Es bueno para opinar sobre un suceso que causa alarma social dejar correr un breve tramo de tiempo para alejar la reflexión lo más posible de cualquier subjetividad. Hace unos días todos los medios de comunicación a nivel mundial se hicieron eco de la publicación del contrato de Messi con el Barcelona con todas sus cifras y cláusulas. Más de 550 millones en cuatro años, del 17 al 21. Del fallido intento de secesión en Cataluña al segundo año de pandemia. Casi 140 anuales. De entrada se puede afirmar que no es un contrato, es "el contrato". El presupuesto del Cornellá que cayó en la Copa eliminado en la prórroga por los azulgranas, no llega ni a tres días de salario del pibe.

En "Una noche en la ópera", Groucho Marx decía a Chico: " ... atención a la primera cláusula... Dice que,... la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte", y así la segunda, la tercera y hasta el infinito. La cantidad de cláusulas irracionales que tuvieron que poner negro sobre blanco los bufetes de abogados culés y de los Messi para que la suma total fuera la pactada entre unos y otros, es tan surrealista que el subconsciente queda reflejado página a página.

El miedo a perder a la estrella en unos momentos vulnerables para la institución, con el clímax del procés de por medio y el rival ganando Champions, y la displicencia de la otra que no dudó en aprovechar la ocasión para barrer para casa, se acoplaron para dar vida a un dislate. Pero el estímulo salarial no obtuvo el rendimiento en el campo que se pudiera exigir al astro. Ninguna Champions que llevarse a las vitrinas azulgranas en seis años, cayendo eliminado con estrépito en más de una ocasión.

El jugador del Barcelona Lionel Messi Sport

Si "el contrato" es marxista por sus chocantes y risibles estipulaciones, en referencia al ingenio de la troupe de cómicos, no lo es en absoluto, marxista, en cuanto a similitud alguna con la filosofía que tanto Marx como Engels teorizaron. Obsceno para todos los que sientan esa ideología, increíble pero cierto para el resto de mortales. Por ello es harto difícil entender que aquellos que abjuraban de los millones que ganaba en sus empresas Amancio Ortega, incluso de los que aportaba desinteresadamente al sistema sanitario español, anden ahora callados como puertas.

En una sociedad capitalista un contrato es la máxima expresión de la voluntad de dos partes por llegar a un acuerdo que satisfaga a ambas. Cada cual es rehén de lo firmado. Bartomeú, que ya no está, ha dejado el regalito envenenado para los que vengan tras él. Los Messi, empezando por Lionel, tienen ahora una excusa más, dejando atrás el burofax tras el humillante 8-2, para dejar al Barça y marchar a otros lares la próxima temporada. Esto, "el contrato", no se lo puede permitir el club azulgrana, su ruina económica hace inviable la renovación. Aunque el astro argentino lo dejara en la mitad. ¿Cuánto vale Messi?, se preguntan sus hooligans, pues lo que un lunático le quiera pagar. En estos momentos solamente los clubes-estados, PSG y City, pueden tirar de la manta. El resto o bancarrota o buen gobierno.

Como hay maneras de jugar, las hay también de dirigir. Una empresa, una institución, un club de fútbol. En Alicante y en el Hércules de eso tenemos los peores ejemplos. La trayectoria de nuestro club insignia así lo delata. Entre los grandes de España, también se nota. Cristiano pidió al Real Madrid cobrar sobre 30 millones anuales tras conquistar la decimotercera. Florentino le dio las gracias por el trabajo prestado y le abrió las puertas. A la Juve. Bartomeu renovó a Messi por cantidades desorbitadas que han contribuido a la quiebra de contabilidad azulgrana. Al tiempo el pibe parece tener hechas las maletas. ¿París?. Papá Jorge y él lo saben.