El grupo automovilístico Renault protagonizó ayer un histórico desplome en la Bolsa de París al dejarse hasta el 20% de su valor en una caída que logró limitar al 10,28% al cierre, tras asegurar que no hay indicios que apunten a un fraude en sus vehículos similar al de la alemana Volkswagen. Sin embargo, el miedo a un escándalo similar pesó, y motivó ese hundimiento.

Desde el Gobierno galo, la ministra de Ecología, Ségolène Royal, indicó que las pruebas de polución efectuadas en Francia tras el escándalo Volkswagen han constatado que Renault y varias marcas extranjeras han sobrepasado las normas de emisiones de dióxido de carbono y de óxido de nitrógeno, pero afirmó que no se ha constatado fraude. Precisó también que ni Renault ni las otras marcas examinadas, salvo Volkswagen, utilizaron un programa de trucaje. En esta línea, explicó que hasta el momento se han analizado 22 vehículos, de los 100 que prevén examinar, y añadió que los registros efectuados ayer en diversos locales de la firma gala no se relacionan con esos exámenes.

La marca del rombo, que en 2014 comercializó 2,7 millones de vehículos, se derrumbó en la Bolsa parisina después de que el sindicato CGT informara de que agentes de la Dirección General de la Competencia, del Consumo y de la Represión del Fraude investigan los departamentos de «homologación y puesta a punto de los controles del motor». Los agentes se incautaron de los ordenadores de algunos de sus directivos en varios de los centros en Francia del grupo que desde 2005 preside Carlos Ghosn.

Las sospechas sobre un escándalo parecido al de VW, en grandes dificultades después de que el pasado septiembre se descubriera que había trucado el software de cientos de miles de sus vehículos para rebajar los datos sobre sus emisiones contaminantes, hicieron temblar a los inversores. Mientras, el grupo salió al paso asegurando en un comunicado que, si bien es cierto que está sometido a una investigación, tras los primeros exámenes no hay ningún indicio de prácticas fraudulentas, un mensaje con el que logró limitar sus pérdidas a la mitad.

«La Dirección General de la Energía y el Clima, en nombre del Ministerio de Ecología, Desarrollo Duradero y Energía, interlocutor de la comisión técnica independiente, considera que el proceso en marcha no evidencia la presencia de un programa de trucaje en los vehículos Renault», señalaron desde la empresa. Renault, cuyo primer accionista es el Estado francés con un 19% de su capital, calificó de «buena noticia» esa información. Reconoció, no obstante, que los investigadores se personaron en su sede a las afueras de París, en el centro técnico de Lardy y en el tecnológico de Guyancourt, y subrayó que la dirección colabora «plenamente» con la Justicia.

Las convulsiones bursátiles de la firma del rombo, aliada desde 1999 con el japonés Nissan (del que tiene el 43% del accionariado), arrastraron al resto de valores automovilísticos del mercado parisino. Su competidor Peugeot Citröen se dejó el 5,05%, la casa de neumáticos Michelin cayó el 1,6% y los fabricantes de componentes para la automoción Faurecia y Valeo perdieron el 3,84 y el 4,02 %, respectivamente.