Forma parte de un puñado de alicantinos siempre dispuestos a trabajar por su ciudad, por sus fiestas, por las tradiciones y por el deporte. Puede que el caso más significativo sea el de Vicente Sala Blasco, ligado a las fiestas de Moros y Cristianos, a las Hogueras, a la Semana Santa y casi siempre metido en secretarías o tesorerías de entidades festeras, clubes y federaciones de deportes de variadas prácticas.
Nació hace 70 años en la calle San Leandro. Su padre, Paco, regentaba un pequeño puesto de golosinas, un paraíso de chucherías para la chiquillería en la calle Calderón que, con el tiempo, se transformó en tienda de alimentación a los pies del castillo de San Fernando. Su madre trabajó como cigarrera en Tabacalera.
Vicente estudió en Franciscanos y luego en el Frente de Juventudes. A los 14 años entró como botones en una compañía de seguros sita en la calle San Fernando. Quiso concluir el Bachiller Superior, en el instituto Jorge Juan, primero, y como estudiante libre formado en la academia San Isidro. Permaneció más de veinte años en la aseguradora, hasta que ésta cambio de socios y de estrategias. Pronto se empleó en la empresa de Vicente Espadas, dedicada a la proyección de películas en cuatro salas de exhibición de cine: Navas, Ideal, Arcadia y los Aana. Siempre estuvo al frente del control de las taquillas y de otras labores administrativas. En la trastienda del cine pasó 22 años. Se jubiló anticipadamente a los 60, posiblemente para relanzar si cabe su trabajo social y humano por Alicante.
Su primera irrupción en el deporte fue en la década de los setenta como delegado del equipo juvenil del Obras de Puerto de balonmano. Participó en el resurgir de la Copa San Pedro, con José Pamblanco y Paco Aldeguer. Fue secretario de la Federación Alicantina de Baloncesto, responsable de la organización del deporte escolar en los ochenta. Poco deporte ha practicado. Conoce todos sus entresijos de los despachos.
En las fiestas de las Hogueras se inició como barraquer en «Entreu i chupleu que mai es tard». Con los años se hizo foguerer de «Calvo Sotelo», de la que fue tesorero durante 22 años. Desde hace ocho ejercicios forma parte de la comisión de Santa María, donde también se encarga de las cuentas y pendiente de la escena.
Un hombre trabajador. Honesto. La Semana Santa ha formado parte de la vida de Vicente desde niño. A los 13 años se integró en la hermandad de la Virgen de la Soledad (La Marinera). Pasó como tesorero por la cofradía del Divino Amor y por las hermandades de Jesús Triunfante y la Virgen de la Alegría. Fue lugarteniente durante ocho años de Miguel Ricarte, ya muerto, en la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades. Disfrutó, luchó.
No hay dos sin tres. Con el nuevo milenio, Vicente Sala se metió en las fiestas de Moros y Cristianos de la barriada de San Blas, los «Sauditas», una comparsa con pleno de restauradores: Vicente Castelló, Pepe Gómez, Pepe López y el recientemente fallecido Miguel Pérez Mejías. Con el cierre de la filà se pasó a «Negros Senegaleses». Como a nadie falla, es tesorero de la Federación Alicantina de Moros y Cristianos.
Ahí están las andanzas de Vicente Sala Blasco en su vida laboral y social. Siempre al frente de despachos y de líos de barracas, hogueras, cofradías, hermandades o comparsas guerreras.
Durante sus años en la rebotica del cine poco tiempo tuvo para asistir a fiestas o partidos vespertinos del Hércules. No le gusta ni la política ni sus retrancas. Este año ha sido distinguido con el premio «Festers d'Alacant» por su trayectoria en la Semana Santa. Por ser buen alicantino.