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El pájaro Otegi

El pájaro Otegi

¿Bueno? no digo nada. Un poco excesivo, sí, pero a veces pagan medio pecadores por pecadores cum laude.

Pero resulta que algunos de esos partidos que se escanda-lizan cuando la factura de sesenta euros del fontanero no lleva los doce de IVA han permitido a ese sujeto llamado Otegi comparecer en el Parlamento Europeo como si fuera Martin Luther King. Y el fulano se ha dejado algunas perlas que no puedo dejar de comentar, no por nada, sino porque me indignan más que las tropelías del Faraón que estaba peleado con Moisés.

Comienza diciendo ese santo varón que todos los presos políticos vascos deben salir de prisión y los refugiados deben volver.

A ver, Otegi, majete. ¿Qué no has comprendido? ¿Te diste un golpe de pequeño en la cabeza? ¿Viste a tu padre desnudo? En España, salao, no hay presos políticos.

-Eso te lo aseguro yo, Pa, que llevo la relación de presos políticos en el planeta Tierra.

-Vaya, JC. Siempre tan oportuno.

-Es que este tema es de mis favoritos. ¿No te acuerdas de cuando estuve una temporadita en las mazmorras romanas?

-Claro, claro?

-Calificar a los etarras encarcelados de presos políticos es como llamar filántropo a Mario Conde. Y a los etarras huidos de refugiados políticos es ya de mascletá en la plaza de los Luceros. Por ejemplo, ¿es un refugiado el sujeto aquel llamado De Juana Chaos, el que hizo una huelga de hambre por la mañana y se comía los donuts a pares por las noches, y que cuando venían a retratarle metía la barriga? Ese santo varón condenado a 3.129 años de prisión por 25 ase-sinatos y que cumplió 18 años: si ese sujeto es un preso político, Pa, yo vuelvo allá abajo reencarnado en Donald Trump.

-Pero cámbiate el peinado, JC.

-Lo había pensado, Pa.

-¿Sabes lo que dicen esos iluminados?

-Ilústrame.

-Leo literalmente: «Nosotros y nosotras hemos venido aquí a anunciar una política nueva?»

-Deberían encerrar a la gente que usa esa cursilada. De hecho, vamos a añadir el decimoprimer mandamiento: «No usarás los géneros en vano. ¡Que para algo inventamos el neutro!»

-Hay más: La izquierda abertzale ha hecho «una contribución significativa» en el proceso de paz mientras que el Estado «no se ha movido ni un solo milímetro». «Ha sido un tiempo de sabotaje y obstrucción».

-¡Por mí!

-Espera, espera que hay más. Aquí llega la perla, la guinda del pastel de estos pájaros: son muchas las familias que deben hacer «centenares de kilóme-tros» para visitar a sus hijos, hermanos o parejas en la cárcel. «Eso no tiene ningún sentido porque no está justificado con ningún argumento de naturaleza democrática. Condena a los familiares de manera gratuita».

-Esto pasa de castaño oscuro. Este majadero se erige en defensor de las madres de los etarras presos. ¡Santo varón! Pero algo desmemoriado. ¿No se acuerda de las madres de los asesinados por esos mismos presos? ¿Cuántos kilómetros tienen que hacer esas mujeres para ver a sus hijos? Las madres de Miguel Ángel Blanco, Joseba Pagazaurtundúa, Gregorio Ordóñez no se morirán con sus hijos en una cárcel.

-La verdad es que todo esto es repugnante.

-Mira JC. Este problema tiene fácil explicación.

-Pues tú dirás, Pa. Que estoy más perdido que Moisés dando vueltas por el desierto.

-Defecto de fábrica.

-¿Cómo?

-Y mala fe. Y canallería.

-No comprendo.

-Es fácil. Algunos tipos nos han salido así. Verás. Por un defecto en la cadena de montaje, ciertos humanos resultan? di-gamos? defectuosos. Es una tara a la que le llamamos imbecilidad supina irresoluble.

-Ya...

-Bueno? el problema es que se suele asociar a otras taras, aún peores: son sujetos sin conciencia, que construyen un universo paralelo para explicarse a sí mismos y a los demás su realidad patológica. Y, a medias por mala fe, a medias por imbecilidad y a medias por canallería irredenta, llegan a creerse sus propios embustes, a investirse de santos varones y a transmitir su doc-trina al populacho como si fueran los nuevos héroes de la libertad y la igualdad.

-Ahora que lo dices Pa, creo que he conocido a alguno.

-Me temo que sí, son relativamente frecuentes.

-Me vienen a la memoria decenas de sátrapas, varios dictadores, un tal Maduro, un austriaco que gobernó Alemania hace ya años, un ruso que llenó su país de Gulags, varios empe-radores romanos, aquel español de bigotillo y voz aflautada, los hermanos Castro, el tipo ese de Corea del Norte del que no recuerdo el nombre?

-Y hay más, hijo? muchos más?

-Ya, Pa. Pero una pregunta: ¿por qué acaban todos dedicándose a la política?

-Ay, hijo mío. ¡Eso me lo pregunto hasta yo!

juancarlospadillaestrada@gmail.com

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