Alicante se está convirtiendo en uno de los destinos principales de las familias ucranianas que están abandonando su país para huir de la guerra. La importante comunidad que ya existe en la zona y el elevado nivel de conocimiento que tienen de la provincia gracias al turismo ha provocado que las inmobiliarias alicantinas estén recibiendo estos días un aluvión de peticiones en busca de pisos de alquiler disponibles.
Unos movimientos que, en realidad, ya empezaron a percibirse desde principios de año, cuando la tensión en las regiones separatistas de Ucrania apoyadas por Rusia empezó a crecer. Así, según un informe del portal Idealista, durante los meses de enero y febrero el número de búsquedas de alquiler en toda España realizadas desde Ucrania se disparó un 77% con relación al mismo periodo del año pasado y un 92%, si se compara con las cifras de 2020, previas a la pandemia.
Unas consultas que, según el portal, demuestran la "importancia que tendrá también España a la hora de acoger a ciudadanos ucranianos a pesar de encontrarse geográficamente lejos de las fronteras bélicas".
De acuerdo con el mismo estudio, las provincias en las que los ucranianos buscaron viviendas en alquiler para huir de la guerra se concentran en el arco mediterráneo, con Alicante como el segundo destino con mayor número de consultas. En concreto, la Costa Blanca acaparó el 19% de todas las búsquedas contabilizadas por Idealista, sólo por detrás de Barcelona, que concentró el 26%. Le siguen València, con el 16%, Málaga (13%) y Madrid (6%).
La situación detectada por Idealista en los meses de enero y febrero se ha agravado desde el inicio de la invasión, según las inmobiliarias alicantinas consultadas. "Estoy atendiendo decenas de llamadas todos los días, ya prácticamente no me quedan pisos disponibles. En la web tenía 270 y creo que ahora hay tres o cuatro libres", asegura el ucraniano Ihor Katrych, propietario de la agencia K&N Elite, especializado en el segmento de gama alta.
En su caso, la mayoría de los clientes que llaman son familias de clase media-alta o alta, que de momento buscan alquileres por un periodo corto, de unos seis meses, a la espera de ver cómo evoluciona la situación. "Muchos tienen amigos o conocidos que ya residen aquí y lo que quieren es estar cerca de ellos", explica Katrych, que asegura que ahora mismo su principal problema es encontrar más casas disponibles. "Están pagando lo que piden los propietarios, por altos que sean los precios", afirma.
También en el Grupo Casamayor han detectado este aluvión de solicitudes, en su caso, desde el inicio de esta semana, según explica Pedro Casamayor. "Buscan alquileres de tres meses, cuatro meses, algunos un año", señala el experto.
En este caso, según Casamayor, el obstáculo con el que se encuentran es la imposibilidad de demostrar la solvencia que la mayoría de propietarios reclama antes de firmar el contrato. "Lo normal es que pidan que el inquilino tenga ingresos estables, pero, claro, los ucranianos que llegan los tenían en su país y con la guerra no se sabe qué ocurrirá. Es algo en lo que estamos trabajando para ver qué solución se puede dar", señala el empresario alicantino.
También rusos
Aunque en mucha menor medida, Ihor Katrych asegura que también se empiezan a recibir peticiones en busca de alquiler para ciudadanos rusos, que también tratan de salir de su país. "Algunos residentes en la zona están tratando de ayudar a sus familias a escapar, sobre todo, hombres que están en edad militar y que tienen miedo de que los llamen a filas si el conflicto se alarga", explica el propietario de K&N Elite.
Lo que, lógicamente, sigue paralizado es el mercado de la venta de segundas residencias a rusos, que ya se había hundido durante los años de pandemia, pero que, desde el estallido de la guerra, ha quedado paralizado.
