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Llegan los biojuguetes

Aiju impulsa un proyecto para que las empresas de este sector, el envase y los menajes usen materiales sostenibles de origen vegetal con las mismas propiedades que tienen los convencionales

Algunos de los bioplásticos con los que experimenta AIJU | Juani Ruz

El concepto bio, tan utilizado en los últimos tiempos en el ámbito de la alimentación natural y sostenible, se está empezando a abrir paso también en la industria. Y lo está haciendo a través de un sector tan sensible y apropiado como es el juguete, por el público infantil al que van dirigidos sus artículos. El proyecto, del que se podrán beneficiar también las empresas de los envases y el menaje, está impulsado por el instituto tecnológico AIJU, y tiene como objetivo la introducción de materiales sostenibles con componentes de origen vegetal y que cuenten al mismo tiempo con propiedades idénticas a los convencionales. La iniciativa, asimismo, puede tener un impacto más que considerable a nivel medioambiental, pues permitiría reducir hasta un 2% la utilización de plásticos en el conjunto de la Comunidad Valenciana.

Muñecos de Antonio Juan con ropa y chupetes sostenibles | Juani Ruz

El programa en cuestión, denominado BioFcase, ha tenido una primera fase preliminar, y su finalidad es contribuir a que las empresas de los tres sectores implementen en sus productos bioplásticos alternativos al plástico procedente de combustibles fósiles, cumpliendo, además, con los estrictos requisitos y regulaciones para su integración directa e inmediata en la cadena de valor.

Prueba con maquinaria industrial en las instalaciones de AIJU | Juani Ruz

En la segunda fase que se acaba de iniciar, el proyecto desarrollado por el Instituto Tecnológico del Producto Infantil y de Ocio (AIJU), con sede en Ibi, cuenta con el apoyo de la Conselleria de Innovación y la colaboración de empresas como Fábrica de Juguetes, Plastic Forte, Miniland, Juguetes Picó, Muñecas Antonio Juan, Erycop, Reig Musicales, Inplasba, Colortec, Maniquíes Sempere y Plastimyr, para las que se ha habilitado un servicio a medida que les permite producir bienes de consumo más sostenibles. Para ello, se sustituye el plástico por materiales biobasados, que proceden total o parciamente de biomasa; biodegradables, por la acción de microorganismos existentes en el medio; o biopolímeros, procedentes principalmente de residuos agrícolas como el almidón de patata, el trigo o la caña de azúcar.

Una de las principales ventajas de esta iniciativa, además de la diversificación de la materia prima procedente de fuentes renovables, es la aportación de una solución desarrollada a medida de las necesidades de las empresas, que pueden aprovecharse de la misma sin tener que detener éstas su producción o invertir recursos en investigación adicional. La técnica responsable de este proyecto en el instituto tecnológico AIJU, Ana Ibáñez, explica que «lo que hacemos es mezclar los diferentes bioplásticos hasta dar con una combinación que cumpla con las necesidades de los artículos que elabora cada compañía».

En la validación de los materiales obtenidos, se analizan parámetros de sostenibilidad y las propiedades mecánicas que estos bioplásticos aportan al producto fabricado. El instituto tecnológico, además, ha tenido en cuenta otros factores que les son aplicables, como el posible conflicto con la exigente normativa europea que regula los juguetes en lo que se refiere a posibles migraciones de compuestos químicos. También los procesos con que se fabrican los artículos, bien a través de extrusión, inyección o rotomoldeo, las aportaciones estéticas al producto final, la viabilidad económica y la implementación de los materiales en la cadena de producción.

Ibáñez subraya que, con el trabajo de investigación que se está llevando a cabo, se contribuye a que los fabricantes «adopten materiales que conservan idénticas propiedades mecánicas a las de los plásticos, pudiendo introducirse inmediatamente en sus plantas como sustitutivos. Por ello, pueden adoptar estos bioplásticos, en sustitución de los plásticos estándares, sin comprometer la producción ni la calidad de sus productos».

Y todo ello en un proceso que las empresas valoran por lo que supone de contribución a la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente. Una de las compañías que participan en el proyecto, Muñecas Antonio Juan, de Onil, ya viene trabajando hace tiempo en esta materia, aunque ahora ha querido dar un paso más. La responsable de calidad de la firma, Mar Serna, señala que «se trata de una filosofía de la marca, que apuesta por los residuos cero y cada día da un paso más en la elaboración de sus productos. Nuestras muñecas, por ejemplo, visten con tejidos orgánicos, al tiempo que usamos pigmentos naturales. Las cajas, asimismo, son duraderas, por lo que pueden destinarse a otro usos». El objetivo actual, que ya se está implementando, es la introducción de los bioplásticos en la fabricación tanto de las propias muñecas como de sus complementos, caso de los chupetes.

Por su parte, Josabel García, responsable de marketing de la firma, señala que la política que llevan a cabo parte del propio compromiso medioambiental de la empresa, pero también, apunta, «de las exigencias de los propios consumidores, que cada vez demandan más este tipo de artículos. Y todo ello, claro está, teniendo en cuenta que sea un juguete seguro, porque va enfocado a las niñas y niños».

Para una empresa como la ibense Colortec, especializada en el desarrollo de colores y aditivos para el plástico, el proyecto también resulta de suma utilidad. Según Antonio Guillamón, técnico de la firma, «este tipo de materiales son cada vez más solicitados por las empresas, siempre que estas vean que se ajustan a las especificaciones y requerimientos de sus productos. Por ello, este programa nos permite detectar estos nichos de mercado para cubrir las necesidades de las compañías y facilitar el escalado de estos materiales para su utilización industrial».

AIJU, a raíz de la validación técnica realizada, calcula que hay unos 880.000 productos potenciales que podrían introducir materiales más sostenibles en su composición, lo cual supone un 2% de la industria del plástico en la Comunidad Valenciana, con la consiguiente reducción de la huella de carbono y del impacto medioambiental.

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