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Desigualdad social

La clase media languidece en España por la falta de relevo de los 'millenials'

Enrique, profesor con contrato a tiempo parcial y estudiante de una segunda carrera.

Enrique es profesor de Citología en un ciclo de grado superior para técnicos de laboratorio. Tiene un contrato temporal y a tiempo parcial que renueva año a año y que combina con el estudio de una segunda carrera. "Cuando empiezas tienes que asumir que te van a tocar contratos temporales. Si tienes suerte durará un curso entero, sino unos meses", se resigna. A sus 28 años comparte piso y ni se plantea meterse en una hipoteca. "¿Estás de broma?", replica ante dicha perspectiva. A su edad, su padre, ingeniero de telecomunicaciones, ya tenía a su primera hija y pagado el piso en el barrio de Les Corts de Barcelona. El padre de Enrique, ahora ya jubilado, encarna el prototipo de clase media que su hijo, de momento, no ha podido mantener.

Enrique, profesor de grado medio. / ZOWY VOETEN

Sandra tiene la misma edad que Enrique. Ella es autónoma y ejerce como diseñadora gráfica para diferentes clientes, desde pequeñas empresas hasta algunas administraciones públicas, como ayuntamientos o la Diputación de Barcelona. También comparte piso, pues con sus ingresos de algo más de mil euros al mes –"de media, pues unos meses van mejor y otros no tanto", apunta- mantener un alquiler en la capital catalana es un ejercicio de contorsionismo financiero que declina intentar. Sus padres –hoy propietarios de una pequeña empresa de mensajería- la tuvieron a ella también con 28 años, en un piso pagado a tocateja en el distrito de Sant Martí. "Encima ahora me quieren subir la cuota de autónomos. Llevo un cabreo... No es que no quiera contribuir más, ¿pero como voy a hacerlo si no me pagan más?", se queja Sandra.

Si la clase media se ha definido históricamente por una vivienda en propiedad y un trabajo estable con ingresos suficientes y estables para llegar a final de mes sin sobresaltos, ni Sandra ni Enrique cumplen ninguno de los dos requisitos. Y es que esa especie de trabajadores con condiciones laborales e ingresos dignos languidece en España, a diferencia de otros países de Europa, adelgazada año tras año por la falta de relevo generacional. "Las generaciones que se incorporaron en las dos últimas décadas al mercado laboral han tenido menos oportunidades, debido a un estancamiento generalizado de la productividad y la pérdida estructural de calidad en el empleo. En otros países, estas generaciones más jóvenes han tenido mejores oportunidades para acceder a las rentas medias", concluye un informe publicado esta semana por el Observatorio Social de la Fundación La Caixa.

¿Qué efectos tiene esa pérdida progresiva de la clase media? "Se pierde el pegamento social y a largo plazo la sociedad se polariza, algo que históricamente ya lo hemos visto en Latinoamérica. Sin clase media el Estado pierde capacidad de financiación de las grandes políticas de cohesión, como son la sanidad, la educación o las pensiones. Lo que acaba provocando una segregación entre unos servicios públicos cada vez de menor calidad, por esa falta de recursos, y unos servicios privados a los que acceden las clases altas, que intentan dejar de contribuir a esos servicios públicos porque ya se pagan los suyos privados. Es una bomba de relojería", explica Olga Cantó, una de las autoras del estudio y profesora de Economía de la Universidad Alcalá de Henares. "Asistimos a una auténtica deserción fiscal de los hiperricos, tanto en España como en el mundo", alertó la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, el pasado viernes en un acto con el economista francés Thomas Piketty.

'Millenials', con dos crisis a cuestas

El informe, elaborado también por el profesor de Economía de la UNED Luís Ayala, constata que el grupo de población con rentas medias se está reduciendo. Su peso es hoy menor que hace 30 años, e inferior al que tiene la clase media en los países europeos de mayores ingresos. Y ello acentúa la polarización entre ricos y pobres, especialmente desde la anterior crisis financiera y la posterior Gran Recesión. "España, sin ser donde más cayó la renta media de la población, fue el país de la UE donde más lo hicieron las rentas del 10% más pobre respecto al 10% más rico", señalan los investigadores. Y es que los ‘millenials’ no lo están teniendo fácil para planificar y consolidar sus trayectorias vitales y arrastran en poco más de una década dos crisis de extraordinario calado –la de 2008 y la del covid- a cuestas.

Dos de los focos de esa desigualdad son las rentas del capital, que se concentran más en unas manos que en otras, pero el otro se encuentra en el mundo del trabajo. Y es que cada vez más hay una capa de trabajadores que cobran mucho y otra que cobra muy poco. Según recoge el estudio, el 20% más rico de la población recibe más del 43% de las rentas del trabajo por cuenta ajena. "El mayor peso de estas rentas en el total de ingresos hace que sean las que más contribuyen a la desigualdad", reza el estudio.

Un reto para la reforma laboral

No solo hay trabajadores ‘de primera’ y ‘de segunda’ en cuanto a salario, sino en cuanto a capacidad de mantener dicho salario. Y es que la cronificada dualidad laboral, entre unos trabajadores indefinidos que durante las crisis consiguen mantener su empleo (y sus ingresos) y otros trabajadores temporales, que cuando llegan las vacas flacas son los primeros en ser despedidos y perder su principal fuente de ingresos, agrava la desigualdad entre una recesión y otra. El éxito o fracaso de la recién aprobada reforma laboral del Gobierno se medirá en su capacidad para reducir esa dualidad y ese elevado porcentaje de trabajadores eventuales.

"El gran problema de los jóvenes en España es el acceso a condiciones de trabajo estables. No es solo el salario, que también, sino el hecho de que por no tener una estabilidad de ingresos el poder acceder a un alquiler, a una hipoteca o poder planificar tener hijos es muy difícil con un contrato temporal", afirma la investigadora de la UAB Mariona Lozano. Esta socióloga es autora de un pionero estudio que analiza las vidas laborales de de los adultos jóvenes en España entre el 1987 y 2017, cuya principal conclusión es que los años que los jóvenes pasan en precariedad laboral se han doblan en los últimos 30 años. "No tenemos un mercado laboral suficientemente productivo para absorber a la generación más cualificada de la historia, no es una cuestión individual", añade.

Mala gestión de las crisis

Volviendo al informe de Cantó y Ayala, otra de las tesis relacionada con esa cronificada eventualidad es que la economía española no gestiona bien las crisis, pues genera más desigualdad durante los periodos de recesión económica de la que luego reduce durante los años posteriores de recuperación y bonanza. Y ahí los autores del trabajo denuncian la "limitada capacidad redistributiva de impuestos y prestaciones, que apenas aumentó entre 2015 y 2019" y que durante 2013 y 2019 "su incidencia fue casi neutra" a la hora de contener la expansión de la desigualdad. España es actualmente el estado de la Unión Europea, entre el club de los países más ricos, que mayores tasas de desigualdad arrastra. 

¿Cuáles son las recetas que los investigadores proponen para revertir ese adelgazamiento de la clase media? Por un lado, corregir ese déficit redistributivo y “aumentar el tamaño y la progresividad del sistema fiscal y extender la protección no contributiva, especialmente la dirigida a los jóvenes y a los hogares con menores”. Y, por el otro, mantener la política de seguir subiendo el salario mínimo interprofesional (SMI), no en vano Olga Cantó fue una de las expertas designadas por el Gobierno para su comité asesor en materia de SMI. Esta es la primera materia que tiene pendiente el Gobierno para este año, pues todavía no ha actualizado el salario mínimo para el 2022 y sigue en los 965 euros del año pasado. El compromiso manifestado por el Ejecutivo en la última renovación -cerrada en octubre de 2021- es alcanzar en el próximo ejercicio un SMI muy cercano a los 1.000 euros brutos al mes (en 14 pagas).

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