El HLA, como todos los grandes equipos, libra las batallas más duras contra sí mismo. El conjunto alicantino hizo anoche algo muy difícil: sacar adelante un partido sobreponiéndose al desequilibrio ofensivo que le provoca el liderazgo responsable de sus dos bases, la electricidad ingobernable de Urtasun y la más que mejorable interpretación defensiva de su pívot estrella. A pesar de todo eso, la Fundación doblegó a un rival directo. Lo hizo con la anticipación de su cuerpo técnico en la búsqueda de soluciones inmediatas y con dos de sus secundarios: Chumi Ortega y Edu Martínez. Ahí radica buena parte de la grandeza del proyecto, en que la segunda unidad siempre está a la altura de la primera. Nadie negocia la entrega ni está por encima del entrenador.

Fallan los tiros, pero no el derroche físico. Tampoco la pizarra. Pedro Rivero acaba encontrando el modo de crear estructuras sólidas dentro de la cancha. Integrar un talento tan singular como el de Zohore en el juego colectivo es orfebrería táctica porque el africano, dominante en el tablero enemigo, sufre para situarse en su «pintura». La paciencia que se ha tenido con él propicia réditos absolutos.

El «descanso» acumulado por los hombres de Perelló (impuesto por el coronavirus) no se notó a la hora de calibrar el empuje de unos y otros. Los alicantinos solventaron las dudas y los errores no forzados con esa sobredosis de intensidad apreciable que distingue a los bloques sólidos, los competitivos, los que no escatiman ni dan un balón por perdido.

Gracias a eso, el 0-7 inicial después de tres largos minutos sin anotar no fue un pozo sin fondo. A pesar de las pérdidas, del déficit de circulación de bola y de los desajustes continuos, el HLA llegó al descanso con la barra de vida intacta: 35–37. En ese punto, el preparador lucentino optimizó la fórmula para que la dualidad ataque-defensa sumara mucho y restara lo justo atrás: Llompart, Pitts y Chumi, por fuera; Eduardo y Jonas, dentro.

El juego comenzó a fluir y Almansa no halló el modo de frenar los cortes por la zona. Los triples de Pedro obligaban a la defensa manchega a desplazamientos largos y eso abundaba en la creación de espacios en la «pintura» para la hegemonía del cinco africano. El HLA dobló la anotación de su rival con un parcial de 29-14 en apenas diez minutos: 64-51.

Cuando un nuevo triple en el arranque del acto final elevó la renta a +16, el triunfo local se antojaba garantizado. Pero no lo estaba, nunca lo está, y creer lo contrario es lo que te sepulta. Las 18 pérdidas de la Fundación las castigó Almansa con 20 puntos. La fe extraordinaria de Chuso –dos triples seguidos con el defensor encima– descubrió a los albaceteños el modo de limar la distancia beneficiados por la impaciencia lesiva del escolta navarro del HLA.

A menos de un minuto para el desenlace, el marcador destilaba sudor frío: 77-76. La posesión que debía servir para cerrar el triunfo se envenenó. Dos malas selecciones de tiro en la misma jugada las enmendó Chumi con dos rebotes ofensivos gigantes. La tercera tentativa, sacando desde la banda, la asumió Edu. Le llegó una bola que no era para él y recibió la falta a 7 segundos de la conclusión. Hasta ese instante, cero puntos y ninguna presencia en la línea de personal. No le pesó, no vaciló, relajó la muñeca, miró el aro con naturalidad y certificó la victoria, la undécima. A competir pueden enseñarte, pero hay que saber dejarse...