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Una visita que fundó la ciudad

Elche conmemora este martes el 150 aniversario del día en el que Amadeo de Saboya le concedió el título tras enamorarse de las vistas del Palmeral desde lo alto de Santa María - El monarca ayudó económicamente al hospital y las Clarisas

Retrato de Amadeo de Saboya en el salón de plenos del Ayuntamiento en homenaje al rey que concedió el título de ciudad.

El 16 de marzo no es un día cualquiera para Elche. Y el de este año menos aún. En la jornada de este martes se conmemora el 150 aniversario de una visita que marcó un antes y un después para el territorio ilicitano. Fue el 16 de marzo de 1871 cuando se produjo la visita a la entonces villa de Elche del rey de España Amadeo de Saboya. Durante su estancia, entre otros lugares, el monarca tuvo la oportunidad de visitar la basílica de Santa María y subir a los más alto del edificio. Desde allí tuvo el privilegio de contemplar unas vistas del Palmeral que, según la leyenda, le enamoraron tanto que decidió concederle a Elche el título de ciudad.

En el momento de su visita, cuenta la documentación que se puede encontrar en el archivo municipal, Amadeo de Saboya se encontraba de viaje en Alicante cuando le hablaron de las maravillas del Palmeral ilicitano, por lo que decidió hacer un recorrido de 24 horas. «Quedó impresionando por la estampa de las palmeras desde una de las terrazas superiores de la basílica. Hay que tener en cuenta que en aquel momento la extensión del Palmeral era mayor que la actual, ya que rodeaba a todo el territorio de Elche», rememora el historiador y archivero del Misteri d’Elx, Joan Castaño, al ser consultado al respecto por este periódico.

Una de las vistas icónicas de Elche como las que enamoraron al monarca en su visita de 1871. | INFORMACIÓN

De villa a ciudad

Ante aquella imponente imagen, Amadeo de Saboya se preguntó cómo podía ser que Elche solo tuviera la consideración de villa y no contara con el título de ciudad, algo que prometió subsanar de inmediato. Entre la comitiva que acompañaba al rey se encontraba el alcalde de la época, un Pascual Llopis y Soler que estuvo hábil para recoger el guante lanzado por el monarca y no perdió el tiempo en mandar un escrito a Madrid para que se oficializara la propuesta de Amadeo de Saboya y no quedara en una mera anécdota. El decreto emitido de vuelta desde la capital de España aprobando el título de ciudad para Elche no tardó en llegar, solo hubo que esperar al 13 de mayo.

Son distintos los elementos que rinden en la actualidad homenaje a la figura de Amadeo de Saboya. Uno de los más destacadas es el retrato que está instalado en el salón de plenos del Ayuntamiento y que ilustra este artículo en una imagen que fue tomada este lunes. «También se colocó una lápida en su honor en el propio salón de plenos pero durante la época de la Primera República fue destruido. El historiador Pedro Ibarra conservaba un fragmento de esa lápida en su propia colección», señala Castaño.

En un noticiario escrito a mano que se encuentra en el archivo municipal se puede leer una crónica de la presencia real que cambió la historia de Elche con fragmentos como este: «Durante su visita a Alicante se acercó a Elche mientras esperaba la llegada de su mujer, María Victoria, que viajaba en barco. Un volteo de campanas, palmas blancas, una banda de música y niños de las escuelas recibieron en Elche al monarca, que visitó a la Virgen en el camarín de la basílica y luego subió a lo alto del campanario».

Huerto nuevo de la Virgen

En la crónica de la época también se puede leer que la visita real, tras su parada en la basílica, continuó en el Huerto nuevo de la Virgen, en el que se había instalado un escenario, se ofreció un refrigerio y hortelanos hicieron una exhibición de trepa de palmera para que fuera contemplada en vivo por los ojos de Amadeo de Saboya. Al margen de conceder el título de ciudad, el monarca quiso contribuir a la prosperidad de Elche y por aquel motivo hizo diferentes donativos que fueron a parar, entre otras instituciones, al hospital, al convento de las Clarisas o a la propia Iglesia.

El manuscrito también describe los adornos y colgaduras en las calles por las que estaba previsto que pasara la comitiva del rey o el arco de palma que se instaló en la entrada de Alicante por Puente Ortices. Las crónicas también destacan el papel que desempeñó el alcalde Llopis y Soler para que la promesa que hizo Amadeo de Saboya tras contemplar el Palmeral se convirtiera en una realidad y la antigua villa de Elche pasara a tener el título de ciudad.

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