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El plan de regulación para el aceite de oliva pone en pie de guerra al sector en la provincia de Alicante

Productores y organizaciones agrarias alertan de que la retirada de excedentes del mercado sin contraprestaciones no servirá para revertir la crisis de precios y perjudicará al olivar tradicional

Operación de recogida de aceitunas en campos de la Vall de Seta, en la comarca de El Comtat.

El Consejo de Ministros acaba de aprobar una norma que busca revertir la actual crisis de precios que sufre el sector del aceite de oliva, pero que, sin embargo, puede acabar de empeorar las cosas, sobre todo para aquellas zonas donde impera el olivar tradicional. Este es el caso de la provincia de Alicante, donde productores y organizaciones se han puesto en pie de guerra ante este plan de regulación del Gobierno, basado en la retirada de excedentes del mercado, al considerar que no logrará los efectos propuestos y encima penalizará a los cultivos característicos de este territorio.

Los bajos precios del aceite, derivados de los excedentes de producción, han propiciado que el sector olivarero de la provincia de Alicante haya encadenado una segunda campaña consecutiva ruinosa, con unas pérdidas que rondan los 4 millones de euros. Pese al ligero repunte de la cotización, ha sido del todo insuficiente una vez más para cubrir los costes de recolección y mantenimiento de los cultivos. En estos momentos el aceite virgen extra se está pagando a 2,40 euros, cuando para ser rentable sería necesario alcanzar los 3 euros.

En este contexto, se podría pensar que el plan de regulación que acaba de aprobar el Gobierno sería bien recibido por el sector en la provincia, pero nada más lejos de la realidad. Julián Úbeda, agricultor y responsable de la oliva en La Unió, señala que «imponer la retirada o el uso no alimentario del aceite sin contraprestación alguna para los productores no es garantía de mejora del mercado y, tal como se plantea, perjudica al olivar tradicional, de menor rendimiento».

Para ratificar estas aseveraciones, desde la organización agraria se destaca que no hay antecedentes que avalen los efectos positivos de las medidas de regulación aplicadas a este sector. «Sin ir más lejos -asevera Úbeda-, el almacenamiento privado realizado por la Comisión Europea en 2020 fue un fracaso, pues costó cerca de 30 millones de euros y no logró evitar que los precios descendieran un 9%, al incrementarse las importaciones un 164%».

La Unió también se queja de que las medidas aprobadas no distingan entre tipos de plantación. «En las alegaciones presentadas pedíamos que el olivar tradicional de bajo rendimiento, como el de la provincia, quedase fuera, porque estamos en clara desventaja frente a los olivares intensivos y superintensivos, que producen mucho más. Pero, de entrada, no se nos ha hecho caso».

Para Úbeda, la solución pasa por una reforma en profundidad de las ayudas comunitarias de la PAC, «que discriminan a los cultivos de esta zona frente a otras áreas productoras como Andalucía y Extremadura, donde se elabora mucho más aceite».

Campañas

Hugo Quintanilla, productor de Señoríos de Relleu y representante de Asaja, señala que «lo que se pretende aplicar ahora ya se ha hecho otras veces y nunca se ha conseguido recuperar los precios. Además, no se nos puede tratar a todos por igual, porque hay mucha diferencia entre un tipo de cultivo y otro.». En su opinión, lo que se tendría que hacer es «invertir en campañas que ensalcen los beneficios para la salud y la gastronomía del aceite de oliva, de manera que se produzca un incremento del consumo».

Joaquín Sempere, responsable de la almazara El Tendre, de Elche, tampoco confía en los efectos beneficiosos de este tipo de medidas, «que además -añade- no son bien vistas por las autoridades comunitarias».

Los cultivos superextensivos son la gran amenaza actual

Las malas noticias se acumulan una tras otra para el olivar tradicional. Ahora la gran amenaza se denomina cultivo superextensivo, una modalidad productiva que puede acabar de hundir por completo los precios. Joaquín Sempere, de la almazara El Tendre, explica que «se trata de plantaciones de olivos en seto que permiten la recolección con una maquinaria especial diseñada a tal efecto, de manera que una sola persona puede recoger 150.000 kilos de aceitunas al día, realizando el trabajo de 300 personas». Estos cultivos están creciendo de manera exponencial en Portugal, Marruecos o Egipto, «y amenazan con hundir el mercado y acabar con las plantaciones tradicionales».

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