Las cifras comienzan a reflejar que la presión hospitalaria se está estabilizando tras el estallido que ha supuesto la tercera ola de la pandemia. Aún así, no se debe bajar la guardia y conviene aprender de profesionales como Ana Pérez, jefa de Anestesiología del Hospital General de Elche.

¿La situación en los hospitales se está estabilizando tras el fuerte impacto de la tercera ola?

Ha disminuido un poco la presión hospitalaria y el número de ingresos a través de Urgencias y en las UCI. Es algo que fluctúa porque aún no ha cesado el crecimiento de contagios. El virus se replica con rapidez y, mientras siga ascendiendo, va a haber presión hospitalaria. A veces nos movemos por brotes, pueden venir cinco días mejores y luego otros tres en los que se empeora. Seguimos con muchas zonas del hospital habilitadas para atender a pacientes con covid.

¿Cómo está afectando la pandemia a los anestesiólogos?

Nos afecta totalmente por la presión asistencial y la necesidad de ampliar las camas UCI. El 90% de los servicios los dedicamos a la atención de pacientes críticos. Estamos en la fase más alta de la escalada, en ningún momento habíamos tenido que habilitar las salas de despertar como UCI. También se han instalado quince camas de cuidados intensivos para pacientes no covid en la unidad de cirugía sin ingreso. Salvo los quirófanos de Urgencias, los tumores que no se pueden demorar y la atención a embarazadas, el resto del servicio de Anestesiología es para pacientes críticos.

¿De qué manera se han alterado los planes de su área?

Ningún hospital puede decir que no ha alterado su hoja de ruta. Seguimos atendiendo a la «prioridad 1», es decir, a los pacientes que necesitan cirugías de cáncer o que no se pueden demorar. Por eso se han habilitado las quince camas para pacientes no covid. En una situación de crisis, las intervenciones menores es normal que se aplacen. La coordinación con el resto de hospitales de Elche y la provincia es buena. La atención de calidad a los pacientes y la seguridad están garantizada, la población puede estar tranquila en ese sentido.

¿La pandemia ha puesto en valor la labor de su colectivo?

Somos los guardianes invisibles de la salud. Una parte importante de nuestro trabajo se desarrolla en los quirófanos y es desconocido, incluso, para compañeros de hospital. Nuestras reivindicaciones vienen porque también somos expertos en cuidados intensivos. En la pandemia, el trabajo de los anestesiólogos está siendo clave para poder atender bien a los pacientes y crecer en las camas de UCI.

¿Los anestesiólogos pueden ayudar a intubar a pacientes?

Es lo que hemos reivindicado desde el inicio de la pandemia. La complicación más importante de los pacientes covid es la respiración y hay que manejarlos con intubación y ventilación mecánica. Ahí los anestesiólogos somos los expertos, sobre todo en la vía aérea difícil. Cuando hay una intubación complicada en la UCI, nos llaman los intensivistas. En esa acción existe un riesgo importante de contagio y es recomendable que lo hagamos los expertos.

¿Los sanitarios contáis con medios para evitar el contagio?

No tenemos ninguna queja. Al principio de la pandemia hubo un problema a nivel nacional porque estábamos todos desbordados. Nuestro departamento se ha abastecido con todo lo necesario, es especialmente protector. Utilizamos presión negativa donde ningún hospital lo hace y contamos con todas las medidas: trajes EPI, mascarillas FFP3...

¿Cómo han recibido la llegada de la vacuna contra el covid?

Ya nos hemos puesto la primera dosis y ahora tenemos los mismos problemas que toda Europa por la falta de abastecimiento. Pero me consta que la segunda dosis nos va a llegar en plazo, porque ya se está habilitando la sala que utilizamos para vacunarnos.

¿Qué opina como sanitaria de los cargos que se han colado?

Todos debemos ser responsables. La situación es muy complicada y hay que hacerlo bien y mirar por los que tenemos al lado. Es una cuestión de generosidad. Ahora se está viendo la forma de ser de muchas personas. No es una cuestión de gremios, es algo individual. No ser generoso ni solidario es independiente de la profesión o del cargo que se ocupa. Pero en la pandemia estamos viendo la gran calidad humana de la mayoría de las personas.

¿Qué lección nos va a dejar todo lo que estamos viviendo?

Destaco dos cosas. Lo primero es el valor de las personas en líneas generales. En el hospital hemos visto el trabajo que están haciendo los profesionales y la colaboración entre todos. Y desde el punto de vista sanitario resalto al colectivo de Enfermería. Tenemos escasez de personal. Se pueden comprar respiradores o monitores pero en España no hay ni una enfermera que esté sin trabajar hoy en día. Hay que reconocer su protagonismo porque son los que están 24/7 al lado del paciente y su labor es extraordinaria.

¿Cuál ha sido la mayor diferencia entre lo vivido este enero y lo que ocurrió en 2020?

En la primera ola, en la que más desconocimiento había sobre el virus y la enfermedad, hubo muchos hospitales desbordados. Pero en el área de Elche y la Vega Baja la incidencia fue baja. La segunda ola nos afectó más y lo de ahora ha sido tremendo. Después de Navidad hemos visto lo que ha sucedido. Un nivel muy alto de contagios y llegadas en oleadas a los hospitales. Eso es lo que más miedo da porque si la cadencia de ingresos es normal, no te saturas nunca. Por eso apelamos a la responsabilidad individual.

Precisamente quería finalizar con esta cuestión...

Salir a trabajar es necesario pero no irse de rebajas o hacer la compra cada tres días. Mejor hacer una compra grande para dos semanas. Nos tenemos que quedar en casa. Todos estamos cansados de perder libertad y no pensábamos que un año después estaríamos así. Yo pasé la enfermedad, tengo anticuerpos y me protejo exactamente igual. No veo a familiares ni amigos.