Cultivos pasto de la fauna silvestre

Jabalíes, arruís, muflones, cabras y conejos causan daños por valor de 12 millones al año en las cosechas de la provincia ante la desesperación de los agricultores, que reclaman apoyo de la Generalitat

Gomas rotas por la mordedura de jabalíes en Torremendo.

Gomas rotas por la mordedura de jabalíes en Torremendo. / TONY SEVILLA

M. Vilaplana

M. Vilaplana

Por si no fuese suficiente la crisis permanente en la que se encuentra inmersa la agricultura debido a las malas cosechas, los recortes en el agua, los bajos precios, la cada vez más feroz competencia exterior o los incrementos de costes, hay un factor añadido que también está teniendo un impacto más que considerable sobre el sector, como son los daños causados por la fauna silvestre. Y es que la acción de los jabalíes, arruís, muflones, cabras montesas y conejos, entre otros animales, está provocando pérdidas cercanas a los 12 millones de euros anuales en los cultivos de provincia de Alicante, ante la consiguiente desesperación de los agricultores, que reclaman apoyo por parte de la Generalitat. Y en eso está la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica, que busca fórmulas para incentivar la caza y reducir la población de estas especies que carecen de depredadores naturales.

Prácticamente no hay cultivo que escape a la presión de la fauna silvestre, aunque son los situados más cerca de las áreas forestales los que sufren con mayor virulencia la acción de estos animales. Un informe elaborado por Asaja revela que los daños en el conjunto de la Comunidad Valenciana ascienden a unos 35 millones de euros al año, de los que aproximadamente una tercera parte corresponden a la provincia alicantina. Y los destrozos no se concentran únicamente en las plantas y los frutos, sino que también afectan a las infraestructuras del campo.

Madrigueras de conejos en unos campos de cereales de Alfafara.

Madrigueras de conejos en unos campos de cereales de Alfafara. / Juani Ruz

Uno de los productores que está sufriendo en primera persona el problema es el presidente de Asaja Alicante, José Vicente Andreu, quien posee una plantación de almendros y cítricos en Torremendo, junto al pantano de la Pedrera, que suele ser visitada con asiduidad por los jabalíes. En su caso, los daños se centran en la red de riego por goteo, que ya ha tenido que sustituir en dos ocasiones debido a las mordeduras propinadas por los animales. «Teniendo en cuenta que son 12 hectáreas, me he tenido que gastar ya más de 10.000 euros en la reposición de las gomas. Además, y con el objetivo de prevenir nuevos incidentes, las nuevas las he colgado de los árboles, aunque no es lo más adecuado para el riego y tampoco se encuentran totalmente a salvo», enfatiza.

Y este es solo un ejemplo de lo que está sucediendo en la Vega Baja, dado que, destaca Andreu, en la zona de La Murada los jabalíes también se han acostumbrado a comerse las mandarinas que se sitúan en las ramas más bajas. «Se trata -lamenta- de un grave problema, porque no hay ayudas y la única forma de combatirlo es a través de batidas cinegéticas, para lo cual, además, es necesaria la participación de expertos especializados en caza mayor. Pero por mucho que se haga en este sentido, nos encontramos con que la población de este tipo de animales está disparada y resulta muy complicado reducirla».

Otro de los cultivos que está sufriendo la presión, en este caso por parte de los conejos, es la uva de mesa. Así lo reconoce el presidente de la Denominación de Origen Protegida del Vinalopó, Pepe Bernabéu, quien destaca que en localidades como Monforte o Agost ya hace tiempo que se registran daños importantes. El problema, según sus palabras, son los campos que quedan abandonados y que sirven de refugio a estos animales, «lo que propicia que campen a sus anchas y que busquen alimento en los brotes de las viñas y la propia fruta», subraya.

Una realidad que comparte Pedro Rubira, productor de uva embolsada en Novelda, quien señala que las pérdidas en determinadas zonas pueden llegar a alcanzar el 25% de la producción. «El seguro -explica- solo te cubre los daños si superan el 20% en la cosecha global, y nos encontramos con que el problema es muy difícil de atajar, porque, pese a la acción de los cazadores, las especies de conejos actuales, resultantes del cruce de diversas razas, se reproducen con una enorme facilidad».

Mangueras de riesgo destrozadas por los jabalíes.

Mangueras de riesgo destrozadas por los jabalíes. / TONY SEVILLA

Los cereales también están en el punto de mira de la fauna silvestre. En este caso, aparte también de los conejos, son jabalíes, cabras montesas, arruís y muflones los que están haciendo estragos, sobre todo en las comarcas más montañosas, como son l’Alcoià y El Comtat. Ricardo Ferri, un productor de Alcoy, señala que, a la inexistencia de depredadores naturales, se le suma la introducción artificial de este tipo de especies cinegéticas. «Hace unos años se pusieron de moda los cotos de caza mayor, los cuales, con el paso del tiempo, se han ido abandonando, lo que ha propiciado que los animales se escapen. Ahora nos encontramos con que circulan libres tanto por la sierra como por nuestros campos, hasta el punto de haberse convertido en una auténtica plaga, pese a las batidas que se organizan», manifiesta.

El resultado son graves destrozos tanto en plantaciones de trigo y cebada, como, sobre todo, en las de girasoles, hasta el punto de que en algunas zonas ya se ha dejado de cultivar. Según Ferri, «los seguros son muy limitados y no recibimos ningún tipo de ayudas por estos daños, por lo que todo son inconvenientes para poder desarrollar una actividad agrícola».

Cazadores

Los cazadores están acudiendo al rescate cada vez que por parte de los agricultores se les comunican este tipo de problemas, pero también se sienten abandonados por la Administración, a la que acusan de no incentivar la actividad y de tener un sesgo ideológico en sus planteamientos. Así lo asevera Oscar Corbí, delegado de la Federación de Caza en Alicante, quien se centra, sobre todo, en el fuerte incremento de la población de jabalíes, que, precisa, además de los daños que provocan a los cultivos, «son la principal causa de accidentes en vías interurbanas». Según sus palabras, «los cazadores estamos llegando al límite. Cada vez se nos pide más, pero no se ofrecen incentivos para paliar la situación. Es necesario que la Administración aparte las consideraciones ideológicas y que se posicione a favor de la caza».

Pues bien, al menos una parte de estas reivindicaciones va a ser atendida, dado que el secretario autonómico de Agricultura, Roger Llanes, destaca que se ha habilitado una línea presupuestaria dirigida precisamente a subvencionar a los cazadores. «Nuestra intención -señala- es la de impulsar planes dirigidos para reducir la densidad de determinadas especies, colaborando económicamente con los cazadores. Ahora lo que falta es darle forma a esta iniciativa, y en ello estamos trabajando». 

Llanes no descarta la posibilidad de conceder indemnizaciones a los agricultores, al igual que sucede con los ganaderos en determinados supuestos. En cualquier caso, subraya que la prioridad ahora mismo «es el control de las poblaciones. Vamos a ver, primero que todo, si los incentivos a los cazadores logran el efecto deseado».

El abejaruco y la avispa asiática amenazan a las colmenas

No solo la agricultura se ve afectada por el ataque de la fauna silvestre. También las colmenas de abejas están sufriendo bajas como consecuencia de los ataques recibidos por el abejaruco. Se trata de un ave de vistosos colores que vive tanto en África y Asia como en Europa. Hace sus nidos en terraplenes arenosos de barrancos, donde pone de cuatro a diez huevos. Lo peor es que es gregaria y que se junta en bandadas de decenas de individuos. El problema para los apicultores es que, para alimentarse, caza insectos en los alrededores de su zona de nidificación, en su mayor parte abejas, pero también avispas, abejorros, libélulas, mariposas y tábanos que captura al vuelo. El impacto sobre las colmenas es irregular, dependiendo de si se encuentran en una zona de paso o en el área de nidificación.

La avispa asiática, por su parte, está colonizando diversos territorios de la Península Ibérica, y se trata de un insecto sumamente voraz que llega a destrozar, materialmente, las colmenas. De momento, no se ha detectado en la provincia, aunque los apicultores vienen reclamando medidas preventivas que permitan actuar de forma inmediata en caso de que llegara a aparecer. Todo en un contexto en el que el sector no atraviesa precisamente por su mejor momento debido a la fuerte competencia de mieles procedentes de terceros países y al aumento de costes .