Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La Marjal de Pego recupera el bombón de los arroces

Los agricultores del parque natural del norte de la provincia rescatan una variedad autóctona de la zona desaparecida hace ahora medio siglo

La Marjal de Pego recupera el bombón de los arroces

La Marjal de Pego recupera el bombón de los arroces

Para ver este vídeo suscríbete a Información o inicia sesión si ya eres suscriptor.

La Marjal de Pego recupera el bombón de los arroces M. Vilaplana

Como si de un ave fénix se tratara, el arroz de la variedad bombón ha resucitado de entre sus cenizas, y lo ha hecho en la misma zona en la que desapareció hace más de medio siglo, en el extraordinario paraje de la Marjal de Pego, declarado en la actualidad parque natural. El proyecto iniciado hace cinco años ya está plenamente consolidado con los 30.000 kilos que se van a recolectar esta campaña, un volumen que se espera ir incrementando de forma paulatina en próximos ejercicios. Sus excelentes cualidades gastronómicas, la óptima adaptación al terreno y su resistencia a las plagas lo han convertido en una apuesta de amplio potencial económico, que sin embargo se ha encontrado ahora con el derrumbre de precios propiciado por la pandemia del covid.

El cultivo se desarrolla en el parque natural de la Marjal Pego-Oliva | Juani Ruz

El cultivo del arroz en la Marjal de Pego viene de muy antiguo. Por la documentación existente, se sabe que a mediados del siglo XVIII cuatro agricultores solicitaron permiso a las autoridades de entonces para realizar plantaciones, en un momento en el que se trataba de una actividad muy controlada por la enfermedad del paludismo que transmitían los mosquitos en los humedales. Sin embargo, existe la certeza de que este cultivo ya estaba presente en la zona con anterioridad, aunque sin que se haya concretado una fecha exacta.

José María Pascual, presidente de la SAT Les Tanques, revisando una de las plantaciones de la Marjal | Juani Ruz

José María Pascual, presidente de la Sociedad Agraria de Transformación (SAT) Les Tanques, de Pego, recuerda que a partir de ese momento los campos de la zona se fueron colonizando poco a poco, hasta llegar prácticamente a las puertas de la playa, mucho más allá de los límites actuales de la propia Marjal. «Se hizo un sistema de canales de forma manual o con la ayuda de animales, algo impensable en nuestros días, y llegaron a haber hasta siete molinos dedicados al descascarillado y pulido del arroz, lo que da una idea del gran nivel de actividad que generaba este cultivo», enfatiza. Todo ello a través de campos inundados que, al igual que en la actualidad, se alimentaban a través de los ríos Bullent y Racons.

La Marjal de Pego recupera el bombón de los arroces

A partir de los años sesenta del pasado siglo, sin embargo, los campos empezaron a abandonarse en medio de la promesa de una concentración parcelaria que, aún hoy en día, sigue sin consumarse completamente. Después llegaría la declaración de la Marjal Pego-Oliva como parque natural, que también trajo polémica por la falta de indemizaciones, y, finalmente, la recuperación de nuevo del cultivo, «después de que los agricultores prácticamente tuviésemos que entrar por la fuerza a los campos», resalta José María Pascual.

La situación fue calmándose, lo que posibilitó alcanzar una extensión de cultivo, la actual, de medio millar de hectáreas, hasta hace bien poco todas de la variedad bomba, muy cotizada a nivel gastronómico. Sin embargo, no fue hasta hace cinco años cuando surgió el proyecto de recuperar otra variedad, la bombón, autóctona de la Marjal, que había desaparecido con el abandono de los campos en 1965. El proyecto, que contó con el apoyo de la Diputación de Alicante, Asaja y empresarios agrícolas del municipio encabezados por la SAT Les Tanques, ha sido posible gracias a la decisiva participación del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), dependiente de la Generalitat, con la investigadora Concha Domingo al frente.

El instituto nació a principios del siglo XX, dedicándose en sus inicios a recoger semillas de algunas variedades que se cultivaban entonces. Las correspondientes al arroz bombón llegaron a este departamento en 1932, procedentes del propio Pego, y allí permanecieron, conservadas en su banco de germoplasma, hasta que en 2016 los agricultores las solicitaron para emprender el proyecto.

Aparte de los de las razones sentimentales, la recuperación de esta variedad estaba justificada por diversos motivos. De entrada, las plantas del bombón son robustas y con raíces fuertes, de manera que no necesitan excesivos fertilizantes y toleran niveles moderados de salinidad. Además, son resistentes a algunas enfermedades como la pyrucularia, lo que lo convierte en un producto más sostenible. Por otro lado, y no menos importante, este tipo de arroz tiene un alto contenido en amilosa, lo que propicia que tenga una calidad culinaria alta, como ya se han encargado de defender algunos de los más laureados chefs, como Quique Dacosta o Kiko Moya.

En el primer año se recolectaron 4.000 kilos con cáscara, y en la actualidad ya se han alcanzado los 30.000, merced a las diez hectáreas dedicadas a esta variedad, que va en paulatino crecimiento. El reto está puesto ahora en la promoción, para obtener un rendimiento económico adecuado. El productor Vicent Dominguis, de la empresa Pego Natura, destaca que se trata de un arroz autóctono de una enorme calidad, y tenemos que conseguir que los consumidores lo conozcan y se fijen más en él, y, sobre todo, que estén dispuestos a pagar un poquito más por un producto que lo merece.

En este sentido, desde la Marjal se pide una mayor implicación de las administraciones. «Tenemos modelos a imitar -enfatiza-, como es el caso del arroz de Calasparra, donde llevan muchos años trabajando en la promoción con unos buenos resultados. Aquí, además, contamos con el valor añadido de la zona en la que cultivamos, un parque natural con una normativa que nos obliga a ser más respetuosos con el medio ambiente, y en el que apostamos por los tratamientos naturales, en lo que supone también un guiño hacia la sostenibilidad y la economía circular. Además, el agua con la que inundamos los campos es de una extraordinaria calidad, como se ha encargado de demostrar la Universidad Miguel Hernández a través de diversos estudios».

Y es que el problema está en los precios del arroz, que en la actualidad se encuentran por los suelos. Según José María Pascual, «el tipo de arroz que cultivamos en la Marjal, tanto el bombón como el bomba, está muy enfocado a la cocina de calidad, y este último año, con la pandemia de coronaviris y las restricciones en los restaurantes, la cotización se ha derrumbado. Cuando empezamos la campaña se pagaban 80 céntimos por kilo, y acabamos en 60 céntimos. Si a ello le añadimos que se trata de unos arroces de bajo rendimiento por hectárea, nos encontramos con la tormenta perfecta».

La esperanza está depositada en que, con el paulatino regreso a la normalidad, los precios tiendan a normalizarse y vuelvan, poco a poco, a los baremos iniciales. «En cualquier caso -matiza Pascual-, para obtener un mínimo de rentabilidad y no trabajar simplemente para cubrir costes, los precios deberían situarse al menos entre los 90 céntimos y el euro». Por si esto fuera poco, hay otros condicionantes que pueden incidir en los beneficios de los productores, como es la inminente desaparición de las ayudas que se concedían desde la Generalitat a los cultivos de baja rentabilidad situados en las zonas húmedas, como es el caso.

Hay otros retos que afrontar, como concluir el proceso de concentración parcelaria para dotar a los productores de una mayor seguridad, y construir silos que los doten de una mayor independencia a la hora de decidir las estrategias comerciales.

La plantación se ha desarrollado de manera adecuada y de momento no hay plagas, con lo que en la Marjal se espera alcanzar, entre el bomba y el bombón, una cosecha de 1,5 millones de kilos, lo que generaría un volumen económico de 1,2 millones de euros.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats