No fue una decisión demasiado acertada, la verdad. Sobre todo si se tiene en cuenta cómo terminó la corta aventura de Francisco Verdú en Bankia. Ayer lo confesó en el juicio que se sigue en la Audiencia Nacional por la salida a Bolsa del banco con sede en València. Su marcha se consumó el 4 de julio de 2012, dos meses después de la intervención y de que José Ignacio Goirigolzarri sucediera en la presidencia a Rodrigo Rato. Dejó al cargo después de que «unos señores, un partido político» -(UPyD)-, «presentaran una querella»; ello supuso que «destrozaron mi carrera profesional y mi vida, ya que estando imputado es muy difícil hacer carrera en banca». Verdú, nacido en Alcoi en 1955, añadió que, actualmente, forma parte del comité de dirección y asesoramiento de una gestora de fondos y es consejero de una sociedad de entretenimiento -«no se rían»-, de torneos medievales en Estados Unidos.
Verdú, gran aficionado a la poesía y autor de obra poética, ejercía como vicepresidente de la Banca March -entre 1996 y 2010 había sido su consejero delegado- cuando fue llamado por Rato para convertirse en el primer ejecutivo de la entidad surgida de la fusión de Bancaja y Caja Madrid. Verdú, uno de los pocos consejeros que rechazó el uso de las tarjetas black en la entidad de ahorros madrileña, llegó en mayo de 2011, dos meses antes de la salida a Bolsa.
En su declaración de ayer, dijo que las cuentas de Bankia fueron «las más supervisadas y bendecidas de la historia de España» y aseguró que todo hubiera sido distinto si en aquel momento el euríbor hubiera subido, requisito para que la banca gane dinero.
A preguntas del fiscal Alejandro Luzón, que pide para él dos años y siete meses de cárcel por presunta estafa a inversores, Verdú se refirió a los informes favorables de la Autoridad Bancaria Europea (EBA) y de los mayores bancos de inversión del mundo, todos los cuales respaldaron la oferta pública de suscripción.
Verdú explicó que antes de incorporarse a la entidad analizó informes de auditoría elaborados por las principales firmas del sector-Deloitte, Ernst & Young, KPMG-, tanto de Bankia como de su matriz BFA, «todo ello verificado por expertos contables independientes».
Sí que admitió que «se puso nervioso» por tener que aprobar unas cuentas sin informe de auditoría, y apremió a directivos que no estaban a su cargo para que facilitaran los datos precisos, pese a lo cual nunca dudó de que la información recibiría el visto bueno. Los principales bancos de inversión del mundo habían emitido también informes favorables a la salida a bolsa, como también hizo la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), y el resultado de los test de estrés fue asimismo positivo.
