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Guillem Carrión: «Quería dejar al equipo en lo más alto y parar, mi cuerpo no aguanta»

El capitán de La Vila, a sus 39 años, referente absoluto de su deporte, no pudo evitar emocionarse cuando el colegiado cerró con su silbato los tres minutos más espectaculares en la historia del Pantano. El domingo lideró el regreso del Rugby La Vila a la División de Honor Oro, la élite nacional. Aún afónico, admitió que, a pesar de su aspecto de gladiador, el dolor le pone límites

Gillem Carrión, emocionado, festeja el ascenso a la élite junto a sus compañeros del Rugby La Vila. | INFORMACIÓN

Barcelonés por apenas unos días y alicantino desde siempre. Duro en la hierba, amable impenitente. Sufrido, guerrillero y pieza clave en el proyecto de Ignacio Goneaga, «Iggy», más joven que él.

«Lo celebramos a lo grande. Fue un partido muy duro, siempre por detrás, y que ganamos en el último suspiro. Fue un final épico . Cuando pitó el árbitro nos volvimos todos locos. Lo festejamos en nuestro club social, luego seguimos en el bar de un patrocinador y hoy (por ayer) lo celebramos con la afición por las calles con un autobús descapotable», describió con el hilo de voz que aún se resistía a perder su grandeza.

«Lo he soportado todo gracias al equipo, tenemos plantilla para seguir dando guerra en División de Honor con dos retoques»

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«No imaginaba que ellos (Guernica, su rival en la final), nos lo fueran a poner tan difícil. Nuestro entrenador (Iggy) nos había dicho: si llegamos vivos al minuto 60, ganamos seguro. Y no se equivocó. Fue un duelo precioso, uno de los que recuerdas siempre, de los que hacen afición», subrayó el líder del conjunto vilero.

A todos los deportistas les llega el momento de echarse a un lado. Poder elegir ese momento es, para quien ha dado su vida por su deporte, el mayor premio, de ahí que le ronde por la cabeza el retiro para ayudar desde otra parcela. «Para mí, como capitán, ha sido un año complejísimo. Hemos tenido que entrenar, por las restricciones, en aparcamientos, a campo a través, entre olivos... Hemos vivido con la incertidumbre de no infectarnos. Para mí, no puede haber mejor desenlace. He vivido dos ascensos antes que este, pero el tercero será especial siempre», reconoce el primogénito de la saga de los Carrión, que seguirá batallando en el equipo gracias a su hermano, Javier, olímpico en Río 2016.

«Ha sido un año complejísimo, ha habido que entrenar en aparcamientos, a campo abierto, entre olivos... no lo olvidaré»

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«Mi cuerpo ya no aguanta más, lo he soportado por el equipo. Y aunque nunca sabes cómo te vas a sentir mañana, para mí sería un punto final soñado. Mi deseo era terminar con La Vila en lo más alto, y lo he logrado. Ahora quiero disfrutarlo, pero puede que haya llegado la hora de parar», justifica Guillem con la voz entrecortada. «Me operaron de la cabeza hace dos meses, los especialistas no saben cómo puedo seguir corriendo tal y como tengo la rodilla, pero lo que viví ayer (por el domingo) en el Pantano lo compensa todo», asegura el capitán.

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La Vila contra el Guernica en el partido por el ascenso a División de honor Álex Domínguez

Futuro ilusionante

El futuro de la entidad en la máxima categoría parece asegurado a pesar de la sombra pandémica. «Desde hace dos años, somos un club más profesionalizado. Tenemos patrocinadores serios y hay otros que quieren entrar. El equipo tiene mucho nivel y la mayoría podrá continuar en División de Honor. Con dos o tres retoques, vamos a dar guerra, seguro», avisa Guillem Carrión.

«La plantilla tenía claro desde el primer minuto que quería ascender. Esa ambición se ha notado. No hemos perdido ni un solo partido en todo la temporada. Esa ambición es la que ha marcado la diferencia», destaca el seis vilero como clave del éxito cosechado.

«Vivirlo con nuestra gente en directo lo convirtió en maravilloso. El Pantano es un campo espectacular. Todo el que viene, repite. Da igual si conoces las reglas, lo que ves, le gusta a todo el mundo. A poco que generemos ilusión, la gente nos va a responder», valora.

«Sé que voy a tener una vejez muy mala. Estoy reventado. No sé ni cómo puedo andar. Pero soy socio de una ortopedia (OrtoActiva) y estoy convencido de que probaré todos los productos, voy a ser el mejor testador posible, mi mejor cliente», bromea este técnico ortoprotésico que, si finalmente cuelga las botas, lo hará sabiendo que deja un legado impagable.

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