La eliminación del miércoles en Maracaná es el mayor fracaso de la historia de la selección española porque la caída del abismo es mayor que nunca. A mayor expectativa, mayor catástrofe. El único atenuante que se puede aplicar con justicia es que este equipo ha dado tantas satisfacciones a sus seguidores que se puede imponer una indulgencia que no debe por contra obviar lo que viene por delante: la regeneración de la selección y el inicio de una nueva etapa. Un cambio que algunos ya apuntaron que debía haberse producido ya en Brasil pero que tendrá que empezar el 8 de septiembre en el estadio Ciudad de Valencia en el partido contra Macedonia valedero para la Eurocopa de Francia del año 2016.

No es la primera selección que, defendiendo el título mundial, cae a la primera. Le pasó a Francia en 2002 y de una forma igual de fea. Otros tuvieron mucha más prisa por echar a perder su proyecto: la ganadora del Mundial de España de 1982, Italia, se hizo migas dos años después, porque ni siquiera fue capaz de clasificarse para la cita continental de tierras galas. Precisamente ese periodo de tiempo recuerda otro fracaso monumental de la selección española, que rivalizaría con éste, y que es el mejor ejemplo de cómo hay que iniciar una nueva era.

La selección de España 82 llegó con todas las ilusiones, la decepción fue enorme y significó un cambio forzoso en los protagonistas. Con la diferencia que aquella se despidió con el deshonor de quien nunca ganó nada. La actual selección fracasa porque hay muchos jugadores en el final de su carrera, porque hay jugadores fuera de forma, porque la competición doméstica es demencial y porque no se acometió la renovación con tiempo, en agradecimiento a los servicios prestados. Pero todo va a cambiar a partir de ahora.

Van a caer varios jugadores. Xavi, Xabi Alonso, posiblemente Casillas, Reina, Villa, Fernando Torres, Diego Costa? pero la cuestión es hasta dónde se puede prescindir de jugadores a los que todavía se le presume frescura y años como Piqué, Busquets, Iniesta, Cazorla, Mata, Cesc, Sergio Ramos o Juanfran. Pero el futuro viene de más atrás: de la quinta de campeones sub 21. La que debe comandar Koke, Isco, Thiago, Jesé (dos jugadores que debieron estar en Brasil si los ligamentos se lo hubiesen permitido), De Gea, Alberto Moreno o Deulofeu. La sabia combinación entre los que se queden y los que vienen residirá la clave del éxito.

El ejemplo del bienio 82-84 es ilustrativo. Tras el fracaso del Mundial hubo cambio de entrenador. Miguel Muñoz deshizo el proyecto de José Emilio Santamaría. Si el actual era el espejo del FC Barcelona, allí lo era el de la Real Sociedad bicampeona. Cayeron todos menos Arkonada, Satrústegui, Zamora, López Ufarte y Alonso (curiosamente, padre e hijo, Periko y Xabi, escenifican el cambio de etapa). Y con ellos, mucho más: Quini, Juanito, Tente Sánchez, Tendillo, Saura, Alexanco, Joaquín? no dejó títere con cabeza. Y era una quinta con recorrido, porque muchos de ellos aguantaron años jugando y, de hecho, esos jugadores habían renovado la selección que había fracasado en Argentina 78, la de los Pirri, Rexach, Dani, Cardeñosa, Rubén Cano y demás.

En la nueva etapa apenas sobrevivieron Arkonada curiosamente uno de los más denostados, Camacho, Gordillo y Santillana. Más algunos que lo vivieron en el banquillo mundialista, como Maceda o Urkiaga.

Se probaron muchos jugadores que luego desaparecerían en poco tiempo. La regeneración se hizo sobre la marcha con jugadores de equipos de toda condición. Allí estuvieron Juan José, Pedraza, Rincón, Gerardo, Bonet, Enrique Martín. Cádiz, Betis, Mallorca, Osasuna, Zaragoza, Sevilla? el equipo se fue esculpiendo con llegadas escalonadas: Gallego, Sarabia, Roberto, Julio Alberto, Goikoetea, Salva, Francisco, Señor, Carrasco? que alcanzarían la clasificación para Francia 84. Seguramente, comprando a los malteses para marcarles doce goles, pero peleando de tú a tú con Holanda.

En apenas dos años, y aún con algún golpe de suerte, como el gol de Maceda en el último minuto del último partido de la fase de grupos en Alemania, la nueva selección alcanzó lo que ni recordaba toda una generación: jugar la final. Y ese mismo equipo fue muy competitivo en el Mundial de México en 1986 con la llegada de Michel, Butragueño, Calderé, Zubizarreta, Salinas y alguno más.

Reveses sin cambios radicales

Los anteriores reveses de la selección en un pasado reciente no supusieron unos cambios radicales porque la selección se acostumbraba a cumplir con cierta dignidad en las fases de grupo para caer poco después. De hecho, varios de los tres veces campeones de Europa y Mundo vivieron el sinsabor de Alemania 2008, como Fernando Torres, Villa, Casillas, Xavi, Iniesta, Sergio Ramos, Cesc o Reina. La federación española ya no podrá pasear la Copa. La cotización de la Roja para amistosos caerá como un bono basura y los que confunden fútbol con patria y anti patria se harán un lío. Afortunadamente, para los rojistas, el balón empezará a rodar en menos de tres meses.