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De trabajar para tener coche y ocio a invertir en formación para dejar el paro

El sociólogo Raúl Ruiz apunta que las zonas con más peso del ladrillo y los servicios tienen ahora más paro que las de mayor tejido industrial

Raúl Ruiz. A. Nadal

El ajuste del «boom» inmobiliario, la economía sumergida y la tierra de promisión que ha sido en los años previos a la crisis la provincia - recibiendo a extranjeros para incorporarse en la construcción o los servicios- son algunos de los factores que han pasado factura a los trabajadores veteranos, pero también a los más jóvenes cuando ha llegado la recesión. Estas son algunas de las causas que apunta Raúl Ruiz, director del departamento Sociología I de la Universidad de Alicante y experto en juventud, para explicar la alta tasa de paro juvenil en Alicante (67,4%), que supera en doce puntos la media estatal.

«La economía provincial es procíclica y con un importante peso de la construcción. Una actividad que va bien cuando la economía va bien y si hay recesión, enseguida se hace eco de la misma». Durante el expansionismo inmobiliario en el sector residencial o turístico, los jóvenes -al contrario que en otras provincias con mayor prevalencia industrial- encontraban fácilmente empleo en esta actividad que, además, les proporcionaba la posibilidad de «adquirir bienes de servicio (coche, ocio...), que les conferían un estatus. Al joven se le ha valorado en su grupo de iguales por adquirir un símbolo de estatus y eso se aprecia mucho en una época juvenil», añade Raúl Ruiz.

No obstante, el sociólogo también señala que durante la «burbuja» ha habido jóvenes con una visión «menos cortoplacista, que invirtieron en futuro, en formación». Para el experto, pese a que el azote del paro afecta a todas las edades y a trabajadores cualificados o no, «lo que está claro es que una empresa va a coger antes a un universitario que a una persona sin estudios». La formación es un grado. O «la mejor inversión es la formación al tener más posibilidad de encontrar un empleo», según Ruiz. Los últimos estudios del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) y el Compromiso Social Bancaja en España reflejan que «el nivel educativo influye positivamente en la inserción en el mercado laboral». Así, la población con estudios superiores, «sufre en menor medida los efectos de la crisis», según uno de los informes. En otros se asegura que «la crisis ha reforzado el papel de la educación como factor protector frente al paro» porque la «tasa de desempleo decrece sistemáticamente con el nivel de estudios».

Pero a aquellos que durante el «boom» no sólo no optaron por el trabajo de sectores en auge, sino que se decantaron por la economía sumergida -que les permitía una remuneración, aunque no cotizada- y que aparcaban los estudios, son de los más afectados por la crisis. Los recientes datos de la asociación de los técnicos de Hacienda (Gestha) revelan que la economía irregular batía un récord en la provincia, con el 27,6%, tres puntos por encima de la media.

Precisamente, ese mayor porcentaje de actividad oculta al fisco se encontraría, igualmente, entre los factores que explicarían la elevada tasa de desempleo juvenil en Alicante. Raúl Ruiz contrapone ejemplos como los del País Vasco o Navarra, con mayor peso de la industria y la innovación, frente al trabajo intensivo que han tenido la construcción y los servicios vinculados al turismo en zonas como Alicante, Málaga, Murcia o Almería.

«Y ahora en estas zonas nos encontramos con unas altas tasas de desempleo, donde, además, hay que tener en cuenta que ha crecido la población al ser tierra de promisión». En este escenario, la «gran solidaridad intergeneracional mitiga los efectos del paro entre los jóvenes». No obstante, «eso también retrasa la emancipación a la vida adulta y también económica», advierte el sociólogo.

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