Pasos cortos. Sin obsesionarse, sin ir más allá de la siguiente batalla. «Si me pongo a mirar más lejos igual me asusto», admite. El miedo al fracaso se queda en la mesilla del dormitorio, bajo llave. El camino como entrenador de Pedro Rivero (Segovia, 1979) se inicia esta noche en el CT, el mismo pabellón en el que cerró una etapa sustancial como base minucioso. Se marchó entre aplausos, mordiéndose las lágrimas, pero vuelve para quedarse, para crecer con la entidad, para intentar ayudar a la Fundación Lucentum a recuperar la dignidad que redujeron a cenizas los delirios de grandeza y el despilfarro contable. Un secreto: «Ir despacio». Eso, y, por descontado, no gastar más de lo que ingresas.

P Primer entrenador por derecho, ¿cómo se siente?

R Contento. Aunque la pretemporada se está haciendo un pelín larga, estoy bastante cómodo.

P ¿Ha ido todo cómo imaginaba?

R Sí. Hemos cumplido escrupulosamente con los tiempos que nos habíamos fijado para cargas de trabajo y llegamos a esta última semana de preparación con todos disponibles y bien físicamente... más allá de alguna sobrecarga.

P ¿Incluido Kike Garrido?

R También. Entrena con normalidad, pero no hemos querido arriesgar con él pese a tener el alta médica desde la semana pasada. No quería que jugara hasta que llevara 8 entrenamientos completos.

P ¿Cómo pasa uno en menos de mes de pensar como jugador a hacerlo como técnico principal?

R Te mentiría si te dijera que esa transición ya está hecha. Lo he hablado con otros compañeros en mi situación y éste es un tránsito que dura meses, incluso una temporada; lo importante es hacerlo con naturalidad, con paciencia. Me voy librando poco a poco del jugador, asumiendo que lo importante ahora no es cómo lo haría yo, sino cómo quiero que el equipo lo haga.

P ¿Está cómodo viendo cómo se cocina el juego desde fuera?

R Sí, me encuentro bien. Hay muchos factores que no dependen de mí como antes y tengo que aceptarlo. Y en eso estoy, paso a paso...

P ¿Haber sido base, haber llevado el ritmo de los partidos y dirigido el juego colectivo, ¿ayuda? O dicho de otro modo: ¿El basket se ve igual dentro y fuera de la cancha?

R En parte sí, porque estaba obligado a interpretar el baloncesto en global, pensando en todos. Pero como entrenador tienes que ir más allá, pensar en las rotaciones, en contrarrestar el juego del rival, en resolver los problemas que van surgiendo? aunque para esto tengo la enorme colaboración de los Albertos (Antuña y Carrillo, sus ayudantes).

P ¿La filosofía del HLA Alicante casa con la suya?

R Perfectamente. Hemos construido un equipo pensando en qué tipo de baloncesto queríamos y, también, en que tipo de personalidades queríamos dentro del vestuario. Somos un bloque muy bien armado y un gran grupo humano, que es el principio de todo.

P ¿Vuelve a Alicante el baloncesto clásico o es otra exageración de la prensa?

R Algo de lo segundo hay, pero es cierto que, por lo que habéis visto hasta ahora, tiramos menos triples. Pero tampoco creo que eso fuera un problema el año pasado, de hecho, nos quedamos a 10 minutos de ascender. A mí me gusta que haya alternativa a esa idea, juego de hombre alto y hombre bajo, y la plantilla de esta temporada nos lo permite. El curso pasado era imposible porque los perfiles eran otros, ni mejores ni peores, diferentes.

P Acabó usted muy triste, le recuerdo yéndose de la pista con los ojos llorosos... ¿cuesta librarse de esa carga o le sigue pesando?

R Está superado, forma parte del deporte. Se pasa mal un tiempo, te castigas imaginando que podrías haber hecho para que no acabara de esa manera, pero tienes que pasar página porque de lo contrario no avanzas.

P Estrenarse como entrenador con un equipo que parte con el ascenso como objetivo ineludible, ¿es una temeridad o un reto maravilloso?

R No me asusta, pero me infunde respeto. Representamos a una ciudad con una gran historia en este deporte, a mucha gente que disfruta con el equipo, pero esa gente lo que nos va a pedir es que lo demos todo, es máximo sacrificio. Esa debe de nuestra exigencia, con ella estaremos más cerca de un objetivo tan ambicioso como es ascender a la LEB Oro. El equipo no debería partir con ese peso enorme desde el primer día, sobre todo porque tenemos jugadores para los que ésta será la primera vez que luchen por una causa así. El objetivo es llegar a los partidos en los que se deciden las cosas. Y cuando estemos allí, si en trabajo ha sido bueno, lo puedes conseguir.

P La amistad que le une con los responsables del equipo, ¿resta o añade presión al cargo?

R Es verdad que tenemos muy buen ambiente de trabajo, pero te aseguro que nos decimos todo lo que haya que decirse. Esto es fundamental, nos exigimos nosotros y también nos tienen que exigir desde fuera. Decirse las cosas a la cara y luego tomarse una caña tranquilamente no es incompatible, de hecho, por mi experiencia, las cosas tienen que ser así.

P ¿Qué HLA se verá esta noche, uno cercano al que quiere o uno en construcción?

R Uno al que le falta una semana para empezar a competir. Si estuviera todo hecho, veríamos cosas que aún no conviene enseñar. Aspiramos a ser un equipo sólido, sacrificado, que defienda bien en tres cuartos de cancha, que circule bien la bola y que en ataque no dependa del acierto de uno o dos jugadores, que todos sumen y tengan la oportunidad de hacerlo.

P ¿Espera que el ambiente del pabellón se pueda parecer pronto al que se vivió en los playoffs?

R Al principio estarán con nosotros los más fieles, los de siempre, los que estuvieron en la ACB y siguieron en Primera Nacional. Pero si las cosas salen como esperamos, acabaremos viviendo cosas muy bonitas en el pabellón porque si algo demostró todo lo que se hizo el año pasado es que a esta ciudad le gusta el baloncesto.

P Mire al futuro más cercano, a junio, y dígame qué ve...

R Prefiero no mirar, no quiero. Lo que sí me obsesiona es tener a todos sanos. Eso es lo que más me importa. Por lo otro, lo del futuro, creo que si me empiezo a anticipar, si empiezo a visualizarlo, igual me pongo nervioso...

El HLA se estrena hoy ante el Tau Castelló.