«Pienso en fútbol 24 horas al día, a veces mi mujer me despierta por las noches diciéndome que le he dado una patada». Ése era Luis Aragonés, el hombre que cambió en 2008 el rumbo del fútbol español para siempre. Ayer el foro deportivo Campo a Campo organizado por el diario INFORMACIÓN recordó su figura en l'Auditori de la Mediterrània de La Nucía.

Luis Aragonés, el sabio del éxito y contó con la participación de los exfutbolistas internacionales Joan Capdevila y Marcos Senna; el periodista deportivo Javier G. Matallanas y Jesús Paredes, mano derecha de Luis y preparador físico en la Eurocopa de 2008.

Antes de tocar la gloria con la selección, Luis fue un personaje principal de nuestro fútbol durante más de cincuenta años; primero como jugador y después como entrenador de clubes. Como técnico fijó unas marcas casi insuperables, como sus 757 partidos y 25 temporadas en Primera.

Poseedor de un fuerte carácter y protagonista de un sinfín de anécdotas, el documental proyectado ayer en La Nucía desveló los entresijos de la selección de Luis durante el torneo de Austria y Suiza que le guardaría para siempre un hueco en la historia. «Luis era un genio y la Eurocopa de 2008 fue su obra maestra». Estas palabras de Jesús Paredes, recordadas ayer por Toni Cabot y compartidas por el resto de ponentes, pueden hacer creer con la perspectiva del paso de los años que aquel hito fue un camino de rosas. Pero la verdad es que el periplo en la Roja de Luis Aragonés, llevado a los altares tras la conquista continental, había atravesado momentos muy duros. «Hubo una presión increíble para que se marchara tras el Mundial de Francia, más todavía cuando decidió no convocar más a Raúl después de la derrota en Irlanda del Norte», recordó el periodista de AS Javier G. Matallanas.

«Tenía al país en contra, pero aguantó el tirón», prosiguió Matallanas. «Llegó a dar una rueda de prensa con Raúl por la presión popular para aclarar que no había ningún problema entre ellos, Luis solo quería ser justo». «Pensó en dimitir cuando se filtró que la Federación tenía firmado a su sustituto», confesó Paredes. Pero Luis siguió en el cargo y la historia posterior es de sobra conocida.

El grupo de 23 futbolistas que llevó a la Eurocopa lo defendió a muerte. «Consiguió que cada uno aceptara su rol y eso es muy difícil en el fútbol», explicaba ayer el lateral Capdevila. Y, lo más importante, convenció a una generación de futbolistas de que España podía tutear a cualquier selección sin miedo alguno. «Con él comenzamos a escuchar la palabra 'ganar', nunca antes la habíamos sentido tan cercana y nos convenció. Sacó el máximo de cada uno de nosotros porque era un líder», rememoraba ayer Capdevila.

Una grabación confidencial

El documental, que emocionó y provocó carcajadas por el gracejo de Luis en sus arengas al grupo, tenía un secreto: había sido grabado en el más puro secreto. «No sabíamos que se estaba grabando nada, un miembro del cuerpo técnico llevaba una cámara y la aparcaba por el vestuario y las imágenes estaban guardadas hasta que Rubiales se enteró y apostó por que saliera a la luz», comentó Jesús Paredes, su infatigable compañero. «La familia de Luis me dio las gracias cuando se emitió y a mí con eso me vale».

«A mí me ha emocionado, se me han puesto los pelos de punta, parece que fue ayer pero han pasado 10 años», contó ayer un Marcos Senna sonriente como siempre que destapó qué sintió cuando le tocó tirar un penalti en la tanda contra Italia de cuartos de final. «El camino del centro del campo al punto de penalti me parecieron 30 minutos. Cuando vi abrir los brazos a Buffon dije 'madre mía', pero me mentalicé de que iba a hacerlo», explicó el que fuera mediocentro del Villarreal. «Cuando lo marqué sentí una sensación egoísta, como diciendo 'mi trabajo ya está hecho'», contaba entre risas. «Menos mal que no tiré yo ninguno porque si no no estábamos aquí», salía al paso Capdevila, ante la risa general de un auditorio que terminó rendido al foro.

«El de Italia era el partido con mayúsculas, en el que cambia la historia de la selección porque si Casillas no llega a parar los dos penaltis o si Cesc no marca el suyo se habría hablado de lo siempre. El fútbol son momentos», apuntó Matallanas, que vivió en primer persona como enviado especial la consecución de la Eurocopa de 2008.

Un líder cariñoso

«Uno de los secretos de aquel éxito de 2008 fue que Luis lograba siempre sacarle una sonrisa al grupo», sostuvo Matallanas. Célebres fueron las anécdotas de un Ballack al que el Sabio llamaba «Wallas» o cuando juraba que se aprendía el nombre de los linieres para hablar con ellos. «A ellos les gusta que les llame por su nombre, yo les digo 'ey, Joseph». Siempre una sonrisa para el futbolista después de una charla pre-partido.

No era algo novedoso aquellas bromas, Luis había sido un hombre socarrón y presumía de contar chistes mejor que nadie. Todavía se recuerda con cariño el «usted no pise ese escudo» que le espetó a un cuarto árbitro en el Calderón o cuando paró la emisión en directo de un partido de televisión al cortar un cable pensando que era el de un micrófono que le había colocado El Día Después para pillarle infraganti en el banquillo.

Título y predicción para el Mundial

Luis apostó antes que nadie por el juego de toque y cambió el fútbol de la selección, a pesar del revés del Mundial de Italia. Era solo el comienzo de una era triunfal sin igual. «Juntó a Xavi e Iniesta antes de que lo hiciera Guardiola, se reinventó a sí mismo porque Luis había sido el mayor especialista en contragolpes», añadió Matallanas.

A Fernando Torres, a quien ya había tenido en el Atlético de Madrid, lo vigiló de cerca. «Le metió caña y le cambió en el primer partido, pero antes del partido le dio un beso en la frente y le dijo que iba a marcar dos goles», contó Matallanas. «Me enseñaba y yo no me daba cuenta», llegó a reconocer tiempo después el delantero madrileño.

Fue un padre e incluso un abuelo para los jugadores. «A mí me ayudó mucho porque yo no estaba acostumbrado a jugar finales, era toda una novedad», contó Capdevila.

«Nunca me he encontrado un grupo como vosotros», les decía Luis a los 23 futbolistas en el autobús de vuelta cuando ya era campeones de Europa. Justo donde aquellos hombres le pedían a gritos que se repensara su continuidad en la selección. Pero no hubo vuelta atrás. Luis, que regresó al Atleti en 2001 para sacarlo de Segunda tras haber clasificado al Mallorca a la Champions, era un hombre de palabra. Y se la había dado al Fenerbahce turco. Antes de marcharse les dejó a sus futbolistas una premonición. «Ustedes pueden ser campeones del mundo, tengo esa sensación». Y así fue.

La Nucía rindió ayer un caluroso tributo a Luis Aragonés, el hombre que hizo creer a la generación de un país que no era menos que ninguna. El homenaje al Sabio de Hortaleza fue la primera piedra de toque del foro deportivo Campo a Campo que continuará en marzo con Pedro Ferrándiz. «Queremos ser la capital deportiva de España y también del mundo», apostó ayer el alcalde de La Nucía, Bernabé Cano.

Entre goles y celebraciones tumultuosas, el documental Luis Aragonés, el sabio del éxito también descubrió las diversas visitas de los entonces Reyes de España al vestuario tras cada victoria de la selección. Aquellos saludos protocolarios dejaron una incógnita. ¿Por qué Luis le preguntaba a siempre a don Juan Carlos I «qué hay de lo mío»? Lo desveló por fin Paredes ayer: «Una vez hubo unos premios nacionales y a Luis le dieron una insignia y él le dijo al Rey que le venía mejor un apartamento. Don Juan Carlos le contestó que lo iba a intentar y Luis Aragonés, cada vez que se encontraban en un acto, le preguntaba cómo iba lo suyo».

Genio y figura.