Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El sector educativo

Alumnos en el campus de la Universidad de Alicante.

Jorge Mora Salinas

Universidad de Alicante

Catedrático de Administración de Empresas, de Educación Secundaria, actualmente es jefe de la Familia de Administración de Empresas del IES Leonardo da Vinci de Alicante. Es profesor asociado del Departamento de Análisis Económico Aplicado de la Universidad de Alicante desde 1991. Ha colaborado con asociaciones de empresarios y con las universidades de La Habana, Santiago de Cuba, Universidad Central de Quito y otras, en programas formativos de diversos niveles. Ha colaborado en publicaciones universitarias y en su ámbito de secundaria.

1. El sistema educativo alicantino y sus características entre 2008 y 2019

El sector educativo en la provincia de Alicante ha tenido un comportamiento similar al del resto de provincias españolas durante el período comprendido entre 2008 y 2019. El hecho de ser un sector de actividad muy ligado a factores sociales provoca que los cambios en la dinámica de la actividad económica repercutan directamente en los datos referidos a matriculación de estudiantes, resultados académicos o abandono escolar. Determinadas cuestiones como la renta familiar, el nivel formativo del entorno social y familiar, las perspectivas sociales de crecimiento económico y otros influyen en este sector complicando los análisis que se puedan realizar.

A pesar de que se sabe que la educación de las personas, para cualquier nivel de edad, es la base del buen funcionamiento de una sociedad que se preocupa por su futuro, los cambios en las políticas educativas no afectan de igual manera a los diferentes niveles del sistema educativo. Según la medida política que se aplique, puede beneficiar a un colectivo dentro del sector y perjudicar a otro. Factores como la edad de los estudiantes, la capacidad intelectiva, su procedencia, los diferentes niveles de renta y otros muchos factores que afecten a su entorno ven modificada su evolución al producirse cambios en la asignación de presupuestos, ya que el problema radica, muchas veces, en que los presupuestos son limitados y la ayuda que se proporciona a un nivel educativo supone la merma directa de otro nivel.

Durante este período, se pueden adoptar como indicativos de éxito los que se han visto afectados por las medidas adoptadas por las autoridades educativas para saber si se ha acertado o no. Entre ellos, figuraría: la escolarización para etapas tempranas de edad; la reducción del abandono escolar al terminar la ESO (Educación Secundaria Obligatoria, de 12 a 16 años) o Bachiller; la oferta suficiente de plazas para Formación Profesional; el aumento o disminución del gasto público en este sector; la disminución de la ratio de estudiantes por aula; la matriculación en estudios de Grado y de Máster; y la colocación en el mercado de trabajo de los estudiantes egresados de los diferentes niveles educativos.

Si hablamos de la ratio de estudiantes por aula, durante este período aumentó, provocado por los recortes en gasto público, por lo que cabría hablar de una mayor eficiencia económica, pero no de una mejor calidad en las enseñanzas impartidas. Este aspecto es importante, ya que, además de aumentar el número de estudiantes por aula en todos los niveles dificultando así su capacidad de aprendizaje, se redujo el número de profesores que realizaban desdobles en las aulas, provocando para etapas educativas como la Formación Profesional que se incurriera en riesgos serios en algunas familias profesionales para la seguridad de estudiantes y docentes.

Alumnos en un aula de la Universidad Miguel Hernández.

Si se analiza el número de estudiantes egresados, el hecho de que aumente pierde significación si estos estudiantes no encuentran empleo en su país o los estudios elegidos no son demandados por la sociedad. Se echa en falta más dotación en servicios de orientación profesional, que ayudaría a una mejor elección dentro de las posibilidades que se ofertan, ya que gran parte del alumnado no tiene información suficiente de las alternativas donde puede elegir, lo que nos llevaría al problema común para todos los niveles educativos: la falta de presupuesto. Esto provoca, en algunos casos, sobreeducación, haciendo que personas con una cualificación alta ocupen puestos de trabajo de un nivel inferior de cualificación, y, como la sociedad no genera los puestos de trabajo asociados a niveles formativos altos, los egresados buscan oportunidades en otros países donde ser mejor remunerados y que el reconocimiento social y satisfacción personal sea mayor. La fuga de estos titulados supone que todo lo que se ha invertido en ellos por parte de las familias y del Estado se pierda al ser aprovechado por países donde hay una mayor oferta en el mercado de trabajo y la remuneración es más elevada. En este sentido, pero con un enfoque opuesto, sectores como la sanidad se encuentran desprovistos de profesionales, ya que la media de los países europeos supera a España en número de médicos o enfermeros en todos los niveles asistenciales, lo que es debido en parte a que el número de estudiantes que se pueden matricular en estos estudios es muy reducido con relación a la gran demanda que hay y a la amplia oferta del sistema sanitario. Volveríamos a referirnos al mismo problema: la financiación de estos estudios es de las que resulta más cara, la ratio de presupuesto por estudiante de Medicina supera con creces a estudios más económicos como, por ejemplo, los de Derecho o Historia. En Europa se destina como media un 3% de gasto público a educación superior, mientras que en España sólo un 2%.

No se debe olvidar el coste de oportunidad de los estudiantes al elegir, a partir de los 16 años, seguir dentro del sistema formativo. Se debe ser consciente de que la remuneración de los egresados con titulación superior en nuestro país, en muchas ocasiones, no llega a alcanzar la media salarial de un profesional de la hostelería, por ejemplo, hasta pasados unos años. Esto supone que, durante un período de tiempo de, por lo menos, ocho años (en el mejor de los casos), dedicado a estudiar, se ha dejado de ingresar salarios, de cotizar a la Seguridad Social para pensiones y se ha tenido un coste añadido en matrículas, libros, etcétera. Encontrando al final del proceso educativo una remuneración ínfima respecto a su nivel formativo.

Dentro del enfoque de la colocación de quienes terminan sus estudios, conforme los estudiantes adquieren un mayor nivel educativo, mejora su remuneración en el mercado de trabajo y menores son las tasas de desempleo para niveles altos de formación. También se puede desagregar por tipos de estudios, siendo los estudios con un marcado carácter técnico los que más salidas profesionales encuentran y mejor remuneración, como en el caso de las ingenierías.

Respecto al abandono escolar, en la etapa de recuperación económica tras la crisis, desde 2008 a 2014, se dejan notar varios efectos. Por un lado, se retoma el efecto «llamada» que nuestra economía provoca en países con niveles de renta inferiores, por lo que en nuestro país se incrementa el volumen de inmigración, y particularmente en nuestra provincia, por los sectores de actividad económica que se desarrollan. Estos inmigrantes requieren de nuestra sociedad que sus hijos estén bajo el amparo del sistema educativo, lo que lleva a su escolarización y consecuente incremento en la dotación de recursos y medios para las plazas en centros de Infantil, Primaria, etcétera.

Por otro lado, en esos mismos períodos de abundancia, esa atracción por la actividad económica provoca que muchos estudiantes de Secundaria decidan abandonar sus estudios, sin continuar a niveles superiores, atraídos por un mercado de trabajo creciente en demanda de trabajadores sin cualificación para sectores como el de la construcción y servicios poco cualificados. Es, por tanto, muy relativo hablar de abandono escolar, como fracaso del sistema educativo, cuando se produce en determinadas etapas de crecimiento económico.

Se deja notar que todavía no hay una conexión fluida entre las diferentes administraciones educativas y el mundo empresarial, sigue sin terminar de definirse una interrelación correcta entre la actividad económica y los diferentes niveles de Formación Profesional y universitaria, no hay la suficiente integración de intereses de la que saldrían los dos ámbitos beneficiados. Para ello, nuestra sociedad se debería implicar más para establecer la conexión entre el sector empresarial y la dotación al sistema educativo de recursos materiales y económicos. En muchos países el sector privado financia al sistema educativo en tecnología, recursos, etcétera, para que sus futuros trabajadores estén adaptados a las necesidades específicas que requieren las empresas, siendo las propias empresas las que dotan a los centros educativos de recursos materiales para estar a la vanguardia formativa.

Hoy en día nuestra sociedad está inmersa dentro del sistema europeo de cualificaciones, en el que la mayoría de las profesiones y puestos de trabajo, en niveles de cualificación media, requieren una calificación que garantice unos mínimos conocimientos, no sólo la cualificación que es proporcionada por la experiencia. En este sentido, en el último año se ha producido un gran avance para que las personas con experiencia profesional adquieran reconocimiento oficial por su capacidad profesional, realizando equivalencia de cualificaciones por unidades de competencia.

2. El impacto de la pandemia: enseñanza online y semipresencial

Con la aparición del covid en 2019, la sociedad en su totalidad ha tenido que adaptar sus mecanismos de comunicación y socialización debido a que el contacto directo entre personas provoca una mayor difusión del virus. El sector educativo ha sido uno de los más afectados, ya que la forma tradicional de aprendizaje se realiza en espacios donde la asistencia, en la mayoría de los casos, es obligatoria. La forma en que la pandemia ha afectado a este sector no es homogénea, incluso se observa que existen diferentes conclusiones según el investigador que realiza el estudio sobre su efecto y haciendo evidente que los efectos de la pandemia han generado desigualdades relevantes.

Resulta importante la diferenciación de dos etapas dentro de la pandemia. La primera se localiza en las fechas del último trimestre del curso 2019-2020, cuando, a pocas semanas de terminar el segundo trimestre, se decreta el confinamiento absoluto de la población española (a partir del 14 de marzo de 2020). Durante este período, el esfuerzo realizado tanto por los estudiantes y sus familias como el que realizaron todas las instituciones educativas fue enorme, todos se tuvieron que adaptar a esa nueva situación nunca vivida, no solo se realizó esfuerzo personal, sino que también en inversiones y en tecnología, realizando compras masivas de dispositivos por parte de las administraciones educativas para proveer a las familias que adolecían de estos medios informáticos, inversiones para ampliar la capacidad de muchas plataformas educativas y servidores de internet que se vieron colapsados por el enorme uso que de ellos se realizaba.

Durante la segunda etapa analizada, durante el curso 2020-2021, el efecto del cambio en la forma de impartir clases provocó transformaciones diferentes según el nivel educativo y la comunidad autónoma de la que se hable, incluso diferencias entre las distintas universidades. Por regla general, el alumnado de Infantil y Primaria tuvo clases presenciales, reduciendo la ratio de estudiantes por aula para poder mantener las distancias de seguridad. En la ESO, Bachiller y FP, para estudiantes de primero y segundo de ESO se aplicó lo anterior, pero, para los niveles superiores, se impartió clase a la mitad de un grupo una semana y la siguiente a la otra mitad, con la dificultad que esto provocó en la adaptación de las programaciones didácticas, para poder impartir toda la materia en cada nivel educativo. Las universidades adoptaron diferentes medidas, entre ellas la docencia online, presencial y la dual, significando esta última que la mitad de un grupo recibía la clase online y la otra de forma presencial al mismo tiempo.

De esta manera, los efectos generados por la pandemia han dependido de diversos factores, entre ellos: diferencias por nivel educativo, por nivel de renta familiar, por el nivel formativo del entorno social. Estas diferencias han surgido por la obligatoriedad del confinamiento en los hogares de todo el colectivo de estudiantes, independientemente de su nivel. Por esta razón, al no poder asistir a las clases de forma presencial, se ha realizado de forma virtual, es decir, mediante el uso de dispositivos informáticos (ordenadores, cámaras web, tablets, instalaciones para la conexión a internet, otros periféricos). Es aquí donde surge una de las mayores trabas para que se pudiera abordar esta situación de una forma igualitaria bajo el punto de vista social.

Si estudiamos el efecto por diferente nivel educativo, se observa que para niveles educativos de Infantil y Primaria sería en los que mayores dificultades se han generado para los estudiantes, ya que, para la realización de las tareas docentes, era necesaria la presencia de las personas encargadas de la custodia de estos grupos de edad. Si bien las diferencias en el nivel de renta familiar ha afectado a todos los niveles educativos, ya que cuanto mayor renta mayor es la capacidad para disponer de recursos informáticos, en este caso, también ha habido diferencias, ya que, si los niveles de renta son bajos, muchas veces se vinculan a niveles formativos bajos de los tutores, por lo que el respaldo en los hogares de la figura que sustituía a los docentes (los tutores), en ocasiones, suponía que los contenidos que tenían que abordar superaban sus capacidades cognitivas. Asimismo, en estos niveles bajos de renta y también en niveles superiores, muchas de las personas responsables se veían obligadas a seguir trabajando fuera de casa (todos los servicios hospitalarios y de residencias de mayores, servicios de transporte, seguridad ciudadana, Policía, Ejército y otros), por lo que no podían tutelar el proceso de aprendizaje de sus hijos, aumentando así las dificultades que se generaban para atender a sus necesidades educativas.

Para estudiantes de ESO y de Bachiller, aunque las diferencias provocadas por la renta familiar siguen siendo evidentes, la capacidad de manejar los dispositivos informáticos por parte de estos estudiantes y el hecho de no necesitar la figura de un tutor presente en las clases ha provocado que el posible efecto negativo por ausencia presencial de los tutores y las diferencias en su formación no hayan afectado de manera significativa a este colectivo, lo que se traduce en que las posibles desviaciones de los resultados académicos se deban a otros factores y no a estos. A pesar de esto, no cabe duda de que en todos los colectivos de estudiantes se han perdido capacidades formativas como el trabajo colaborativo, la interacción social entre las personas y otras características de comportamiento que se generan en la relación presencial.

En el colectivo de estudiantes de Formación Profesional el efecto ha sido dispar. Por un lado, es un grupo de edad en el que los efectos son similares a los descritos para estudiantes de ESO y Bachiller. Sin embargo, el efecto sobre las formación efectiva recibida por los estudiantes ha dependido del tipo de ciclo o familia profesional. Por ejemplo, para el caso de ciclos en los que la formación necesita la realización de prácticas específicas presenciales como en la familia de Automoción, Sanidad y otras de características similares, el hecho del confinamiento supuso la pérdida casi absoluta de ese aprendizaje. Si sirve de ejemplo, no es lo mismo aprender a desmontar un motor en un taller que viendo un tutorial de una plataforma en la web, o aprender a mover un paciente en una cama de hospital o realizar análisis en laboratorios analizando muestras por medio de microscopios. En el caso de familias profesionales como Administrativo, Comercio y otras similares, la falta de la formación presencial ha provocado pérdidas en la formación similares a los comentados en ESO y Bachiller, pero la realización de las practicas formativas fueron menos afectadas que en los ciclos comentados anteriormente. Por ejemplo, el trabajo realizado por un administrativo puede impartirse de forma no presencial sin perder la adquisición de demasiadas capacidades.

Si el colectivo que analizamos es el universitario, se habría visto afectado de igual forma que en el caso de la Formación Profesional. Determinados estudios de Grado, Medicina, ingenierías, etcétera, requieren de la realización de determinadas prácticas que si no se pueden ejecutar de forma presencial pierden totalmente su capacidad de formar a los estudiantes, por ejemplo, la disección de un cadáver, el estudio de reactivos en laboratorios, pruebas mecánicas de maquinaria, colocación de una vía a un paciente, etcétera.

Por otro lado, el Ministerio de Educación, en acuerdo con las comunidades autónomas, pactó que el tercer trimestre del curso 2019-2020 sólo contaría en positivo, por lo que se acordó una promoción general, eliminando el máximo de suspensos que proponía la LOMCE para la obtención del título de Secundaria o Bachiller. A pesar de esto, este acuerdo no provocó la promoción de la totalidad de los estudiantes. En determinados niveles formativos, se le aconsejó a los docentes no presionar demasiado al alumnado, haciendo que determinadas áreas de conocimiento se pudieran dar por superadas con el compromiso de poderlas recuperar en el curso siguiente. Este proceso de recuperación de esos conocimientos fue posible, o al menos así se intentó, en el caso de que los cursos fueran intermedios, primero de Bachiller o de ciclo, pero, si el estudiante se hallaba en el último curso, perdió totalmente el área de conocimiento no impartida o exigida. Esto llevó a lo que algunos autores han llamado «aprobados por compasión». Asimismo, la realización de pruebas o exámenes de forma no presencial ha acrecentado las sospechas de que, durante la realización de estas pruebas, los estudiantes que las realizaban pudieran recibir ayuda externa o pudieran copiarse de forma fácil. Como resultado de esta forma de realizar las evaluaciones y pruebas de nivel, se detectó un mayor nivel de aprobados en todos los niveles formativos, pero este número aumenta de forma más significativa en el caso de los niveles de formación más elevados.

En línea con lo anterior, se ha producido durante este período un aumento de los aprobados en centros públicos respecto a centros privados, aunque la situación previa a la pandemia arrojaba cifras de aprobados superiores en los centros privados que en los públicos, por lo que no resulta tan significativo este hecho.

Otro efecto de la pandemia se ha dejado notar en la demanda de plazas para los estudios de Formación Profesional, relacionado con la caída en la demanda del mercado de trabajo, pero, en particular, para los estudios relacionados con la familia de Sanidad, con un aumento del 20%. También aumentó la demanda para familias relacionadas con la tecnología, equiparándose el número de matriculados en FP y en Bachiller.

Un efecto positivo de la pandemia sobre el sistema educativo ha sido el de la disminución del abandono escolar (estudiantes que cuando terminan la ESO no continúan estudiando Bachiller o Formación Profesional) bajando al 13,3%, aproximándose a la media europea del 9,7%. Al producirse el estancamiento de la actividad económica, la tentación de abandonar el sistema educativo para la búsqueda de trabajo se redujo, ya que la situación obligó a un parón casi absoluto de la actividad económica, por lo que los estudiantes prefirieron continuar su formación. Esta situación tuvo otros factores que ayudaron a que se redujera el abandono. Por un lado, el aumento que se viene dando desde hace ya algunos años de las plazas ofertadas en Formación Profesional, asimismo, al flexibilizarse la continuidad en los itinerarios de estudio que facilita la progresión a niveles superiores de formación. Por otro lado, el nivel educativo de las personas que tutorizan a los estudiantes ha mejorado, lo que hace que incentiven a sus hijos a continuar los estudios, ya que son conscientes de que en el mercado de trabajo cada vez existen menos puestos de trabajo sin cualificación. Otro factor que favorece la continuidad en el sistema educativo es que en etapas tempranas de formación cada vez se repite menos y se generan programas para ayudar a aquellos estudiantes que encuentran dificultades en su proceso educativo.

3 . Análisis de las reformas educativas del Gobierno (Ley de Educación y reforma de la FP)

El sector educativo es utilizado en muchas ocasiones por los diferentes gobiernos de la nación, sea cual sea su signo político, para acercarlo a su ideario. En este sentido, en diversas ocasiones, se han realizado determinadas reformas en contenidos, materias o lenguas oficiales, de cara a satisfacer los ideales de determinadas corrientes de pensamiento. A pesar de esto, el sistema educativo tiende a mejorar conforme avanzan las investigaciones en torno a los problemas que se van abordando. Como ejemplo, la reforma de la LOGSE que provocó el abandono de la EGB y BUP en pos de la ESO y el Bachiller, que en el momento del cambio pareció que iba a ser una hecatombe (según algunos de los sectores del profesorado) y hoy día lleva ya funcionando cerca de 35 años y los estudiantes egresados de dichos estudios conforman los paneles de investigadores y científicos de primer nivel en España y fuera de aquí (emigrados en busca de mejores ofertas profesionales), así como de todos los cuerpos de profesionales libres, funcionarios, etcétera, que cada vez tienen un mayor nivel formativo. Esta reforma, a su vez, permitió elevar la edad mínima para acceder al mercado de trabajo de los 14 a los 16 años de edad, lo que ha logrado ahondar más en la formación de las personas que han continuado estudiando dentro del sistema educativo durante dos años más como poco.

Como vimos en el apartado anterior, una de las grandes lacras de nuestro sistema educativo se encuentra en el abandono escolar. Los motivos por los que se produce este abandono son varios: oferta lucrativa en el mercado de trabajo, falta de interés por el estudio, falta de ofertas adaptadas a las necesidades individuales de los estudiantes y otros. La nueva reforma del sistema educativo intenta paliar muchos de los problemas que se detectan, por ejemplo, las asignaturas o materias suspendidas en niveles de primaria o ESO y Bachiller que se permiten para pasar de curso, es decir, la posibilidad de pasar de curso con un mayor número de materias pendientes. Resulta interesante constatar que el hecho de que hacer repetir a los estudiantes en determinados niveles no consigue el efecto esperado de la mejora en sus resultados, todo lo contrario. Al perder el contacto con el grupo de referencia y una hipotética bajada en el nivel de exigencia, lo que se consigue en la mayoría de los casos es la apatía por el estudio y, como resultado final, el abandono.

Tomando como referente los cursos críticos de cambio como son cuarto de la ESO y segundo de Bachiller, que es cuando el estudiante debe elegir qué hacer, la reforma educativa va en la línea de que las personas encuentren una mayor posibilidad de seguir progresando dentro de sus ideales de formación. Es por esto que, desde la Administración, se hace una apuesta firme por el aumento de las plazas ofertadas en Formación Profesional, la implantación progresiva de la Formación Dual (alternancia mientras se estudia un ciclo entre la formación en el aula con las prácticas en las empresas), la posibilidad de superar módulos dentro de un ciclo de forma individual, sin tener la obligatoriedad de estar matriculado de todos los módulos, la posibilidad de obtener la titulación oficial de un título por medio de la Cualificación de Capacidades Profesionales, la creación del Máster de Profesionalidad (son cursos de especialización una vez terminado el estudio de un ciclo). Todas estas novedades permiten una mayor flexibilidad en el diseño de las carreras profesionales del alumnado cuando se pasa de etapa. Asimismo, el elenco de estudios universitarios que se ofrece es, cada vez más, muy especializado y se diseñan planes de estudio de Grado y de Máster que proporcionan posibilidades concretas de estudio según la rama profesional elegida.

Cabe especial mención la Certificación de las Cualificaciones Profesionales. Este proceso consiste en que aquellas personas que estando inmersas en el mercado de trabajo, que no han obtenido una Cualificación Profesional reconocida con un título oficial, puedan realizar este reconocimiento por medio de la Certificación de las Unidades de Competencia que, por su experiencia laboral o por su formación fuera del sistema reglado, sean capaces de demostrar. Este procedimiento está abierto a todas las ramas profesionales y permite, por ejemplo, que una persona que ha estado trabajando en la empresa realizando trabajos administrativos, contables, financieros, de gestión de documentos, etcétera, pueda presentarse a este proceso de certificación. En este proceso se estudia cada caso de forma personalizada, emitiendo una evaluación sobre las Unidades de Competencia en cuestión superadas que llevan a dos posibilidades: primero, convalidar dichas UC con los Módulos de los Ciclos relacionados (tanto de FP Básica, Grado Medio y Superior) que le permitiría acercarse a la obtención de dichos títulos; segundo, con las UC aprobadas conseguir de forma parcial o total la convalidación de determinadas Cualificaciones Profesionales y Certificados de Profesionalidad.

Por otro lado, dentro de la FP, se abre la posibilidad de modificar de forma justificada los planes de estudios, adaptándolos a las realidades socioeconómicas del entorno, pudiendo agregarse hasta cinco horas lectivas más por semana. Esto permitiría, por ejemplo, que un instituto ubicado en un entorno de empresas dedicadas casi exclusivamente al comercio exterior tuviera unos estudios ligeramente diferentes a otro centro que tuviera un entorno dedicado a empresas de asesoramiento fiscal o contable, permitiendo que la preparación del alumnado se adaptara adecuadamente a la demanda del mercado de trabajo.

Como conclusión, y en espera de poder observar la evolución del sector en años venideros, se confía en que las reformas realizadas en el sistema educativo, que han favorecido la reducción del abandono escolar de forma considerable, consigan mantener su efecto sobre el alumnado, manteniéndolos en el sistema educativo y mejorando su formación, cuando la actividad económica se recupere y se deje notar la llamada de la demanda de las empresas sobre la juventud en edad laboral.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats