nancy Boy”» Caprichos de estrella, cosas que pasan sólo en la música.

Imagínense que van al cine a ver El padrino pero hoy no sale Marlon Brando, sale, yo qué sé, Toni Cantó. O que van a ver a Curro Romero y éste decide no torear. Bueno, esto sí que pasó más de una vez. El caso es que Placebo mantiene su halo, siguen sonando a The Cure, a The Smiths; a ellos mismos. Rayaron su último disco, Never let me go, y Molko dijo que no eran «un grupo británico, sino europeo».

A Placebo el festival les había guardado una hora privilegiada, no las 18.45 que se tuvo que tragar Xoel López. Aquí y ahora, pero para su pesar. El gallego fue recolocado en horario de telonero cuando sonó como siempre. Como un elitista del mensaje indie, arquitecto de melodías redondas. «Lodo», «La espina en la flor en tu costado», «Tierra» o su última «Fort da» fueron el hilo musical perfecto a una solanera pendenciera. «No puedo más», se disculpó en medio de una canción. «Está deshidratado, lo hemos metido en una bañera para que recupere volumen», bromeó Iván Ferreiro, que le sucedió con firmeza en el escenario Mini.

Los granadinos Lori Meyers, un poco antes que Placebo, se encargaron de poner el festival patas arriba sobre el césped de Foietes. «Mi realidad», «Emborracharme», «Siempre brilla el sol». No faltó nada, ni siquiera el clásico paseo de Noni entre el público. Quizás se topó con nuestro protagonista, quiero creer que atónito, constatando de primera mano que en el Low uno no camina, sino que esquiva; no respira, suda; no bebe, se hidrata. No ríe, se siente. No recuerda, vive. Aquí y ahora.

Al cierre de esta edición, Second y Ladilla rusa aún paseaban entre bambalinas. Hoy dan carpetazo a este Low Vetusta Morla, Bombay Bicycle Club y varios grupos más.