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Contracrónica Mallorca - Elche

Fran, tenemos que hablar

El empate en Mallorca deja tocado a Escribá, que no termina de sacar el rendimiento esperado a una plantilla que adolece de la fiabilidad defensiva de sus equipos del pasado

Fran Escribá saluda al inicio del partido al segundo entrenador del Mallorca, Pedro Rostoy. EFE/CATI CLADERA

Es perfectamente comprensible que Fran Escribá esté mosqueado porque se le ponga en duda. Como también es entendible extraer de un análisis que el equipo no está rindiendo al nivel esperado. El mensaje tras ver cómo volaban dos puntos de Mallorca en el minuto 94 y en una acción a balón parado se ha repetido más veces este curso: hemos fallado, debemos solucionarlo, trabajaremos para hacerlo. Pero las semanas pasan y la inseguridad defensiva no desaparece. No es cuestión baladí. Se trata de una virtud que siempre habían tenido los equipos de Escribá, al menos en clave franjiverde. El valenciano no da con la tecla, bien porque tiene jugadores a los que no sabe encajar en su esquema táctico o porque no es capaz de adaptarse al tipo de futbolista que configura su plantilla. Tanto monta, monta tanto.

Porque al Elche de este año no le está sirviendo ponerse por delante en el marcador para ganar. En Mallorca lo hizo dos veces y solo obtuvo un punto. Escribá, con derecho a ello, saca su currículum como franjiverde para espantar las críticas. Pero la realidad es que este Elche no es el Elche de Escribá. Aquel que ascendió a base de dejar su portería a cero. Aquel que permaneció en 2014 firmando los mejores guarismos defensivos como local en la segunda vuelta de Primera División y aguantando un 0-0 al Barça de Messi en la penúltima jornada. Aquel que la pasada temporada mutó de un equipo endeble a otro al que apenas tiraban en las últimas fechas. Este es otro Elche. Y así, Escribá pierde crédito. No tanto ante la afición, que lo idolatra e idolatrará, pero sí ante su jefe.

Maffeo remata solo

Porque el 2-2, lo mires por donde lo mires, duele en el alma. Escribá lo apostó todo a acumular defensas y centímetros. Y ya se sabe que en el fútbol ni se ataca mejor por coleccionar delanteros sobre el césped ni se defiende mejor por llenarlo de defensas.

La acción del empate daría casi para un «haiku». Maffeo remata solo. Solo. En el minuto 94. Solo. En un córner, con la defensa organizada. Solo. Con Barragán, Enzo Roco, Diego González, Pedro Bigas, Marcone, Gumbau y Josema en el campo. Solo. Y sí, Edgar Badia, que mide lo que mide y eso no lo puede solucionar, no llega a tapar el remate. Pero es que Maffeo está solo. Absolutamente incomprensible. La justificación no puede ser que el Mallorca ataca con todo y se pierden las marcas. Porque tú también defiendes con todo. En esa acción no hay marcas. Se defiende como en la guerra. Y ahí es donde el Elche no da la talla este curso. Y, repito, defendiendo en su trinchera es donde el Elche de Escribá siempre se ha movido como pez en el agua. En Primera y en Segunda. Yendo líder o peleando por salvarse. Ahora, con dos semanas por delante, Escribá seguirá oyendo el runrún. Lo malo es que le llegue un mensaje del tipo «Fran, tenemos que hablar» con acento argentino. Cuando a uno lo dejan, aunque sea el novio perfecto, el afectado suele ser el último en enterarse.

Boyé, Lucas Boyé

Decía Arturo Pérez-Reverte en una entrevista reciente que detestaba el edulcoramiento al que ha sido sometido James Bond en la actualidad, fruto de los tiempos en que vivimos, en los que no se puede mostrar a un personaje de ficción (¡de ficción!) con esas características, pero sí le puedes votar para que te represente en el Parlamento. Lucas Boyé, dentro del campo, es el James Bond de antaño. El canalla, el mujeriego, el chulo que sabes que se va a llevar a la chica de calle. Y el agente secreto que, en muchas ocasiones abandonado a su suerte por su agencia, no solo es capaz de sobrevivir cuando le has dado por muerto, sino también de desmantelar al operativo criminal de turno, pese la diferencia numérica.

Así cumple Boyé su segundo año en Elche. Partido a partido crece su club de fans, merecidamente. Y lo mejor es que su trabajo va dando frutos. Antes le faltaba algo de brillantez estadística, pero esta va llegando. Los centrales de LaLiga ya le tienen tomada la matrícula. Y los directores deportivos de media Europa, también.

Sudoku táctico

El planteamiento de Escribá sorprendió, no por los nombres sino por la distribución de los jugadores sobre el terreno de juego. El técnico se decantó por una doble punta, adelantando y centrando a Lucas Pérez. Eso benefició a los dos Lucas. Y perjudicó a Pastore, castigado en banda. Para más inri, la derecha. De este modo, el argentino quedó lejos no solo de su mejor radio de acción, la mediapunta, sino también de la principal fuente ofensiva franjiverde, la banda izquierda de Mojica.

No es de extrañar que acabará desquiciado, con solo un ramalazo de calidad en forma de pase largo. Escribá, que siempre se ha mostrado muy fiable con la pizarra, sigue moviendo fichas de un día a otro. Y sus jugadores, en ciertas ocasiones, dan la sensación de no saberse las reglas del sudoku.

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