"Ara sí som de Primera", le decía un hombre equipado de pies a cabeza con los colores franjiverde a otro que no podía reprimir las lágrimas en plena Glorieta. Pasaban algunos minutos de las ocho de la tarde, pero quizás ésta fue una de las frases más repetidas en todo Elche desde que el árbitro pitó el final del partido entre el Barcelona B y el Alcorcón, que sellaba el ascenso matemático de los ilicitanos. A unos metros, otro aficionado también tiraba de valenciano: "Què llarg que se'ns ha fet". Sí, se había hecho largo, muy largo, y, por eso, cualquier muestra de alegría fue poca en una ciudad que esta noche no ha dormido o ha dormido muy poco.

Los abrazos, los besos y las felicitaciones mutuas se fueron repitiendo, mientras se descorchaban botellas y botellas de cava. Camisetas de la equipación oficial, otras en las que alertaban a Cristiano o Messi de que se prepararan porque el Elche llegaba a Primera, bufandas, gorros, banderas y hasta diademas... Cualquier prenda o complemento eran buenos para dar rienda suelta al sentimiento franjiverde.

Padres con sus hijos, jóvenes que nunca habían conocido al Elche en Primera y que sólo tenían conocimiento de ello por las anécdotas que les habían contando sus mayores, y abuelos que, con lágrimas en los ojos, no podían evitar rememorar los años dorados del club franjiverde salieron a la calle. "Esperemos que esta vez no sea subir para bajar, con todo lo que nos ha costado", comentaba un jubilado.

La fiesta se trasladó en un primer momento a la fuente de la Glorieta, donde hasta el ángel del Misteri se vistió de franjiverde. No faltaron, como era de esperar, los baños en la fuente, mientras los cánticos de "Adiós a Segunda", "Barça, Madrid, el Elche ya está aquí" o "Som, som, som de Primera Divisió" se intercalaban con la que ha sido la banda sonora de la temporada, "Aromas ilicitanos", y el mítico himno de "Mucho Elche", junto a gritos de "Fran Escribá", con el que la afición, a voz en grito, le suplicaba que se quedara.

No faltaron, ahora más que nunca, las "dedicatorias" al eterno rival y toda la Glorieta vibró a los gritos de "Herculano el que no bote", mientras llovían pegatinas con el escudo del Elche. Además, estuvo muy presente el Granada y Fabri, entrenador del equipo andaluz hace dos temporadas, cuando los franjiverde se quedaron a las puertas del ascenso.

Si la Glorieta era una explosión de júbilo, los barrios no eran menos, y El Pla, Carrús o Altabix tuvieron su particular fiesta con lanzamiento de tracas incluido, mientras que los coches y las motos anunciaban el ascenso con sus pitidos y banderas en la ventanilla. Es más, en rotondas como la de la Ciudad Deportiva también hubo espacio para la alegría.

Poco a poco, el jolgorio se fue desplazando desde el centro de la Glorieta a la calle Corredora. Las tracas volvieron a tomar protagonismo, junto a las bengalas. De pronto, todo el gentío se fue agachando y con un tono muy bajo se iba cantando "En pie quien odie al Hércules"... El volumen fue subiendo poco a poco hasta que toda la calle empezó a botar con todas sus energías. En los momentos de mayor intensidad, se llegaron a concentrar hasta 8.000 personas en la Glorieta, Corredora y calles adyacentes. Para entonces, la Jove Elx ya había tomado las riendas de las celebraciones y, por supuesto, de los cánticos, con sus miembros megáfono en mano, mientras algunos pequeños contemplaban la escena sentados en contenedores.

La alcaldesa, Mercedes Alonso, al final, no apareció por la Glorieta, por su compromiso de asistir al "sopar de cabasset" de las fiestas de San Pascual Bailón, pero confesó que había estado festejando el ascenso con la misma intensidad que cualquier otro ilicitano, a la espera de que hoy lleguen las celebraciones oficiales.

Hasta buena parte de los 10.000 espectadores que asistieron al concierto de Pablo Alborán en la Explanada de la Universidad Miguel Hernández tuvieron muy presente, con "merchandising" franjiverde, la gesta que ha hecho el equipo ilicitano. Ni siquiera el cantautor malagueño pudo evitar sumergirse en la explosión de alegría y felicitó a los aficionados durante su actuación.

Hasta el cierre de esta edición, no se habían registrado incidentes significativos, salvo algún traslado al hospital que tuvo que hacer DYA por algún coma etílico, e incluso por taquicardias y ataques de ansiedad provocados por la misma alegría del ascenso.

La fiesta siguió y siguió hasta altas horas de la madrugada. La ocasión lo merecía. Y es que, como se cantó durante toda la noche, "Som, som, som de Primera Divisió".